Javier Varela | 17 de mayo de 2019
Sus 16 títulos avalan una gestión en la que la ilusión, el trabajo y la fe son valores innegociables.
El Real Madrid de Pablo Laso ha convertido en ordinario lo extraordinario. Este fin de semana disputa en Vitoria la Final Four de la Euroliga, algo que se antoja casi una obligación para un equipo con el presupuesto y la historia del equipo blanco, pero que solo había conseguido una vez en 16 años hasta que apareció Laso, el entrenador de moda en España y en Europa. Desde su aparición en el banquillo del equipo blanco, el Real Madrid ha participado en seis finales de la Euroliga de ocho posibles, en seis de las últimas siete y es el vigente campeón de la competición. También ganó el título en 2015. Pero da igual lo que consiga, porque a Pablo Laso cuando pierde un partido lo siguen criticando. Las cosas del Real Madrid.
El técnico blanco ha vivido rodeado de críticas desde que llegó al banquillo del Real Madrid. Su fichaje en 2011 provocó manifestaciones de protesta y encuestas en las que la mayoría de los aficionados blancos no entendían su fichaje. Incluso llegaron a movilizarse. Aquellas protestas Laso las vio como una oportunidad y una prueba de que la sección de baloncesto estaba viva. Entonces, en plena crisis, querían a alguien con más nombre, con más títulos, con más caché, con más mano dura… pero apareció Pablo Laso. Un entrenador con poco palmarés, con escasa experiencia en la élite, pero con una filosofía de trabajo y con una personalidad que arrasa.
Laso ha devuelto al Real Madrid sus valores y ha conquistado a los amantes del baloncesto, independientemente de la camiseta que lleven en cada partido
Porque Pablo Laso es un tipo normal que opina, que sabe lo que dice, que no se corta y antepone los valores. Y con una máxima: “Utilizar el deporte para aportar valores a la vida cotidiana, más allá de los resultados que se disputan”. Ocho años después, suma más de 600 partidos al frente del Real Madrid, acumula 16 títulos (2 Euroligas, 4 Ligas, 5 Copas del Rey, 4 Supercopas de España y 1 Copa Intercontinental), ha disputado 24 finales sobre 32 posibles e insiste en que su receta es la normalidad.
Su imagen de «pitufo» gruñón –es lo que tiene medir 1,78 metros y estar siempre rodeado de gigantes- en los tiempos muertos lo ha convertido en una de esas figuras imprescindibles en el baloncesto. Bien lo saben sus tres hijos varones, que han sufrido más de una vez en casa lo que toda España –y buena parte del mundo- ha visto en la pequeña pantalla. “Mis hijos se ríen y me dicen que eso ya lo han visto en casa”, reconocía entre risas el bueno de Laso en una entrevista.
"Pediros algo. Pediros una Coca-Cola. O unas palomitas"
El enfado de Pablo Laso en el tiempo muerto.#LigaEndesa
? En directo por @MovistarPlus pic.twitter.com/T7Yw3BckvX— Liga Endesa (@ACBCOM) January 27, 2019
Porque si algo caracteriza al entrenador del Real Madrid es que dice las cosas a la cara. La sinceridad al poder, aunque se convierta en el vídeo de la semana o aunque lo convierta en el malo de la película. Ni los ejercicios de yoga que hace antes de los partidos –su mujer es profesora de yoga- lo ayudan a frenarse cuando le toca dar un grito o un tirón de orejas. Pero eso también es parte de su éxito. Como los silencios que tiene en el vestuario en el descanso y que dicen mucho más a sus jugadores que las broncas que vemos todos.
Para el técnico vitoriano hay valores, como la ilusión, el trabajo, la fe o la confianza, que son innegociables. Ni en los peores momentos –como jugador y ahora como entrenador- ha dudado de sus posibilidades, porque defiende que el éxito eleva la autoestima y la confianza en uno mismo, pero se niega a depender de un resultado para valorarse. Laso es de los que defienden que ni eres tan bueno cuando ganas ni tan malo si pierdes. Por eso huye de los estereotipos de entrenador mediático. “Lo importante no es venderte, sino saber quién eres. Imagino que saber venderse es importante, pero en mi escala de valores no lo es tanto”, reflexiona el técnico blanco, que buscará su tercera Euroliga en su ciudad.
El Real Madrid de Pablo Laso, como ya se le conoce, ha sido capaz de firmar un espléndido palmarés y, lo que para muchos es lo más importante, ha impuesto un estilo de baloncesto que ha devuelto la ilusión a los aficionados blancos, ha vuelto a llenar el Palacio de los Deportes de Madrid, le ha devuelto sus valores y ha conquistado a los amantes del baloncesto, independientemente de la camiseta que lleven en cada partido. Y todo ello sabiendo reconvertirse cada año y salir de los malos momentos, de las críticas desmesuradas y de la marcha de algunos jugadores clave. Pablo Laso va camino de convertirse en un personaje de esos que terminan siendo leyenda y con su nombre en el luminoso de un pabellón. Pero por encima de todo es un padre de familia normal.
Perdió la vida en una carrera que no quiso correr y que no debió celebrarse.
Javier Soriano, psicólogo deportivo, explica la relación entre la competición de élite y la depresión.