Rafael Ortega | 18 de septiembre de 2019
Un filipino de 60 años ha sido designado por el Papa como su nuevo representante en España, tras la renuncia hace meses de Renzo Fratini.
Monseñor Auza era desde 2014 observador permanente de la Santa Sede en la ONU y en la Organización de Estados Americanos y fue ordenado sacerdote en 1985. Un año después, comenzó su actividad pastoral en la localidad filipina de Talibon, para entrar en 1990 en el servicio diplomático de la Santa Sede. Sirvió en la Nunciatura Apostólica de Madagascar, en la de Bulgaria y en la de Albania, para luego ser nombrado Nuncio Apostólico en Haití.
El nuevo nuncio llega a nuestro país en un momento bastante complicado de las relaciones entre el Gobierno, aún en funciones, y la Santa Sede. Por eso, nos atrevemos a decir, que la designación de monseñor Auza es una decisión directa de Francisco, que tuvo también los nombres propuestos por la Secretaría de Estado de Celestino Migliore, Bruno Musaró, nombrado recientemente nuncio en Costa Rica, y del también representante vaticano en Canadá, Luigi Bonazzi.
El Papa quiere en nuestro país a un hombre que tenga muchos años por delante para resolver los graves problemas que se va a encontrar, no solo con la Administración española -con la discusión sobre la exhumación de los restos de Franco-, sino también con los derivados de una Iglesia local que tiene que enfrentarse la próxima primavera a una renovación de la cúpula de la Conferencia Episcopal, excepto el cargo de secretario general. Una Iglesia local que ya está colocando a peones de diferentes “sensibilidades” para situar a sus hombres en puestos de salida.
También Bernardito Auza será el hombre que tendrá que confeccionar las ternas de aquellos que tienen que ocupar 13 arzobispados, cuyos titulares han cumplido, o están a punto de hacerlo, 75 años, edad en la que deben presentar su renuncia al Papa. Unas tareas nada fáciles dada la complejidad de esta Iglesia particular que tiene 84 obispos en activo, de los cuales solo 22 han sido nombrados por Francisco, pues 26 fueron designados por Benedicto XVI y 36 por san Juan Pablo II.
Monseñor Auza habla perfectamente español y llega, como decíamos, tras la renuncia de Renzo Fratini, acusado por muchos como inmovilista y por otros como demasiado permeable a las influencias de esas diferentes “sensibilidades” de la Iglesia de nuestro país, sobre todo en la época del cardenal Rouco Varela como máximo hacedor eclesiástico.
Lo cierto es que Fratini, no tenemos que olvidarlo, además de ser diplomático del Vaticano, es un fino “observador italiano” y que ha cumplido certeramente los mandatos de la Santa Sede. Hay algunos que han querido presentar a Fratini como “un hombre no precisamente de Francisco”, cuando nos consta de su cercanía y de su amistad con hombres muy importantes de la Curia, como Vicenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, encargo directo del Papa y que tantas controversias ha despertado últimamente. Además, no sería extraño que Francisco decida en su día dar el capelo cardenalicio a Fratini, como ha sucedió con casi todos su predecesores en España.
También por parte del Ejecutivo español se ha querido dar prioridad a este placet, pues intenta limar asperezas con la Santa Sede, tras la desafortunada entrevista entre la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y el secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, el pasado mes de octubre, con el tema de la exhumación de los restos de Franco, a la que el Ejecutivo quiere dar máxima prioridad, pues la sentencia del Tribunal Supremo puede llegar el próximo 24 de septiembre.
Insistimos en que el nombramiento del nuevo nuncio es designación directa de Francisco, que pudo comprobar de primera mano los excelente trabajos que monseñor Auza había hecho durante sus cinco años en la ONU, pues además coordinó y supervisó la participación del Papa ante la Asamblea General en septiembre del 2015, y labor, asimismo, para el Pacto Mundial por la Migraciones y el Acuerdo de París sobre el Clima.
Ya hay, por tanto, nuncio que llega para tener un diálogo abierto con el Gobierno y para no tensar la cuerda de las relaciones e, insistimos, para encontrar pastores con “olor a oveja”, como le gustan a Francisco, e incluso para preparar un futuro viaje del Papa a nuestro país en 2021.
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