Diego Vigil de Quiñones | 12 de febrero de 2020
El papa Francisco y el padre Ayala coinciden a la hora de buscar jóvenes con un espíritu audaz y servicial que no vean en la Iglesia un refugio frente a los problemas del mundo.
Leyendo la exhortación postsinodal Christus vivit, me llamó la atención la frase en la que el Papa exhorta a “no crear proyectos… que los conviertan en una minoría selecta y preservada de todo contagio” (CV, 30). Y es que la denominación ‘minoría selecta’ ha tenido tradicionalmente en la Iglesia, y en particular en la de España, otro sentido: una minoría dirigente que se pone en camino para servir al conjunto del pueblo de Dios y de la sociedad. Ese era el sentido con el que el padre Ángel Ayala promovió en 1909 una minoría selecta entre sus congregantes marianos para poder desarrollar con ellos un fecundo apostolado en la vida pública, dando lugar a la Asociación Católica de Propagandistas.
Dicha minoría fue capaz de movilizar a la opinión pública mediante campañas y mítines, logró el florecimiento de la Acción Católica en España, fundó sindicatos católicos, estructuró y movilizó a los estudiantes católicos, lideró la prensa de la España republicana con El Debate, fundó toda una red de periódicos con la Editorial Católica, fundó la BAC, inició Cáritas en España, y desarrolló una obra educativa de la que hoy forman parte tres universidades, varios colegios y otras escuelas…
Viendo esa siembra, es evidente que no se trataba de una minoría “preservada de todo contagio”. Más bien una minoría en marcha capaz de asumir retos y vivir el liderazgo social como camino concreto de imitación y seguimiento de Cristo. Con razón, la referencia a las minorías selectas era y es habitual entre propagandistas: en el corazón de su obra educativa, el Colegio Mayor San Pablo, una placa recuerda que el colegio tiene por finalidad formar “minorías selectas”. Aquella idea recoge el concepto de selecto del padre Ayala, quien entendía por selecto a quien es capaz de servir de algún modo (educando, organizando, comunicando, etc.) a una masa. Una contraposición esta, entre minoría y masa, muy asentada aquellos años según la elaboración de Ortega y Gasset, que hablaba de minorías egregias. Un planteamiento que la filosofía actual lee de otra forma: en opinión de Javier Gomá, Ortega está inhabilitado por su aristocratismo para la tarea de la paideia democrática que requiere el momento actual. Pero Gomá sí retiene, en su libro Ejemplaridad pública, la idea de que una minoría influya, si bien considera que el cauce de influencia es la ejemplaridad.
En una lectura actual de lo que podemos considerar minoría selecta (Ayala), ejemplar (Gomá) o creativa (Benedicto XVI), el Papa y el padre Ayala se refieren a lo mismo: jóvenes con un espíritu audaz y servicial que no busquen en la Iglesia un refugio frente a los problemas del mundo, sino el fuego que los impulse a salir generosamente en servicio del bien común. Jóvenes que se atrevan a vivir, en palabras del Papa, “en salida” (cfr. Exhortación Evangelii gaudium, 20-24) o a “jugarla largo” (JMJ Río de Janeiro). O, como diría otro jesuita, el padre Arrupe (cuya causa de beatificación ha comenzado en este pontificado): “Hombres y mujeres para los demás, responsables de sí mismos y del mundo que los rodea, y comprometidos en la tarea de la transformación hacia una sociedad fraterna y justa”.
Educar selectos es el problema fundamental del mundo. Si un pueblo tiene buenos gobernantes, será un gran pueblo. Si un ejército tiene grandes generales, se cubrirá de gloria. Una obra cualquiera será lo que sea quien la dirijaPadre Ángel Ayala, Formación de selectos
A veces, el Papa puede desconcertar por el modo de expresar ciertas cosas en español americano. Con todo, a Francisco se le conoce y se le comprende mucho mejor si se le escucha o se le lee directamente que si se atiende a lo que nos cuentan de él. Y se le capta mucho mejor si se atiende a lo que hace. Y a este respecto debemos fijarnos en el próximo encuentro “Francesco economy”, en el cual el Papa ha convocado a una minoría de selectos, jóvenes capaces de generar cambio social, para discurrir modos de potenciar una reforma de la economía al servicio de la persona. Si el Papa no creyese en las minorías selectas tal cual las vivieron los primeros propagandistas, evidentemente no haría algo así. De lo cual se sigue que, aun en un concepto actual de minoría creativa, el Papa considera más necesario, si cabe, para nuestros tiempos el método de trabajo de formar a los selectos (en el sentido de Ayala) y promover que desde ellos venga el cambio.
Cuenta Leopoldo Calvo-Sotelo que, en cierta ocasión, fueron un grupo de jóvenes a ver al cardenal Herrera en Málaga. Pensaban que les iba a dar un curso de liderazgo o que iban a hacer una convivencia de selectos para discurrir formas de servicio. Y su sorpresa fue que “nos salió con unos Ejercicios espirituales de los de Principio y Fundamento” (es decir, ignacianos). Como tal vez sepan ustedes, los Ejercicios ignacianos se orientan a reformar los afectos desordenados de la persona, para alcanzar “conocimiento interno del Señor… para que más le ame y le siga” (San Ignacio, Ejercicios espirituales –EE-, 104), y con Él “en todo amar y servir a su Divina majestad” (EE 233).
Y es que, sin duda, la mejor forma de poder tener jóvenes en salida, líderes que acepten la vocación de servicio para realizar su misión en el Espíritu, es potenciar la vida espiritual. Y, para ello, promover una minoría desde la escuela de los Ejercicios para servir de formas creativas en la vida pública es uno de esos “proyectos que los fortalezcan, los acompañen y los lancen al encuentro con los demás, al servicio generoso, a la misión” (CV, 30) que pide el Papa para evitar que la minoría esté preservada. Un proyecto que la Asociación Católica de Propagandistas, de raíz ignaciana, es lo que ha aspirado a ser en su historia y que, a juzgar por lo que ahora dice el Papa, sigue siendo igual o más necesaria que cuando se fundó, con una minoría selecta, hace algo más de un siglo.
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