Enrique Solano | 16 de julio de 2019
El papa Pablo VI siguió con atención el viaje del Apolo 11 en dirección a la Luna y destacó su importancia científica.
Conmemoramos uno de los hitos más importantes de la humanidad: la llegada del hombre a la Luna la noche del 20 al 21 de julio de 1969. Repasemos a continuación algunos hechos que nos ayudan a conocer mejor la relación entre la Iglesia y el Apolo 11.
El interés de la Iglesia por la Luna y, en general, por la astronomía es muy anterior al vuelo del Apolo 11. Baste indicar que la Compañía de Jesús es responsable del Observatorio Vaticano, uno de los más antiguos del mundo. Prueba de esta intensa labor investigadora lo constituye el hecho de que 35 cráteres de la Luna tienen nombre de jesuitas.
No obstante, más allá de la denominación de una serie de cráteres o de los estudios científicos realizados, es de destacar otro hecho íntimamente relacionado con la Iglesia y el Apolo 11. Durante sus horas de estancia en nuestro satélite, los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin realizaron una serie de actividades para conmemorar el carácter histórico del viaje. Una de ellas fue el depósito de un disco de silicio que contenía mensajes de buena voluntad de líderes de 73 países del mundo. Entre ellos estaba el papa Pablo VI, quien utilizó el Salmo 8 para dar gloria a Dios como Creador del universo.
Honor, saludos y bendiciones a vosotros, conquistadores de la Luna, tenue lámpara de nuestras noches y nuestros sueñosPablo VI tras la llegada del Apolo 11 a la Luna
Una forma interesante de abordar la relación entre la Iglesia y el Apolo 11 es a través de los discursos del Papa. El 20 de julio de 1969 fue domingo y Pablo VI dedicó la meditación previa al rezo del Ángelus al extraordinario evento que horas más tarde iba a tener lugar. Durante su alocución destacó los beneficios de los avances científicos. Pero también alertó de los peligros de caer en una idolatría a la tecnología. En palabras del Papa: “Es necesario que el corazón del ser humano sea tanto más libre, más bueno, más religioso, cuanto la potencia de las máquinas, de las armas, de los instrumentos que el hombre pone a su propia disposición es mayor y más peligrosa”.
Como tantos otros millones de personas, el papa Pablo VI vivió con enorme interés las horas previas a la llegada a la Luna. Y lo hizo desde las instalaciones del Observatorio Vaticano en Castelgandolfo, desde donde dirigió un breve discurso a los astronautas: «Honor, saludos y bendiciones a vosotros, conquistadores de la Luna, tenue lámpara de nuestras noches y nuestros sueños», fueron algunas de las palabras que el Papa dedicó a los tripulantes del Apolo 11.
El 16 de octubre de 1969 es otra fecha importante en la relación entre la Iglesia y el Apolo 11. Ese día, Armstrong, Aldrin, Collins y sus respectivas mujeres fueron recibidos por Pablo VI en el Vaticano. Durante el acto, el Papa mostró su admiración por el logro conseguido. Haciendo referencia al Salmo 19 («El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos»), el Papa expresó sus deseos de que la recién comenzada exploración espacial llevara a un mejor conocimiento de la obra creadora de Dios.
Tras años de disputas por ver quién gana la carrera espacial, la Estación Espacial Internacional consiguió aunar esfuerzos para un proyecto común. La colaboración es fundamental para lograr un futuro en el espacio.