Guillermo Garabito | 28 de septiembre de 2021
Estamos genéticamente diseñados por los tiempos para la mediocridad. Odiamos y señalamos y arrinconamos.
Todo el problema de nuestra generación es que estamos tuertos y miramos pavoneándonos al pasado por encima del hombro. Eslava Galán, que algo sabe de los siglos, me dice que no se puede mirar el pasado con nuestros ojos. Lo comenta cuando sale a tema que Lope fue «familiar del Santo Oficio». Ahora, de enterarse muchos –y si supieran lo que significa, que no es precisamente que tuvo un primo en la Inquisición–, le quitarían del callejero, de los planes de estudio y hasta de la cartelera de algún teatro de provincias donde todavía se representen sus comedias. Eso es la cultura de la cancelación.
Lope nos cae lejos, hace casi cuatro siglos, pero siguen atizando las mismas llamas cuando se trata de lo nuestro. Somos cíclopes de un sólo ojo, apisonadoras del pasado y del futuro. Estamos genéticamente diseñados por los tiempos para la mediocridad. Odiamos y señalamos y arrinconamos. La caridad es una moda pasada de beatas y que nuestros abuelos se perdonaran en beneficio de un país mejor hay quien jamás lo entenderá. Prefieren la barbarie y el rencor.
Mejor ser ciego en democracia a tener los dos ojos sanos para lapidar
Te hablan de Isabel y de Fernando como si hubiesen estado de invitados a su boda en el palacio de los Vivero de Valladolid y supieran en carne propia que eran unos fascistas. O de Colón como si de un tío abuelo turbio se tratase. Te explican sin pudor que Hernán Cortés les hacía mansplaining a los mayas. Están ofendidos igual por el colonialismo que por el capitalismo y por todos los ismos de la tribu. Los ismos, esa miopía con la que miramos el pasado. Y los hay con pudor para callarse y reconocer que no tienen ni idea, que no han leído, ni estudiado lo suficiente para tener una opinión…
El problema de la historia es que no sea ya un asunto para historiadores. Exactamente lo mismo que si todos los entendidos de Twitter vinieran a explicarle a un cirujano cómo se extirpa un riñón. En el siglo XXI hay catedráticos de la España del Siglo de Oro, que un tuit después resultan también ser nefrólogos. Y tienen los dos ojos sanos, pero no miran: ellos juzgan, sentencia y lapidan sin necesidad siquiera de mirar más.
Narra el Evangelio aquello de que es mejor entrar al Cielo tuerto a que un ojo te lleve a pecar. Bien, pues yo escribo que es mejor ser ciego en democracia a tener los dos ojos sanos para lapidar.
El tuit de Vox a Cs rompe las reglas del respeto. La vanidad de nuestros políticos en las redes sociales incendia al pueblo y nos lleva a 1936.
La historia española está repleta de personajes a los que la izquierda podría encumbrar… si los conociera.