Antonio Olivié | 11 de octubre de 2019
«Cardenal Newman, haz que frene la hemorragia». Hablamos con Melissa Villalobos, cuya curación ha sido considerada por el Vaticano como un hecho milagroso.
Chicago (Estados Unidos) | Melissa Villalobos, madre de siete niños, será una de las protagonistas de la próxima canonización del cardenal Newman. Cuando esperaba su cuarto hijo, sufrió diversas pérdidas de sangre y los médicos le recomendaron reposo absoluto. Un consejo imposible para quien debía gestionar el día a día de otros cuatro niños pequeños, sin más ayuda que la de un marido que no siempre podía permanecer en casa. La hemorragia se disparó una mañana en la que estaba sola con los cuatro pequeños. Cayó al suelo en el baño, sin fuerza ni para gritar a sus niños. En ese momento, rezó al cardenal Newman. Y se curó. De forma instantánea.
Antes de viajar a Roma para la canonización, he tenido la oportunidad de hablar con ella en Chicago y con el médico que ha certificado la imposibilidad científica de la curación. La seguridad con la que cuenta los hechos, así como la certificación médica de una curación inexplicable, evidencian que estamos ante una realidad que traspasa la frontera de lo conocido.
Es la propia Melissa quien asegura que su situación en el año 2013 era desesperada: madre de cuatro hijos y con un embarazo de riesgo, en el que los médicos le aseguraban que lo más probable era que lo perdiera. “Llevaba perdiendo sangre desde hacía un par de semanas -asegura Melissa-. Porque estaba en el primer trimestre del embarazo. Todavía muy temprano. Empecé a sangrar a finales de abril y me curé el 15 de mayo. De hecho, había ido a urgencias el 10 de mayo, cinco días antes de la curación. Allí me hicieron una ecografía donde se apreciaba el daño. Y es cuando el médico me dijo, apesadumbrado, que probablemente perdería al niño, que la placenta no iba a ser capaz de resistir hasta el final del embarazo”.
Son precisamente las ecografías las que han permitido a los médicos apreciar la gravedad de los hechos. Así como la exigencia, en esa situación, de que guardara reposo absoluto. “Me dijeron que tenía que permanecer en reposo en la cama; que no debía hacer ejercicio, no levantar peso y no caminar sino lo estrictamente necesario. No podía lavar la ropa, cuidar la casa o cocinar. Básicamente tenía que permanecer en cama el máximo tiempo posible, lo que era imposible, porque entonces tenía cuatro hijos, de seis, cinco, tres y un año. Intenté seguir el consejo de reposo absoluto, pero no podía y mi marido y yo no teníamos familiares cerca. Era un desafío y era triste saber que no podía hacer aquello que tenía que hacer”, se lamenta Melissa.
En esas circunstancias, los hechos se agravaron una mañana en la que su marido se encontraba de viaje. Cuando se levantó, estaba empapada en sangre, debía ocuparse de sus cuatro hijos y no contaba con ayuda de nadie. Tras levantarse y preparar el desayuno a los pequeños, Melissa asegura que volvió a su cuarto para tratar de descansar y frenar la hemorragia. Pero al entrar en el baño se desplomó en el suelo, sin fuerzas ni para gritar. Ella fue consciente de que “nadie iba a venir a por mí y yo no podía moverme del suelo. Estaba perdiendo muchísima sangre. Es entonces cuando dije: ‘Por favor, cardenal Newman, haz que se frene la hemorragia’. Y al instante, tan pronto como terminé de decirlo, dejé de sangrar. Y nunca volvió a ocurrir. Así que me levanté y dije: ‘Cardenal Newman, ¿has hecho tú que deje de sangrar?’. Sé que había sido él.
Y entonces sentí un intenso aroma a rosas que se extendió por el cuarto de baño. Pude inhalar ese perfume de rosas y dije: ‘Gracias, cardenal Newman. ¿Has enviado este aroma de rosas?’. Y entonces volvió a extenderse el perfume. Y supe que estaba curada. Supe que Gemma estaba bien. Podía bajar las escaleras. Bajé aprisa para comprobar cómo estaban los niños y vi que seguían en la cocina, donde les había dejado”.
El mismo día de su curación fue al hospital a hacerse pruebas. Sorprendentemente, le aseguraron que el bebé que esperaba se encontraba perfectamente. Además, no volvió a tener ninguna hemorragia. Al menos dos ginecólogos han certificado que su caso no admite explicación científica. El responsable de gestionar la investigación científica fue el doctor Gerald M. Casey, un profesional con avalada experiencia en Chicago. Tras estudiar toda la documentación y declarar ante el tribunal que llevó el caso ante el Vaticano, hoy destaca el hecho de que hubiera unanimidad entre los profesionales, también de la médico que atendió a Melissa, en que “no había explicación médica para que cesara la hemorragia de forma instantánea y espontánea”. A su juicio, “el hecho de que esto ocurriera en ese instante concreto, pensamos que no podría haber sucedido con ninguna intervención médica”.
Una de las pruebas que se aportaron a la causa de canonización del cardenal Newman son las resonancias que le hicieron a Melissa antes y después de la curación. El hematoma que presentaba en sus primeras semanas de embarazo había desaparecido, sin ninguna razón. Pero el doctor Casey señala que “lo que realmente suponía un riesgo altísimo era la progresión de la hemorragia. No era el hematoma subcoriónico, sino la unión de todos los factores de riesgo”.
El Vaticano aprobó este hecho milagroso el 13 de febrero de 2019, cuando la pequeña Gemma acababa de cumplir cinco años, con una salud de hierro. Hoy la familia que se benefició de ese hecho extraordinario tiene siete hijos, perfectamente sanos. Todos ellos estarán en la Plaza de San Pedro el 13 de octubre.
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