Rafael Ortega | 06 de junio de 2019
El Vaticano acoge un congreso sobre ateísmo y agnosticismo, enmarcado en la primera conferencia mundial sobre «Comprender la no creencia».
“Comprender la no creencia” ha sido el título de la primera conferencia mundial sobre este espinoso y complicado tema que se celebra en el Vaticano desde el 28 de mayo. Un diálogo que inició en 1965 san Pablo VI y en el que, durante tres días, cuarenta profesores universitarios e investigadores de varios países han analizado los resultados del primer gran estudio mundial sobre los no creyentes. Ha sido liderado por cuatro universidades inglesas, que han colaborado para organizar este congreso académico sobre la increencia religiosa con la Pontificia Universidad Gregoriana, con motivo de los 50 años de un encuentro similar que, como hemos dicho, acogió san Pablo VI cuando creó un Secretariado para el Diálogo con los No Creyentes, incorporado más adelante por san Juan Pablo II al Pontificio Consejo de Cultura, que organizaba en la época de Benedicto XVI los llamados “Patios de los gentiles”.
Hay que recordar aquí aquel primer encuentro de san Juan Pablo II en Asís, que fue el cimiento de otros encuentros con no creyentes a los que los que también Benedicto XVI y Francisco han invitado para que tomasen la palabra en nombre de los valores humanos.
El estudio ha sido realizado en Estados Unidos, Brasil, Reino Unido, Dinamarca, China y Japón, y rompe numerosos esquemas falsos consolidados en los últimos dos siglos, como, por ejemplo, asegurar que “la figura del ateo convencido y dogmático prácticamente no existe”.
Se entrevistó con cierta profundidad a 6.600 personas de esos países y se llegó a las conclusiones que resumimos aquí:
– Brasil es uno de los países más religiosos del mundo en vías de desarrollo.
– Estados Unidos es un país rico, con fuerte religiosidad, aunque ve crecer el número de los no creyentes.
– Reino Unido es un país de la vieja Europa, de tradición protestante, ya postcristiano.
– Dinamarca es otro país de tradición protestante, hoy postcristiano.
– Japón es un país rico y consumista, de tradición sintoísta, donde hace medio siglo el emperador era considerado un dios.
– China es una dictadura comunista que persigue a la religión desde hace décadas, con obispos encarcelados y desaparecidos.
A partir de esas entrevistas en 6 países, el estudio presenta 8 conclusiones:
Hay muchas formas de ser ateo o agnóstico, muy distintas según los países y las circunstancias.
En los seis países, la mayoría de los que no creen en Dios se identifican como «sin religión».
Entre estas personas «sin religión», son minoría las que aceptarían la etiqueta de «ateo» o «agnóstico». Muchos prefieren otras etiquetas como «humanistas», «pensadores libres», «escépticos» o «seculares».
Los ateos de Brasil y de China son los menos convencidos de que su afirmación de que Dios no existe sea cierta.
No creer en Dios no significa necesariamente no creer en otros fenómenos sobrenaturales, aunque estadísticamente es verdad que los ateos tienden a ser más escépticos en relación con estos que la media de la población.
Entre los ateos, el porcentaje de los que dicen que el universo «en última instancia carece de sentido» es mayor que el del resto de la población, pero aun así están muy por debajo del 50%.
En temas de «valores morales objetivos, dignidad humana y derechos relacionados, además del valor profundo de la naturaleza», las posiciones de los ateos serían similares a las del resto de la población, dice el informe.
Cuando se pregunta cuáles son los valores más importantes de la vida, tanto los creyentes como los no creyentes suelen responder «familia» y «libertad» y, en grado algo menor, «compasión», «verdad», «naturaleza» y «ciencia».
Así mismo, el estudio demuestra que la etiqueta exacta con la que se define un “no creyente” no siempre describe bien sus convicciones.
Por ejemplo, entre los brasileños que declaran «no sé si Dios existe»: un 27% se autoconsidera agnóstico, un 8% se autodeclara ateo, un 16% se declara «no religioso», un 13% prefiere declararse «espiritual pero no religioso», un 9% se declara «racionalista» y un 8% se declara «escéptico».
Entre los chinos que declaran «no sé si Dios existe»: un 20% se declara ateo, un 18% se declara «racionalista«. Si revisamos el caso de los chinos que afirman, con firmeza, «Dios no existe», encontramos: un 22% se declara racionalista, un 21% se declara ateo y un 19% se declara «librepensador».
Hay también preguntas sobre si la ciencia es «el mejor modelo para alcanzar el conocimiento»… sin especificar la diferencia entre el conocimiento científico y otros conocimientos.
En definitiva, una reunión muy interesante y constructiva de la que se han extraído conclusiones o “advertencias” muy interesantes como, por ejemplo, que la mayoría de los “no creyentes” cree, en cambio, en uno o varios fenómenos sobrenaturales, como la existencia de algún tipo de vida después de la muerte, la influencia de los astros, etc… o que la figura del “ateo convencido y dogmático” prácticamente no existe. Los no creyentes son muy distintos entre ellos y comparten valores mayoritarios positivos, como la dignidad humana, el respeto a la naturaleza, un alto concepto de la familia y de la libertad y el deseo de dar un significado a la vida.