Jaime Vilarroig | 25 de febrero de 2020
Una sociedad que para paliar un sufrimiento muy grave mata al enfermo piensa que la vida humana no es un bien en sí mismo y no siempre se debe respetar.
Estos días se ha dado luz verde a la tramitación de la ley de eutanasia en España. La amplia mayoría de votos hace presagiar que se acabará implantando.
Sin embargo, algo hay de extraño en los argumentarios de los partidos. Para la izquierda, la derecha solo busca el beneficio económico y ellos (la izquierda) son la garantía de la protección del más débil. Para la derecha, la izquierda es el fin de la libertad individual y ellos (la derecha) son la garantía de esta libertad.
Pero la izquierda promueve la legalización de la eutanasia porque entiende que la muerte digna pasa por elegir en libertad el momento en el que uno quiere morir (pero… la defensa de la libertad individual, ¿no era propio de la derecha?). Por otro lado, la derecha se opone a la legalización de la eutanasia porque entiende que dicha legalización, en lugar de ayudar al más débil lo que hace es rematarlo, nunca mejor dicho (pero… la defensa de los más débiles, ¿no era propio de la izquierda?).
Para colmo, la derecha acusa a la izquierda de moverse por interés económico: quieren aprobar la ley de eutanasia para ahorrar dinero al Estado (pero buscar el interés económico, ¿no era más propio de la derecha?). Por su parte, la izquierda acusa a la derecha de empeñarse en prolongar obligatoriamente el sufrimiento del muriente (pero respetar la vida de los que sufren en vez de eliminarlos… ¿no sería más propio de la izquierda?).
La pregunta que interesa de fondo aquí es la siguiente: ¿qué piensa del ser humano una sociedad que para paliar un sufrimiento muy grave mata al enfermo? Pues la respuesta es sencilla: dicha sociedad piensa que la vida humana no es un bien en sí mismo; la vida en determinadas condiciones es indigna de ser vivida. Tú y yo no siempre somos dignos y nuestra vida no siempre se debe respetar: todo depende de las condiciones en las que vivimos. Que dichas condiciones sean más o menos restrictivas, más o menos exigentes, es cuestión de gustos: la disociación fundamental ente vida humana y dignidad está hecha.
María Zambrano decía que una sociedad democrática era aquella en la que no solo está permitido ser persona, sino que está exigido. Si alguien quisiera voluntariamente ser vendido como esclavo, deberíamos prohibírselo. En una sociedad que de verdad mira por el bien de las personas debería estar prohibido que uno se suicidara, aunque fuera voluntariamente.
¿Quiere esto decir que los que nos oponemos a la eutanasia queremos que las personas vivan sometidos a insoportables dolores? De ningún modo. El que así argumenta no ha entendido nada y fabrica lo que se conoce en teoría de la argumentación como una “falacia del espantapájaros”: atribuimos al contrincante una posición que en realidad no defiende, porque así la podemos criticar más fácilmente. Los que nos oponemos a la eutanasia consideramos que la vida siempre es digna de ser vivida, siempre merecedora de cuidados; y no queremos ver a nadie abandonado a dolores insufribles, sino atendido y cuidado siempre por el buen hacer de un médico paliativista capaz de controlar los síntomas del dolor.
Si se hubiera de definir la democracia podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no solo es permitido, sino exigido, el ser personaMaría Zambrano, filósofa y ensayista
Imaginemos que una persona pide morir porque está sometida a graves dolores, debido a un torturador que le está haciendo la vida insufrible. ¿Aceptaríamos darle muerte o buscaríamos cambiar las circunstancias que le hacen la vida insufrible? Imaginemos una mujer que quiere suicidarse porque el marido la apalea física y moralmente. ¿Aceptaríamos darle muerte o buscaríamos cambiar las circunstancias que le hacen la vida insufrible? Imaginemos un niño del tercer mundo que, a punto de morir de inanición, pide acabar con su vida. ¿Aceptaríamos darle muerte o buscaríamos cambiar las circunstancias que le hacen la vida insufrible? Pues lo mismo se nos pide con la eutanasia.
No es cierto que queramos ver sufrir a nadie; más bien consideramos que matarlo no es una buena manera de acabar con el sufrimiento de nadie. Si se aprueba finalmente la eutanasia, habremos dado por supuesto legalmente que hay situaciones en las que la vida no es digna. Cuáles son esas condiciones es lo de menos. Por eso algunos no nos resignamos a pensar que la dignidad de la vida esté al albur del sufrimiento o de la decisión de nadie.
Los cuatro candidatos a la Presidencia del Gobierno dedicaron apenas un minuto a temas como la eutanasia o el aborto.
Noa Pothoven decidió dejar de comer y de beber, previo acuerdo con los médicos de no intervenir en el proceso más que con cuidados paliativos.