Antonio Olivié | 01 de julio de 2020
La Iglesia estadounidense lucha contra el racismo con hechos concretos y reconociendo el ejemplo de figuras como la del sacerdote Augustus Tolton, en proceso de beatificación.
Roma (Italia) | «La injusticia y el daño del racismo son un ataque a la vida humana». Esta declaración forma parte de una carta de los obispos de Estados Unidos de hace dos años. En ella calificaban el racismo como un hecho que afecta a la dignidad de la persona. Por tanto, merecía una atención similar a la que reciben cuestiones como la pobreza, el aborto o la pena de muerte.
La Conferencia Episcopal de Estados Unidos cuenta de forma permanente con un Comité contra el Racismo que promueve encuentros en parroquias, sesiones en colegios y eventos que permiten sensibilizar sobre este problema. El objetivo es que, al escuchar las experiencias de quienes han sufrido el racismo, se desarrolle una mayor empatía.
Al frente de este Comité contra el Racismo se encuentra una mujer afroamericana, Danielle Brown, quien ha puesto en marcha numerosas iniciativas. Personalmente, asegura haber sido «tratada con falta de respeto en hoteles, en viajes de trabajo, en gasolineras…». Afirma que «como persona de color en Estados Unidos, debes estar atenta para detectar si te encuentras en un ambiente seguro y atento a lo que haces, cómo vas vestido y lo que dices en cada momento. Sientes una presión psicológica alta».
Aunque las leyes en Estados Unidos son iguales para todos, la Iglesia católica constata que hay muchos factores que fomentan la desigualdad, no solo para las comunidades afroamericanas, sino también en el caso de los hispanos. Básicamente, destacan tres factores:
Las tasas de desempleo de los afroamericanos, hispanos y nativos americanos son notablemente más altas que la media nacional, con la consiguiente desigualdad en el nivel de ingresos. La media de riqueza en los hogares blancos es diez veces mayor que la de los negros y ocho que la de los hispanos.
El número de viviendas en propiedad por parte de los afroamericanos está muy por detrás del de las familias blancas. De hecho, tienen más dificultades a la hora de obtener una hipoteca.
Afroamericanos y latinos están más penalizados en el sistema judicial, pese a que estos grupos presentan tasas semejantes de delincuencia con los blancos en Estados Unidos.
El hecho, según refleja la carta de los obispos sobre el racismo, es que los afroamericanos son «el grupo con más porcentaje de pobreza, con más abortos, más condenados a la pena de muerte y con menos acceso a la sanidad». Son cuestiones que están relacionadas entre sí y que tienen su origen, en Estados Unidos, en una historia de esclavismo y discriminación que ha llegado hasta mediados del siglo XX.
Hace pocas semanas, el obispo emérito de Pensacola-Tallahassee, monseñor Ricard, aseguraba que los últimos incidentes racistas «nos recuerdan la herencia del pecado original de la esclavitud en América y sus consecuencias, una permanente violencia contra las personas de color». En su opinión, la pandemia del coronavirus ha hecho más visible las diferencias en cuanto acceso a la sanidad y educación de los afroamericanos.
Uno de los logros de los últimos años en la lucha contra el racismo, según Danielle Brown, es el hecho de que los líderes católicos, los obispos, hablen sobre este asunto. Es una cuestión que debe estar en el debate público para poder afrontarla y la Iglesia no puede permanecer al margen.
En el Comité contra el Racismo de la Conferencia Episcopal también valoran especialmente el papel de la educación. Por ello, cuentan con numeroso material didáctico y con un libro para niños llamado Everyone Belongs (Todos pertenecen), en el que se anima a los más pequeños a respetar y valorar la riqueza de las diferencias.
Desde este comité también fomentan la devoción a Augustus Tolton, el primer afroamericano que fue ordenado sacerdote, pocos años después del fin de la esclavitud. Murió en Chicago, víctima de una ola de calor cuando atendía a los más necesitados. Su causa de beatificación está en marcha y, en junio de 2019, fue declarado venerable por el papa Francisco, el paso previo para certificar su beatificación.
Tolton es un buen ejemplo de reconciliación. Durante su vida predicó a blancos y negros, sin ningún tipo de distinción. Superó todas las críticas y la discriminación sin guardar rencor a nadie y ahora, dos siglos después, servirá de ejemplo a toda la Iglesia católica.
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