Chema Rubio | 03 de julio de 2020
El chino de los móviles ha llegado. Se acabó el «bueno, bonito y barato». Hay que saber qué se necesita para saber qué comprar.
Huawei, Xiaomi, Realme, Oppo, Honor, OnePlus, Meizu, Elephone… viven entre nosotros desde hace años. Son marcas de móviles Made in China, tan manufacturados en China como los de Apple o Samsung pero una capacidad brutal de reinventarse casi cada mes para saturar el mercado.
Cada pocos días aparecen nuevos modelos de cualquiera de estas marcas. Algunas se han posicionado en un escalón más selecto como Oppo o Huawei pero el resto son modelos batalleros, eso sí, con muchas prestaciones que entran bien por los ojos.
La horquilla se mueve entre los 50 euros de un Xiaomi hasta los 1.100 euros del último Huawei que salió a la venta antes de la pandemia. Un dineral teniendo en cuenta que el usuario no va a poder instalarse Facebook, Instagram o cualquier app de Google por el veto que impuso Trump a la compañía.
Apple y Samsung eran fieles a sus modelos de alta gama presentados cada año en un acontecimiento de los que salen en las noticias de las nueve. El terremoto chino tenía la intención de sepultarles. De copar el mercado de tal manera que norteamericanos y surcoreanos se viesen relegados a un rincón en los escaparates.
Samsung lo entendió bien y empezó a soltar gama media a la que llamó Galaxy A. Un modelo cada seis meses con prestaciones similares o innovaciones para uso y disfrute millenial. Meter a esa generación en el ecosistema Samsung a los 15 años por 200 euros era un valor seguro.
Apple pasó del tema. Como hace con todo. Igual que volverá a darle la espalda en su iPhone 12 al puerto de carga unificado que le exige Europa para reducir los residuos electrónicos. Apple no puso a la venta móviles baratos porque eso es bajar del trono de la excelencia a sus creaciones. Optó por presentar tres modelos de tres precios diferentes.
Pero China seguía apretando en busca de más compradores. Samsung se lanzaba a la aventura de los modelos plegables para minimizar el impacto. Su primer modelo fue el Galaxy Fold que tuvieron que dejar de vender por sus problemas de dieseño. Si este tipo de móviles funciona, cosa que dudo mucho, Samsung siempre será recordada por ser la primera… aunque fuera un modelo fake.
En plena pandemia Apple le vio las orejas al lobo chino. Aprovechando que no se podían hacer presentaciones, coló el iPhone SE en su web en minutos. Apple en tu bolsillo por menos de 500 euros. Como siempre, los de Cupertino le dieron empaque, calidad y prestaciones que enganchan al consumidor.
El bosque de móviles chinos hace las veces de las tiendas del «Todo a 100», reconvertidas a «Todo a 1 euro» o a nombres impronunciables que todos conocemos como «el chino». Esos que cerraron sus negocios a principios de marzo en vista de la que se nos venía encima.
Nadie da duros a pesetas. Nadie va a pagar por un móvil lo que no vale. Lo harán dos o tres inocentes pero el daño sería terrible para la marca. Si por un Xiaomi piden 150 euros estaremos pagando prestaciones por ese dinero. Pantalla regular, batería escasa, plástico, cámara con truco en su resolución y sin memoria suficiente para hacer dos cosas a la vez.
Si te piden mil euros por un Huawei estarás pagando mejores materiales, mejores lentes, mejores baterías y una pantalla muy superior a Apple. Porque, cuidado, Apple no tiene los mejores móviles del mercado pero si los de mejores referencias, menos fallos, mejor imagen, más calidad…
Nadie es capaz de decir que un teléfono es más inteligente que otro. El que da valor al móvil es que lo compra. El usuario exigente que se gasta los 1.600 euros del modelo superior de iPhone 11 Pro Max porque sabe que no le va a fallar, que lo entiende, que la manzana es parte de su vida, que tritura el móvil un año después porque graba, hace fotos, llama, escribe, sube archivos, juega, es su despertador, su agenda… no esperemos que este usuario pague 400 euros por un terminal asiático por mucho que haga cosas parecidas.
Lo mismo con el que compra el móvil de 150 euros. Usa poco la cámara, no juega, apenas escribe WhatsApp y hay cinco días de la semana que no sabe dónde lo tiene.
El chino de los móviles conviene a quien lo necesita porque sabe lo que compra. Igual que compramos en sus tiendas disfraces, ropa, cubiertos o manteles… Sabemos que lo que pagamos no es de calidad pero nos solventa un problema.
China es la fábrica del mundo, también para los móviles. Son capaces de variar la calidad de sus componentes y el precio para ahogar el mercado. Trabajan para otros pero ahora han decidido trabajar para ellos.
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¿Queda algo del «Think Different»?
En el panorama actual, descubrir los gustos de los usuarios se convierte en algo primordial para las empresas. Una apuesta por el conocimiento de datos pretende reforzar el lazo entre Apple y la música.