Isidro Catela | 03 de junio de 2019
El estudio de una prestigiosa consultora revela que la Iglesia genera valor añadido. El programa XTANTOS demuestra que con poco se puede hacer mucho.
La Iglesia tiene mucho que contar. Lo saben bien quienes viven en ella su fe y quienes, aun alejados, ponen la oreja porque lo que cuenta no les deja indiferentes. Por eso, cada vez que hace memoria y presenta sus cuentas es noticia, incluso para aquellos que, ante la evidencia de los datos y no teniendo nada malo que decir contra ella, optan por el silencio informativo.
Nos hemos acostumbrado, para bien, a que las cuentas de la Iglesia en España nos alumbren cada fin de curso. Se adelantó a la exigencia legal y, desde hace años, viene tomando la delantera en las cuestiones referentes a la transparencia. De hecho, ha creado, en la sede de la Conferencia Episcopal Española, una Oficina, fruto de un Plan de Transparencia puesto en marcha en 2014, entendido como una ocasión excepcional para rendir cuentas y seguir avanzando en la mejora y en la atención de las nuevas cuestiones que la sociedad demanda. Puede consultarse todo con detalle en el Portal creado también a tal efecto.
El impacto económico generado por las actividades asistenciales en empleo, pobreza y migración está valorado en 590 millones de euros. #LaborSocial
— Xtantos (@Xtantos) May 30, 2019
Y este año ha ido un poco más allá, porque a la Memoria, que ya se nos ha hecho familiar, ha añadido la presentación de un estudio de Evaluación del impacto socioeconómico de la Iglesia católica en España; un estudio completísimo, encargado por la Vicesecretaría de Asuntos Económicos de la propia Conferencia Episcopal y realizado por la consultora internacional EY. El estudio no hace cosa que poner en valor las mencionadas cuentas de la Iglesia. Con rigor, claridad y transparencia, evalúa el impacto de la presencia de la Iglesia diocesana en la actividad social y económica del entorno en el que realiza su actividad.
Los datos son elocuentes y, como no puede ser de otra manera, impactan. Conviene desglosarlos:
– El impacto derivado de la actividad de las diócesis, parroquias y Cáritas es de 1.386 millones de euros, lo que supone cinco veces más con respecto a lo aportado por la asignación tributaria.
– El 80% de la contribución de la Iglesia repercute principalmente en los ámbitos social y sanitario, educativo, y de conservación y mantenimiento del patrimonio, entre otros.
– El valor generado por la Iglesia en la actividad directamente asistencial representa 2,5 veces los fondos recibidos mediante la Asignación Tributaria.
– El empleo derivado de la actividad de las diócesis y parroquias supuso un total de 64.925 empleos durante el año al que hacía referencia el estudio (2016).
– La contribución económica directa de las universidades católicas fue de 1.168 millones de euros, con un total de 87.425 alumnos.
– Por cada empleado directo de la Iglesia, se generan 0,27 puestos de trabajo adicionales en la economía española, especialmente en los sectores de salud, educación, servicios profesionales y de reparación de mobiliario.
No se exagera cuando en las campañas publicitarias del programa XTANTOS se afirma que con poco (con el simple gesto de marcar la X), se puede hacer mucho. Con un gesto que, además, no supone que vayas a pagar más a Hacienda, ni que te vayan a devolver menos, y que, por si fuera poco, es complementario con el de marcar la casilla de los llamados “Fines Sociales”, de la que participan también diversas entidades de la Iglesia Católica.
El elenco, avalado por la firma de una prestigiosa consultora, no deja lugar a la duda: la Iglesia genera valor añadido, como se dice en términos empresariales, y, como solo el necio confunde valor y precio, es necesario poner el foco en el valor: en el de quienes son capaces de hacer mucho con poco, porque ellos mismos han recibido el ciento por uno; el de quienes devuelven con creces a la sociedad lo recibido, con predilección por aquellos sectores más vulnerables y que más lo necesitan; el de quienes generan empleo derivado de la actividad que se realiza en diócesis y parroquias; o el de quienes, honrando a las universidades que nacieron en su seno, siguen contribuyendo desde ellas a la transformación de la sociedad en la que se insertan.
Las cuentas de la Iglesia impactan, dejan huella profunda. Son el resultado, contante y sonante, de un trabajo bien hecho, de una genuina misión evangelizadora, de tantos que se desviven por tantos, que siguen ahí ahora que parece (solo que parece) que la crisis ha pasado, y que ahí estarán si algún día la crisis vuelve con fuerza a atropellarnos.
El papa Francisco pide su abolición en todo el mundo y apuesta por ofrecer la oportunidad de abrazar de verdad el arrepentimiento.