Antonio Olivié | 26 de agosto de 2019
El reconocimiento a Augustus Tolton y Julia Greeley supone un premio a todos aquellos que desde el siglo XIX se empeñaron en la reconciliación y la lucha contra la esclavitud.
Augustus Tolton fue sacerdote cuando las leyes raciales seguían vigentes en varios estados americanos.
Supone un reconocimiento a la importancia de la comunidad católica afroamericana en los Estados Unidos.
Roma (Italia) | El Vaticano ha decidido declarar venerables a dos antiguos esclavos en el Sur de los EEUU, del siglo XIX. Uno de ellos, Augustus Tolton, llegó a estudiar en una de las universidades pontificias de Roma y fue ordenado sacerdote en 1886, en tiempos en que las leyes raciales seguían vigentes en muchos de los estados de América. De hecho, Tolton llegó a ejercer como párroco, en una iglesia frecuentada por blancos y negros de Illinois, setenta años antes de los grandes discursos de Martin Luther King.
Junto a Tolton, también ha alcanzado el grado de venerable, el paso previo a ser declarado beato en caso de que se verifique un milagro, Julia Greeley. Se trata de una afroamericana, que sufrió la esclavitud hasta que la Ley de Emancipación de Missouri, en 1865, le permitió adquirir la libertad.
El joven Tolton tuvo que empeñarse para llegar a ser sacerdote porque ningún seminario americano quiso admitirle
No son los únicos antiguos esclavos de los Estados Unidos que van camino de los altares, ya que Juan Pablo II declaró venerable a Pierre Toussaint en 1997. Se trata de un empresario de Nueva York que vivió realmente el sueño americano, pasando de la miseria a la prosperidad, pero que quiso destinar su riqueza a ayudar a quienes habían padecido la esclavitud.
Las declaraciones de Tolton y Greeley como venerables, en el mes de junio pasado, han supuesto un espaldarazo para la comunidad afroamericana en EEUU, especialmente en las diócesis de Chicago y Denver, desde donde llevan las respectivas causas de canonización.
El padre Daren Zehnle, de Springfield (Illinois), donde está enterrado Augustus Tolton, destaca que “muchos se limitan a su raza para mostrar por qué la causa de beatificación es importante. Pero eso no es todo. La grandeza de su causa se encuentra en su caridad, en su alegría, en su celo, en el largo sufrimiento por cómo lo trataban por su raza. Lo que buscamos es mostrar la santidad, no se trata del color de su piel”, asegura.
El hecho es que el joven Tolton tuvo que empeñarse para llegar a ser sacerdote. En primer lugar porque durante años debía trabajar para poder sacar su familia adelante y, solo por la noche, podía dedicar tiempo a los estudios. Tenía clara su vocación, y le avalaban sus directores espirituales, pero ningún seminario de los EEUU quiso admitirle. Finalmente, fue en Roma donde encontró acogida. El colegio de Propaganda Fidei, junto a la Plaza de España, fue su residencia durante los años romanos, hasta que fue ordenado en el año 1886 en la Basílica del Laterano.
Si en EEUU aún no habían visto a un sacerdote negro, deberían verlo a partir de entonces.Carlo Simone, cardenal
Su regreso a casa también fue problemático, ya que en algunos ambientes no era bien aceptado por el color de su piel. Frente a las actitudes racistas, el cardenal Carlo Simone, responsable de su formación en Roma, aseguraba que “si en EEUU aún no habían visto a un sacerdote negro, deberían verlo a partir de entonces”.
Durante una etapa logró atender una comunidad interracial, pero las tensiones en la comunidad católica de aquellos tiempos le llevaron a dedicarse solamente a los fieles de color.
Algo que se pone de manifiesto en todas sus contradiciones, es su humildad y espíritu de sacrificio, que le llevaban a aceptar los obstáculos con mucha fe y determinación. Tenía un carácter fuerte, que le permitió afrontar el desprecio o las opiniones ajenas.
El caso de Julia Greeley tiene mucha semejanza en el origen. Nacida en una familia de esclavos, la atención de algunas religiosas le llevó a la Iglesia Católica, una fortuna que quiso compartir con otras personas de su raza. Su empeño apostólico y su actividad caritativa, siempre atenta hacia los más pobres de Denver, le llevaron a ser conocida en la ciudad. La devoción a su figura comenzó después de su muerte y desde el año 2017 sus restos descansan en la catedral de Denver.
Las declaraciones de venerable suponen un espaldarazo para sus causas de beatificación. Y, sobre todo, un reconocimiento a la importancia de la comunidad católica afroamericana en los Estados Unidos, así como a todos aquellos que desde el siglo XIX se empeñaron en la reconciliación y la lucha contra la esclavitud.