Antonio Olivié | 11 de marzo de 2020
Las celebraciones religiosas se han suspendido en toda Italia, pero los templos permanecen abiertos para la oración. En estos momentos de temor e incertidumbre, hay un espacio para la reflexión y la contemplación.
Roma (Italia) | El ángel que preside el antiguo Mausoleo de Adriano y que cambió el nombre del castillo que protege el Vaticano, Castel Sant’Angelo, recuerda un hecho prodigioso. En el año 590, durante el pontificado de Gregorio Magno, la peste asolaba la Ciudad Eterna. Durante una procesión pública para pedir por el fin de la epidemia, quienes atendían ese evento vieron un rayo, que interpretaron como una señal del cielo. Desde ese día, un 29 de agosto, la peste dejó de tener efecto sobre Roma.
Al igual que en Roma, hay muchas ciudades europeas que recuerdan la intercesión de un santo o de una imagen durante alguna epidemia. Al margen de que fuera real o sencillamente conmemoren el fin de una crisis, la presencia religiosa en momentos de emergencia ha sido fundamental en la historia.
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El cierre de algunas iglesias, y de la catedral de Milán, durante los primeros días de la crisis del coronavirus, ha abierto un encendido debate en Italia. Algunas autoridades, como el obispo de Turín, monseñor Nosiglia, han lamentado que en las ordenanzas contra la epidemia se hayan puesto las parroquias al mismo nivel que teatros o museos, como si fuera algo “superfluo”.
Con esta opinión coincide el fundador de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi. Como experto en historia, Riccardi recuerda el papel de un santo milanés, el obispo Carlos Borromeo, en los tiempos de la peste del año 1576. En un momento de epidemia, “visitaba a los enfermos, rezaba con ellos e incluso organizó una procesión descalzo para pedir por el fin del castigo”. A juicio de Riccardi, “una motivación fuerte, espiritual, ayuda a resistir la enfermedad”.
El fundador de la Comunidad de San Egidio cita también al sociólogo Rodney Stark, quien asegura que en los primeros siglos del cristianismo fue decisivo el comportamiento de los fieles ante las epidemias. “No se escapaban, como hacían los paganos, y no rechazaban a los otros. Al contrario, se sostenían unos a otros con la oración y, motivados por la fe, también sepultaban a los muertos”. Estos hechos, según el académico norteamericano, llevaron a una mayor tasa de supervivencia que en el caso de los paganos.
Frente a estos argumentos, un profesor de Teología de Roma, Andrea Grillo, insiste en la necesidad de respaldar las medidas de prevención que promueven las autoridades civiles. A su juicio, de esta forma se muestra la solidaridad de la Iglesia en los momentos de dificultad y se evitan males mayores. Grillo recordaba que, en Corea del Sur, uno de los mayores focos del contagio ha sido un templo de una secta cristiana clandestina, que demostraba “un claro desprecio al bien común de la sociedad”.
Los más vulnerables de la sociedad son los más castigados por el virus y los servicios de Cáritas ya se han activado a nivel local para no dejar a nadie en la estacada
Tras unos primeros días en que se cerraron la mayoría de las parroquias de la zona de Lombardía, entre las que se encontraba el Duomo de Milán, poco a poco se han ido suavizando las medidas. En las zonas de riesgo de Italia se permite abrir los templos, siempre que se mantenga una distancia superior a un metro de distancia entre los fieles, para evitar contagios.
Desde el 8 de marzo, las celebraciones religiosas se han suspendido en toda Italia, no hay Misa ni los domingos, pero los templos permanecen abiertos para la oración. Al menos, en estos momentos de temor e incertidumbre, hay un espacio para la reflexión y la contemplación.
La realidad es que muchas iglesias en Italia superan su función religiosa, al tener un gran valor cultural. En un momento en que la economía está paralizada por el escaso turismo, cerrar las puertas de numerosos templos supone eliminar muchas posibilidades culturales.
En Roma, uno de los casos más sonados ha sido el cierre, por tres días, de San Luis de los Franceses, un templo que custodia tres de las obras maestras de Caravaggio: La vocación de San Mateo, El martirio de San Mateo y San Mateo y el ángel. El hecho de que uno de los sacerdotes que atendía la iglesia diera positivo en el virus llevó a tomar una medida que bloqueó a cientos de turistas.
Al margen de este elemento cultural, importante en la dinamización de gran parte de Italia, la principal preocupación en la Iglesia se centra en los ancianos. Los más vulnerables de la sociedad son los más castigados por el virus y los servicios de Cáritas ya se han activado a nivel local para no dejar a nadie en la estacada.
Se trata de un virus aviar que produce síntomas respiratorios parecidos al catarro, que pueden desembocar en neumonía, y que ya ha alcanzado una tasa de mortalidad cercana al 2%.
La desastrosa gestión del Covid-19 en Italia sería el colofón, con el clima de caos y pánico consiguiente, del reflejo de la desconfianza popular ante la debilidad institucional.