Mario Crespo | 21 de noviembre de 2020
El tren como escenario de romances, asesinatos o como metáfora de la libertad. Vagones, raíles y estaciones protagonizan las recomendaciones de este mes.
Quizás es por herencia familiar, o porque mi primer «éxito literario», con muchas comillas, fue un premio en un concurso infantil de cuentos sobre trenes; o porque en ellos viajaron casi todos mis personajes favoritos, de Phileas Fogg a Tintín, pasando por Sherlock Holmes; o porque he leído en este medio de transporte muchos de los libros de mi vida; o, sencillamente, porque «Compañía de los Coches Cama y de los Grandes Expresos Europeos» es el nombre más literario que jamás haya tenido ninguna empresa. El caso es que las historias que suceden en un vagón siempre me han parecido más interesantes. Por eso, este mes traigo tres películas, un ensayo, dos novelas y un cómic que circulan sobre raíles. Me ha costado elegir.
Si tuviera que quedarme a vivir en una escena de cine, creo que lo haría en el tren en el que Roger Thornhill (Cary Grant) y Eve Kendall (Eva Marie Saint) viajan de Nueva York a Chicago.
El tren, en concreto, se llamaba 20th Century Limited y circuló entre 1902 y 1967. Su lema comercial, «el tren más famoso del mundo», parece algo exagerado, pero lo cierto es que ha aparecido en bastantes obras de ficción y llegó a protagonizar una de las primeras comedias de Howard Hawks: Twentieth Century (1934). En cuanto a la película de Hitchcock, no hace falta contar mucho. Diré solo que en los minutos tren se concentran, de forma magistral, intriga y deseo. Disponible en Google Play.
Corrían los años 70, todavía en plena Guerra Fría, cuando Mauricio Wiesenthal embarcó en un vagón de tercera del Orient Express. Por entonces, la ruta estaba amenazada por la decadencia de la Europa comunista y estaba lejos de los tiempos lujosos de antaño. Luego haría otras veces el mismo viaje, compartiendo vagón-restaurante con personajes tan interesantes como Salvador Dalí, Marlene Dietrich, Maria Callas o el príncipe Alí Khan.
Un material de primera que mezcla con otros pasajeros a los que no conoció, pero que también amaron el viejo tren: la reina Victoria, Nikita Jruschov o Stefan Sweig. Por el libro, bien nutrido de anécdotas, se pasean espías, criminales, monarcas y aventureros. Editado por Acantilado.
Publicada en España por Alba Editorial, esta novela fue llevada al cine por Hitchcock en 1938, bajo el título español de Alarma en el expreso, una de las cumbres de su etapa británica. No es el único mérito del libro, escrito con un gran pulso narrativo y un punto de desenfado.
Iris Carr, una joven inglesa bella, adinerada y frívola, concluye sus vacaciones en un hotel de montaña en Centroeuropa y toma un tren con destino a Trieste. Pronto entabla conversación con una locuaz institutriz que viaja en su vagón, la señorita Froy. Pero, al despertar de una siesta, descubre que su nueva amiga parece haberse volatilizado. Su asiento está vacío, nadie recuerda haberla visto e Iris empieza a sospechar que solo existe en su imaginación. Si la historia conecta tan bien con nosotros es porque surge de un miedo ancestral: el de confundir la realidad con las alucinaciones.
Soy más de Buster Keaton que de Charles Chaplin, el Madrid y el Barça del cine mudo. El maquinista de La General, llena de ingenio y humor plástico, con un punto de melancolía, es una de mis favoritas. Disponible en Filmin.
Si los llamados «misterios de cuarto cerrado» obsesionaron siempre a los novelistas de intriga, el asesinato a bordo de un tren añade un giro de sofisticación y velocidad. Esta novela de Agatha Christie es probablemente el ejemplo más acabado del subgénero y no podía faltar en esta selección.
Hércules Poirot aborda el Orient Express en Estambul, en pleno invierno. Al despertar, después de la segunda noche de travesía, descubre que el tren ha quedado bloqueado debido a una tormenta de nieve y que un enigmático americano ha sido asesinado. La Mystery Writers of America la incluyó en su lista de las cien mejores novelas de misterio de todos los tiempos, y las dos adaptaciones al cine, la de 1974 y la de 2017, son más que dignas. En Iberlibro hay muchas ediciones disponibles.
Tintín comenzó sus famosas aventuras en un andén de la Gare du Nord de Bruselas, desde donde partió a la Rusia de los soviets. Desde entonces, recorrería miles de kilómetros de líneas férreas en todo el mundo, en países reales o imaginarios. Mi tren favorito de la serie, sin duda, es el de El templo del sol (1946), con su loco trazado andino. Cuentan que Hergé se documentó en L’Encyclopédie des Chemins de Fer illustrée, publicada en 1927, para diseñarlo. El álbum está publicado en España por Editorial Juventud.
No es una película de trenes, pero es una película en la que los trenes tienen un gran protagonismo. Basada en la novela de Boris Pasternak y dirigida por David Lean, es una de las mejores historias románticas de todos los tiempos y una gran fábula sobre la libertad.
Los ferrocarriles de la película, por cierto, están rodados en España: principalmente en la provincia de Soria, aunque también en la estación de Delicias de Madrid. Una Mikado 141F-2239 de la Renfe se convirtió en el tren militar en el que viaja el coronel Strelnikov, y medio centenar de vagones retirados del servicio se utilizaron para diversas escenas. Disponible en Movistar+.
Fernando Castillo participó en el pódcast de «Cultura y Debate» dedicado al famoso personaje de cómic.
Recomendaciones que, después del verano, nos vuelven a llevar de viaje, con estancia en alguno de los grandes hoteles de Europa y el mundo.