Antonio Olivié | 04 de agosto de 2021
En el mes de septiembre se celebrará el Congreso Eucarístico Internacional de Budapest que servirá de escaparate para algunas de las realidades más vibrantes de la Iglesia. El cardenal Peter Erdó ha tenido el acierto de atraer a este evento a personalidades de Asia, África y América, los continentes más jóvenes para la Iglesia.
Roma (Italia) | Con el objetivo de crear un puente con los jóvenes y abrir un diálogo sobre la fe, Moysès Azevedo se lanzó a crear el primer ‘Snack Bar del Señor’ en Fortaleza (Brasil) en 1982. Lo hizo movido por el influjo de Juan Pablo II, tras haber participado en un encuentro con el Papa polaco. Desde entonces, este brasileño ha expandido la Comunidad Shalom por todo el mundo, tratando de llevar a las nuevas generaciones al encuentro con Jesús. El próximo mes de septiembre, el testimonio de Azevedo será uno de los más esperados del Congreso Eucarístico Internacional de Budapest, en el que también participará el papa Francisco.
Si algo tiene de especial este encuentro es que servirá de escaparate para algunas de las realidades más vibrantes de la Iglesia. El cardenal Peter Erdó, arzobispo de Budapest, ha tenido el acierto de atraer a este evento a personalidades de Asia, África y América, los continentes más jóvenes para la Iglesia. Junto al congreso teológico de perfil académico, la realidad de los cristianos perseguidos o los desafíos de África tendrán un peso específico en las jornadas.
Entre los invitados de esos días se encuentra el cardenal ‘antibalas’, Joao Tempesta, el arzobispo de Rio de Janeiro que ha salido inmune de los distintos asaltos con violencia en que se ha visto envuelto hasta la fecha. En septiembre de 2014 varios hombres armados pararon su coche y le robaron el anillo y la cruz pectoral, un episodio que se repitió en julio de 2015, cuando también le robaron el coche en el que viajaba. En 2016 se vió envuelto en un tiroteo entre la policía y narcotraficantes durante unos 10 minutos. «Son episodios que comparto con el resto de mi gente», asegura Tempesta.
Otro de los testimonios principales será el del padre Konstantin Szabó, una vocación sacerdotal que se gestó bajo la represión de Stalin y tuvo que recibir la ordenación en secreto. Los comunistas obligaban a los sacerdotes greco-católicos a integrarse en la Iglesia Ortodoxa, para poder controlarlos mejor. Pero él se negó y realizó toda su formación sacerdotal de forma clandestina. «En ocasiones llevaba ramos de flores por la calle, en vez de los apuntes, para evitar los controles», asegura el padre Konstantin.
Para Hungría, la realidad de la persecución cristiana es algo muy cercano. Lo han vivido en carne propia durante años y no quieren que vuelva a repetirse. Por eso mantienen una especial sensibilidad hacia quienes la sufren fuera de su país y cuentan con una Secretaría de Estado para los Cristianos Perseguidos. Durante el Congreso, además del padre Konstantin, escucharán testimonios de persecución en Nigeria, Irak o Myanmar, entre otros.
El empeño de la Iglesia en la lucha contra las adicciones y la recuperación de las personas inmersas en el mundo de la droga también estará presente en Budapest. Georg Schwartz y Andrea Dellatore presentarán el trabajo de la Comunidad Cenacolo, una realidad nacida en Italia en 1983 y que hoy está presente en 18 países. Son refugios para muchos jóvenes a los que las drogas o el alcohol han arruinado la vida y donde muchos de ellos se transforman en protagonistas de nuevas historias de esperanza y resurrección.
La guinda de varios días de oración, adoración y testimonios será la presencia del papa Francisco. Acudirá a la Misa de Clausura, el domingo 12 de septiembre en la Plaza de los Héroes de Budapest, el lugar al que la noche anterior llegará una procesión de antorchas multitudinaria. Será un acontecimiento importante en un país que recuerda con cariño la última visita de un pontífice, hace 25 años, con Juan Pablo II.
¿Y qué es lo que espera el Papa Francisco de este Congreso Eucarístico? Se lo dijo bien claro a los organizadores al recibirlos en Roma: «Una renovación de las comunidades cristianas, conscientes de que la fuente de la salvación está en la Eucaristía y que esta cultura eucarística sea capaz de inspirar a los hombres de buena voluntad en la caridad, solidaridad, paz, vida familiar y respeto de la Creación».
La soledad del papa Francisco ante una plaza de San Pedro desierta y lluviosa refuerza su mensaje: abrazar la esperanza y reconocer nuestra fragilidad.
Desde el Vaticano se llama la atención a la Iglesia germánica, porque el borrador del estatuto y sus formas de votación no están “en sintonía” con la lglesia Universal.