Javier Varela | 25 de agosto de 2019
Al número 212 del ránking de la ATP le diagnosticaron sordera con 2 años. Su madre le enseñó a leer los labios y su novia le traduce las preguntas de las ruedas de prensa ya que solo habla surcoreano.
Lee Duck-hee es un tenista surcoreano de 21 años. Diestro y con revés a dos manos. El número 212 del ránking de la ATP. Hasta aquí la historia más o menos normal de cualquier joven tenista que lucha por entrar en el circuito profesional. Pero Lee no es un tenista cualquiera. A los dos años le diagnosticaron sordera y su vida cambió por completo, aunque hasta los seis no fue consciente de lo que le pasaba. En el caso del tenis, la sordera es una incapacidad que permite jugar con las mismas reglas que el resto de los jugadores, a diferencia de la ceguera, o el tenis adaptado, variedades que contemplan algunas diferencias en las reglas. Lee aprendió a hablar gracias a su madre, Mi-Ja Park, que le enseñó a leer los labios como forma esencial de comunicación y así es como se comunica con el mundo. Esta semana, el bueno de Lee ha sido noticia por convertirse en el primer tenista sordo en jugar y ganar un partido ATP. El surcoreano ganó al suizo Henri Laaksonen por 7-6 y 6-1 en el Open 250 de Winston-Salem.
Making history ☺️??
South Korea’s Duckhee Lee is the first-ever deaf @ATP_Tour player – and picked up his first ATP win in Winston-Salem
(Via @WSOpen)pic.twitter.com/s19tgRc7QK
— Tennis TV (@TennisTV) August 20, 2019
Ahora no puede dejar de sonreír por el triunfo y por lo que significa para los deportistas con alguna discapacidad, pero su camino ha estado lleno de obstáculos que ha sabido derribar. Comenzó a jugar al tenis a los siete años como hacía su primo y en la raqueta encontró una forma de vida y de ser uno más en la sociedad. En la pista no había diferencias con su rival a pesar de no poder escuchar la bola, ni el golpeo del rival -un factor muy importante para los jugadores de primer nivel, que permite anticipar y ganar tiempo-, ni el silbido de la pelota, ni las indicaciones de los jueces… «La gente se burlaba de mí por mi discapacidad. Me dijeron que no debería estar jugando. Ha sido difícil llegar hasta aquí pero me ayudaron mis amigos y familiares. Mi mensaje para los que son como yo es que no se rindan», comentó tras hacer historia con su primera victoria como profesional.
Lee basa su juego en su vista que le ayuda a enfocarse en la pelota y en los movimientos de su adversario y de sus propios desplazamientos y golpes para compensar su carencia. De hecho, como no puede escuchar lo que dice el juez de silla se basa en las señales que le transmiten desde su banquillo. Así es como sigue el marcador del partido. Incluso durante el duelo ante Henri Laaksonen un voluntario tuvo que aclararle el error que cometió el juez al cantar un resultado y que él no pudo escuchar. Es su día a día en una pista donde cuando empieza el partido se siente uno más. «Al principio fue un shock, porque me sentía muy diferente al resto de la gente. El tenis es mi mejor oportunidad para sobrevivir en una sociedad normal», añade.
La gente se burlaba de mí por mi discapacidad. Me dijeron que no debería estar jugando
Y eso es lo que quiere seguir haciendo. Lee llegó a ser el 130° del ranking a los 17 años y en su palmarés aparecen 11 títulos torneos futures -los de menor rango dentro del tenis profesional-. Hasta su aparición en el Open 250 de Winston-Salem había participado en torneos ATP pero en las ‘qualies’ (clasificaciones) de torneos como Shenzhen en 2015, Auckland y Tokio en 2016, Marrakech en 2017 y Antalya en 2018. Un largo camino que se dio a conocer cuando con 14 años disputó una exhibición con Rafa Nadal en Corea –gracias al patrocinio de KIA- y el español se deshizo en elogios por su capacidad de superación. «Tiene una historia de superación fascinante e inspiradora. Lo que tenemos aquí es que, los esfuerzos que hacemos nosotros son pequeños comparados con lo que él hace. Como tenistas, todos sabemos la importancia de jugar con el ambiente, con el sonido del impacto, con experimentar esas sensaciones dentro de una cancha. Pero imagínate que estás jugando en una cancha en la que la música está a todo volumen, y no puedes escuchar el sonido de la pelota y vas a ver cómo pierdes la sensación; bueno, este chico es capaz de jugar sin escuchar nada, ni el pique de la pelota, ni el impacto, y lo hace muy bien. Me parece algo fantástico», lo elogió Rafa por entonces.
No ha sido el único que ha destacado la fortaleza de Lee. Andy Murray, que vive unos momentos complicados y que cayó en primera ronda del Open 250 de Winston-Salem, alabó a Lee: «Lo que ha conseguido es muy difícil porque no escuchar los golpes es una desventaja enorme. «La sensación es como si estuviéramos jugando con auriculares».
Pero las dificultades de Lee aumentan cuando termina el partido. Sólo sabe hablar surcoreano -no sabe utilizar el lenguaje de signos- y necesita la ayuda del traductor de Google para comunicarse con el resto de personas. De la aplicación y de su novia Soopin, que se ha convertido en su sombra por los torneos. De hecho, la entrevista posterior a su primer triunfo como profesional se limitó a una serie de preguntas en inglés, que tras serle traducidas a su novia, Lee contestó en surcoreano. Toda una odisea que permite al resto de personas entender lo que siente Lee cuando está en la pista y que le sirve para que su historia inspiradora llegue mucho más lejos aún de lo que ya ha llegado.
Las hostilidades con la grada llevaron a París a mover ficha y concederle la Medalla Grand Vermeil, máxima condecoración de la ciudad.