Jesús Montiel | 25 de abril de 2021
De un tiempo a esta parte se ha multiplicado la cantidad de vida que le entregamos a internet. Pasamos más horas encapsulados en nuestros teléfonos móviles, a la par que abreviamos nuestra vida al otro lado.
Mis alumnos son más apocados que hace dos años, antes de la pandemia. Llevan días exponiendo en clase y ya son varios los que han tenido que abortar la exposición oral por motivo de una crisis de nervios. Alumnos que no tenían ese tipo de problema, extrovertidos. Me impresiona verlos cómo respiran, el miedo que pasan, tanta irresolución. Están de acuerdo conmigo: el confinamiento ha acentuado la torpeza social, a la vez que consolida la tiranía de las pantallas.
De un tiempo a esta parte se ha multiplicado la cantidad de vida que le entregamos a internet. Pasamos más horas encapsulados en nuestros teléfonos móviles, a la par que abreviamos nuestra vida al otro lado. Ahora contrasta más todavía nuestra anemia conversacional o la impericia a la hora de enfrentarnos a un rostro con ese alguien que construimos y que interactúa en los algoritmos, que nunca podrá tocarse. Los tímidos bebían para ligar, cuando yo era joven. La bebida era el brebaje mágico que nos convertía en extrovertidos. Ahora esa magia la consigue nuestro teléfono: uno solo tiene que entrar en su perfil para salir de sus complejos.
Alguien puede pensar que mi opinión es fatídica o exagerada. No me defenderé. Sencillamente anoto mis impresiones de profesor. Lo que afirmo es lo que veo, que es el mañana. Ignoro cuál será nuestro futuro, no me interesa adivinarlo porque el presente lo encuentro muy entretenido. Sé que mis alumnos, al menos en la actualidad, son más tímidos que hace dos años, menos carnales. Más torpes a la hora de enfrentarse a una exposición en público, en un aula donde hay otros cuerpos y uno está por así decirlo desnudo, quiero decir que su voz puede quebrarse. Mis alumnos viven la mayor parte del tiempo en un zulo de pocas pulgadas. Un ecosistema desinfectado, a salvo de virus. Allí sus vidas son más emocionantes. Y ellos más felices. O eso parece.
La red social se lava la cara y pone en marcha la función «Súper Seguidor» para seguir a cuentas y recibir contenido exclusivo por 5 euros al mes. También habilita los «Grupos de intereses« y un «Modo seguro» que traerá polémica.
El confinamiento por el coronavirus ha vaciado los templos, al tiempo que surgen multitud de iniciativas que llevan a las redes sociales el día a día de la Iglesia.