Javier Varela | 14 de diciembre de 2020
Navidad es cercanía y familia, no cantar el Noche de Paz por Zoom, ni vacilar a mi cuñado solo por el WhatsApp. Navidad es compartir.
Once días. Justo once días para el día de Navidad. Para conmemorar el día en que nació el Niño Jesús. Porque la Navidad es eso. En Navidad se celebra que nació Jesús. Lo demás, zarandajas. Al menos, eso no nos lo han quitado ni el coronavirus ni este Gobierno empeñado en decidir por los demás lo que se tiene que pensar, decir y celebrar. Pero en esta cuenta atrás –conocida como Adviento- hemos dejado de lado lo más importante de estas fechas para hacerle un hueco en el pesebre de Belén a cómo vamos a pasar estas fiestas.
Pedro Sánchez, experto en dar nuevos significados a las palabras y frases, ya nos puso en alerta hace unas semanas cuando dijo que este año la Navidad será «a distancia». ¿Cómo es posible celebrar una Navidad a distancia? Navidad es cercanía y familia. Navidad no es cantar el Noche de Paz o el 25 de diciembre por Zoom, ni vacilar a mi cuñado solo por el WhatsApp, ni darle un beso de buenas noches a mi madre haciendo una reverencia como si fuera un japonés (con perdón de los japoneses). Navidad es compartir.
Y no es cosa mía. Solo hace falta darse una vuelta por el mercado –el mejor termómetro para saber lo que de verdad le preocupa a la gente- para descubrir que no se habla de otra cosa. Casi no se puede ni pedir la vez para llenar la cesta de la compra. Goyo, el frutero, dice que «a ver cómo se adapta la gente para eso de las diez personas en las cenas» y que la responsabilidad recaiga en los ciudadanos «no lo ve». Entonces interviene César, el carnicero, para añadir que «la gente hará lo que quiera, porque no va a haber policías que vayan casa por casa para controlar que se cumplen las normas». Porque así estamos los españoles, entre el deseo de estar acompañados y abrazar a los que más queremos y la obligación de protegerlos. Claro, que también es verdad que llevamos así desde el mes de marzo. Y uno ya se harta de que en vez de buscar soluciones sigamos repartiendo el país entre los peligrosos socios de Gobierno, mientras miles de personas fallecen por la pandemia. Eso sí, el presidente se puso poeta hace unas semanas para recordarnos que estas Navidades «regalemos seguridad a aquellos que queremos para seguir todos juntos mañana». Solo faltaba que nos diga el presidente lo que tenemos que regalar.
Tras muchos dimes y diretes, el ‘Plan de Navidad’ del Gobierno vio la luz el pasado día 2 de diciembre con muchas pegas y concesiones a las comunidades. Como si estuvieran en el mercadillo del barrio, regatearon las medidas iniciales que había planteado el Gobierno. Un zoco.
🛋️Ventila los espacios
🧼🤝Lávate las manos con agua y jabón
😷🧓Usa la mascarilla también en reuniones familiares
📏Mantén la distancia interpersonal y limita el número de contactos
🎁CUIDARNOS. El mejor regalo de esta #Navidad#ElMejorRegaloEsCuidarnos pic.twitter.com/O0VbBcJTbp
— Ministerio de Sanidad (@sanidadgob) December 7, 2020
Y era claro. Ni habrá multitudinarias cenas de empresa, ni grandes celebraciones, ni cabalgatas ‘normales’. Y que de las cenas de otros años, nos olvidemos. Las reuniones familiares deberán limitarse a 10 personas y que no sean de más de dos unidades de convivencia, y en Nochebuena y Nochevieja habrá toque de queda desde la una y media de la madrugada. Una Navidad que no es Navidad. Vamos, unos días de celebración, de familia, de amigos, de besos, de abrazos, de abuelos y nietos, de padres e hijos, de reencuentros… sin nada de eso. Un plan del Gobierno que castiga a las familias –con la connivencia de todas las comunidades menos Madrid (que votó en contra) y Cataluña, que se abstuvo- . Y, me van a permitir, no es la primera vez que desde este Gobierno se castiga a las familias. Porque saber que no vas a poder compartir con los tuyos estas fiestas es la guinda que le faltaba a este pastel envenenado que ha sido 2020.
De nada ha servido que en las últimas semanas hayamos recuperado la esperanza con la bajada del número de positivos por coronavirus, el aumento de los test a los ciudadanos, el descenso de la Incidencia Acumulada –tanto a siete como a 14 días- y con el anuncio de la próxima disponibilidad de varias vacunas –algunas se empezarán a poner a principios de 2021- que han demostrado una gran efectividad en las diferentes fases de desarrollo de las mismas. Entiendo que fuera necesario desarrollar un plan para evitar que los contactos y la movilidad navideña se conviertan en el germen de una tercera ola. Entiendo que las cenas deban ser controladas, con precaución y siguiendo unas medidas de seguridad para que sean lo menos arriesgadas posibles. Pero no entiendo que no se hagan test masivos a la población. Estos, junto con las medidas de seguridad responsables, harían que estas fiestas fueran lo más parecidas a lo que han sido siempre.
Vale que los PCR son caros, incómodos y no te dicen los resultados con rapidez, pero ¿y si desde el Gobierno o las comunidades autónomas se llevaran a cabo los test de antígenos a los ciudadanos? Pregunto. Son rápidos, más baratos y sería la forma de saber que, al menos, en Nochebuena o Navidad puedes sentarte con tu familia a la mesa sin poner en riesgo a nadie. Y con un test más podrías hacerlo de igual manera en Nochevieja y Año Nuevo. Pero claro, eso significaría una inversión económica y es mejor subirse el sueldo –que diría un ministro-.
Vivimos en una sociedad donde el consumismo tiene cada vez mayor presencia. En estas fechas, en las que todo parece girar en torno a regalos, fiestas y adornos, es necesario recordar el verdadero significado de la Navidad. La Navidad es Jesús.
Las Navidades son fechas para el disfrute en compañía de familiares y amigos, pero es importante evitar que los excesos generen un problema de peso y de salud.