Antonio Olivié | 12 de julio de 2019
La reforma de la Curia que plantea Francisco quiere respetar la universalidad de la Iglesia, conseguir un mayor vocación de servicio y llegar a las periferias.
Roma (Italia) | Desde hace seis años, un grupo de nueve cardenales se reúne periódicamente con el Papa para plantear una reforma de la Curia romana. El borrador ya está en los despachos de los obispos de todo el mundo y la versión definitiva se espera para los últimos meses de este año. El objetivo esencial es lograr que todos los dicasterios y organismos se enfoquen más hacia el servicio a las diócesis y menos a la gestión interna.
Una Iglesia en salida y más pendiente de predicar el Evangelio es el mandato general que ha dado el papa Francisco. ¿Pero cómo se pone en práctica ese principio? En primer lugar, dando prioridad en la jerarquía vaticana a un Dicasterio para la Evangelización, que se sitúa en el segundo lugar de importancia de la Santa Sede, ya que el primero lo sigue manteniendo la Secretaría de Estado.
Este nuevo Dicasterio para la Evangelización tendrá dos departamentos principales. Uno centrado en las cuestiones fundamentales de nuestro tiempo, los argumentos clave que la Iglesia debe priorizar y defender. Y el segundo, centrado en ayudar y dar soporte a las diócesis de todo el mundo en su tarea apostólica.
Este cambio afecta a la Congregación para la Doctrina de la Fe, que viene relegada a un tercer puesto. Es una forma de expresar, en la estructura, algo que de hecho ha cambiado en el pontificado de Francisco. El interés misionero o evangelizador, el llegar a las periferias, está por delante de velar por la ortodoxia. Los aspectos disciplinarios o de orden interno han pasado a un segundo plano, con una actividad mucho menor de este dicasterio de la que tuvo bajo Juan Pablo II o Benedicto XVI.
El interés misionero o evangelizador, el llegar a las periferias, está por delante de velar por la ortodoxia
Una de las novedades de la nueva estructura será el Dicasterio para la Caridad. Se trata de otorgar un rango superior a lo que durante años se ha llamado la ‘Elimosineria Vaticana’. Es un departamento que trata directamente las obras de caridad y asistencia a las personas necesitadas en el entorno del Vaticano. A su frente, a día de hoy, está el cardenal polaco Konrad Krajewski, famoso por reactivar un generador de energía en un edificio ocupado de Roma para facilitar energía y calefacción a cientos de inmigrantes sin recursos.
El nuevo documento vaticano para la Curia, denominado Praedicate Evangelium, cita entre los principios organizativos la necesidad de descentralizar el poder. Significa dejar autonomía a las iniciativas de las diócesis para resolver cuestiones particulares y a la hora de aplicar nuevas prácticas que se adapten mejor a la evangelización en cada territorio.
Junto a este principio básico de descentralización, la constitución apostólica también incluye la necesidad de dar consejo, de asesorar a las diócesis en estas iniciativas. Más que órdenes, son indicaciones o buenas prácticas que puedan servir de orientación ante los nuevos retos.
Otra de las novedades es que se expresa por escrito la necesidad de enriquecer la Curia romana con una mayor presencia de laicos y de mujeres en la Curia romana. Es una realidad que ya se ha puesto en práctica. Hay que recordar que el prefecto de la Comunicación es, desde hace algo más de un año, un laico y padre de familia, o que la persona que más empleados tiene a su mando en el Vaticano, la directora de los Museos, es una mujer laica. Son dos ejemplos de toda una serie de cargos intermedios que ya no son necesariamente religiosos.
Respetar la universalidad de la Iglesia y que la Curia represente esta variedad es uno de los principios que plantea la nueva constitución
Respetar la universalidad de la Iglesia y que la Curia represente esta variedad es uno de los principios que plantea la nueva constitución. Es verdad que con Juan Pablo II se dio un gran paso adelante en esta dirección. Pero aún quedan muchos organismos vaticanos en los que la gran mayoría de los trabajadores siguen siendo italianos, con una mentalidad más local y autorreferencial que universal. Hay una gran tarea por delante.
Gran parte de esta reforma de la Curia refleja lo que el Papa ha puesto en práctica en los últimos años. Pero, como él mismo ha dicho, nadie debe esperar un cambio radical en el Vaticano cuando se apruebe esta nueva constitución. La única reforma que puede hacerlo es la del corazón, ya que son las mismas personas quienes deben amoldarse a los nuevos tiempos y reforzar su vocación de servicio a toda la Iglesia.