Antonio Olivié | 18 de agosto de 2020
El Festival de la Juventud, que este verano cumplía 31 años, ha mantenido la cita, con un número más reducido de participantes, pero con el mismo espíritu de oración y alegría en torno al lugar de las aparaciones.
Roma (Italia) | El Festival de la Juventud en Medjugorje de este mes de agosto ha sido especial. No solo por las limitaciones de la emergencia sanitaria, sino porque el papa Francisco ha enviado un mensaje a los participantes. Les pedía que no se dejen arrastrar por el relativismo y que tomen el corazón juvenil de María como un modelo. El contenido era importante, pero el mero hecho de enviar el mensaje ya supone un respaldo importante, para un lugar al que hasta hace poco más de un año no se permitían peregrinaciones ‘oficiales’ de la Iglesia.
Los tiempos de la Iglesia y el Vaticano no son los de la sociedad de la Información, donde todo se determina al instante. La prudencia ha sido una buena consejera para una institución vigente desde hace 2.000 años. Aprobar unas apariciones de un pueblo en Bosnia, que comienzan en 1984 y que aún se siguen produciendo, no es sencillo. Sobre todo porque los videntes siguen refiriendo comunicaciones diarias, que la Iglesia debe acreditar.
El hecho es que el mensaje de este verano consolida el respaldo del Vaticano al fenómeno espiritual que tiene su foco en esa pequeña localidad. El año pasado, el Papa envió a clausurar el Festival de los Jóvenes al arzobispo Rino Fisichella, responsable del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización. Era la primera vez que un alto cargo del Vaticano acudía oficialmente allí.
Anteriormente, en mayo de 2019 se calificó Medjugorje como lugar de peregrinación mariano, facilitando así los viajes de obispos y fieles de todo el mundo. Un paso adelante que estuvo precedido por la designación de un representante apostólico para el santuario en el año 2017, el arzobispo polaco Henrik Hoser. Son pasos lentos, pero todos en una misma dirección que permiten consolidar la autenticidad del fenómeno.
Prefiero a la Virgen Madre, nuestra madre, y no a la Virgen jefa de una oficina de correos que todos los días envía un mensaje a tal hora… Esta no es la madre de Jesús.Papa Francisco
El papa Francisco tiene sobre la mesa las conclusiones de una comisión oficial, presidida por el cardenal Ruini, que nunca se ha hecho pública... oficialmente. Entre los aspectos que destaca el informe es que todos los expertos avalan la presencia de una realidad sobrenatural, ortodoxa con la doctrina de la Iglesia.
De hecho, tras escuchar las conclusiones de este informe el papa Francisco aseguró que «sobre las primeras apariciones, cuando los videntes eran niños, el informe más o menos dice que se debe continuar investigando. Sobre las presuntas apariciones actuales el informe presenta sus dudas. Yo, personalmente soy más malo. Prefiero a la Virgen Madre, nuestra madre, y no a la Virgen jefa de una oficina de correos que todos los días envía un mensaje a tal hora… Esta no es la madre de Jesús. Y estas presuntas apariciones no tienen tanto valor. Esto lo digo como opinión personal».
Cientos de conversiones personales avalan la presencia mariana en este pequeño enclave de Bosnia en el que, al igual que en Fátima o en Lourdes, los protagonistas son jóvenes o niños de zonas rurales, apartados de los grandes núcleos urbanos. En el caso de Medjugorje es importante el hecho de que el fenómeno surgiera cuando el país estaba dominado por una dictadura comunista. Los jóvenes videntes fueron sometidos a una fuerte presión policial, así como a pruebas físicas y mentales que hubieran desmontado cualquier farsa.
El Vaticano conoce esta historia, así como la coherencia de vida de los videntes, que mantienen un testimonio cristiano, laical, que ha generado miles de vocaciones en la Iglesia. El hecho de que algunos de ellos sigan recibiendo revelaciones aconseja esperar el paso del tiempo.
El Festival de la Juventud, que este verano cumplía 31 años, ha mantenido la cita, con un número más reducido de participantes, pero con el mismo espíritu de oración y alegría en torno al lugar de las aparaciones.
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