Carlos Chiclana | 06 de mayo de 2020
Diez herramientas que pueden ayudar a afrontar la desescalada con optimismo, divertirse y disfrutar, y que sea un tiempo de crecer, construir relaciones y desarrollarse.
En las próximas semanas nos enfrentamos a la recuperación de nuestra actividad. Necesitamos elaborar respuestas psicológicas para situaciones a las que no nos hemos enfrentado previamente. Va a ser una situación dura y difícil. Sugiero que cada uno reflexione, se responsabilice, tome decisiones para afrontar la desescalada con optimismo, pueda divertirse y disfrutar, y que sea un tiempo de crecer, construir relaciones y desarrollarse.
Como quien va a descender una montaña, necesitas saber cuál es el camino, poner el pie en lugares seguros y dejarte guiar por los que saben más. Evalúa dónde y cómo estás, adónde te diriges, qué camino tomas y cómo lo quieres recorrer. Sugiero algunas herramientas que podrían servir.
Valida, acoge y reflexiona. Observa y contempla tus emociones y estados mentales para hacerte consciente de la situación real, acogerla, aceptarla y reflexionar sobre ella. Puedes sentir miedo, vulnerabilidad, incertidumbre, desconcierto, cansancio, aburrimiento, inapetencia y otras muchas. Ponlas en relación con las agradables como alegría, ilusión, serenidad, que están presentes y también merecen el VAR. Esto implica que hay dificultades y obstáculos, y que el optimismo y esperanza que propongo no es superficial y frívolo, sino con los pies en el suelo y evitando el contagio social de tener que ser un héroe o tener que ir de víctima. Sí que eres protagonista.
No eliges qué emociones tienes y sí puedes elegir reconocerlas, aceptarlas y ponerles el sello de denominación de origen: son mías. Así te puedes tratar con comprensión y darte tiempo para procesarlas. Esto ayuda a aceptar la realidad y que el progreso en la adaptación sea verdadero. Habrá quien esté deseando volver a la actividad previa, viajar y hacer mil planes y quien haya saboreado las mieles de una vida serena, sin correr, sin atascos y con mucho tiempo compartido en familia. Todas las situaciones son válidas, normales y merecen reconocimiento.
Saberlo facilita que puedas conseguir lo que necesites: información científica, seguridad personal, ayudas con los hijos o con mayores dependientes, tiempo para descansar, apoyo psicológico, soporte familiar, dinero, trabajo, etc. Así evaluarás mejor los riesgos, las limitaciones, los apoyos, y las ayudas a pedir.
Todos hemos perdido a alguien o algo. Te ayudará hacerte consciente de los duelos que necesitas hacer: personas, económicas, laborales, proyectos, planes. Es el primer paso para elaborarlas con el sufrimiento, la expresión del dolor y el tiempo. Si te bloqueas o te activas emocionalmente de forma desproporcionada, pide ayuda a un profesional. Todos somos supervivientes, pero no te conviertas en alguien victimizado, porque te infantilizas y te someten.
Tienes muchas competencias, habilidades, capacidades y virtudes que te dan seguridad, confianza en ti mismo y que puedes emplear para adaptarte mejor porque ya eres competente, hábil y capaz. Utilízalas contigo y en la ayuda a los demás.
Pregúntate qué has echado de menos y no lo sabías; qué no has echado de menos y creías que no podías vivir sin ello; qué creías que iba a pasar y no ha pasado; qué no esperabas y ha ocurrido. Es bastante probable que hayas aprendido algo de ti durante el confinamiento que ha fortalecido tu estima y autonomía. A lo mejor has descubierto capacidades que no sabías, o mezquindades que te han hecho sentir culpable, y te conectan más contigo. Todo ello te da un nuevo aire para avanzar junto con otras personas.
Mira qué ingredientes personales, familiares, sociales, económicos, laborales, etc. posees para hacer una buena desescalada. Observa qué te falta, qué vas a necesitar y cómo lo puedes conseguir. De lo que tengas en abundancia podrás dar a otros, y establecer sistemas colaborativos con fuerza en la unión.
Puedes sentir ambivalencia al querer estar con tu gente, ayudar, apoyarlos, y que aparezca miedo al contagio. Será de ayuda comunicar lo que quieres, piensas y sientes, y establecer un equilibrio sano entre darte y cuidarte, entre ayudar y ser ayudado.
Cada persona necesita procesar sus miedos y necesidades. Una manera de ayudarlos, quererlos, comprenderlos y ser solidarios es aceptar sus modos de hacerlo, de mantener la distancia, etc., sin exigirles que sea antes de que puedan.
Para todo lo anterior ayudarán las estrategias de regulación emocional para lidiar con el miedo, tolerar incertidumbre, aceptar la vulnerabilidad, conectar con nosotros mismos, comprender las emociones propias y ajenas, tener comunicación emocional y establecer puentes emocionales con otras personas para reforzar el tejido social. Pueden aprenderse mediante lecturas, audios, vídeos, pódcast y de la mano de un profesional.
Todo esto tómatelo con paciencia y con la confianza de que el ser humano tiene una grandísima capacidad de adaptación, de respuesta y de ser solidario. Si no te ves con fuerzas ni tienes optimismo, esa es tu desescalada, pide ayuda a quien te quiere y juntos será más asequible.
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