Chema Rubio | 04 de septiembre de 2020
Las grandes multinacionales del deporte se deciden por vestir a los equipos con modelos antiestéticos que obligan al club a perder su identidad, a cambio de evitar la falsificación.
Para gustos están los colores. Siempre señalamos a los famosos que visten de manera extravagante ropa de firmas carísimas que nadie se atrevería a llevar, más por decoro que por dinero. Pero como no hay campo sin grillo ni hortera sin amarillo, el tema de vestir bien depende de cada uno. El prêt-à-porter ha ayudado mucho a la sociedad. Ropa asequible que nos apaña y nos pone en la línea de facturación de las grandes empresas. Siempre es mejor ir todos iguales porque se nota menos si vamos feos.
Manuela Carmena permitía a los manteros vender falsificaciones de las camisetas del Real Madrid y del Atlético, frente a la tienda oficial que estos clubes tienen en la Gran Vía
Las camisetas de fútbol eran algo sagrado hasta hace unos años. Los colores no se tocaban. Quizá las segundas equipaciones podían tener alguna estridencia, pero siempre siguiendo unos patrones. El Real Madrid con su morado, el Barça con el amarillo, el Atlético con el azul… Hasta que las falsificaciones empezaron a tomar parte del negocio de vender camisetas. Los grandes equipos tienen cedida la explotación de su ropa a empresas como Adidas, Nike o Puma. Reciben una cantidad anual en función de sus ventas. Por ejemplo, el Real Madrid recibió 27 millones de euros de Adidas en 2018, al margen del fijo que ya recibe por lucir su marca. El Barça tiene la explotación de las camisetas que le fabrica Nike y su facturación fue de 65 millones de euros, aunque eso le supone hacerse cargo de muchos puestos de trabajo que no tiene externalizados.
El negocio funciona y las mafias lo saben. Falsificar la camiseta de los grandes equipos de Europa o de selecciones importantes es relativamente fácil. Blogs cutres con sede en China o Tailandia han ofrecido durante años camisetas por 20 euros. Si la enviaban de Tailandia podía subir a 25 euros, porque la falsificación era mejor, decían. En Madrid, durante la alcaldía de Manuela Carmena se permitía a los manteros vender falsificaciones de las camisetas del Real Madrid y del Atlético, frente a la tienda oficial que estos clubes tienen en la Gran Vía.
Es cierto que los precios por la ropa oficial de los equipos es cara. El coste medio de una camiseta ronda los 90 euros y ahora ha llegado la moda de vender el modelo exacto que visten los futbolistas por 140 euros. Esas ventas son las que captan al aficionado, las que miden al jugador más cotizado del equipo, las que crean afición.
Esta semana se han puesto a la venta las camisetas oficiales de las selecciones. Hace unas semanas fuimos viendo los nuevos modelos de los diferentes clubes de Europa. En todos los casos se ha perdido el ADN del club y el club se ha dejado porque el dinero manda. El caso que ha despertado todas las alarmas ha sido el de la Juventus. Sus habituales líneas bianconeras se han convertido en unas manchas verticales que, al menos, respetan los colores.
El resto de clubes sufre el mismo problema. El Manchester City luce una especie de mosaicos azules en su primera equipación y estampados de cachemira en la segunda. El PSG respeta los colores, pero el bordado dibuja formas aleatorias. El mismo caso que la camiseta del Bayern, en la que el rojo habitual esta acompañado de calados horizontales.
El Arsenal ha dejado Puma para recalar en Adidas. Su camiseta para la temporada 2020-2021 incluye un fondo de puntas de flecha en dos sentidos. En las rayas de la camiseta del Atlético de Madrid, Nike ha realizado un trazo a mano, de manera que los laterales no quedan rectos. Hasta la camiseta de la selección española luce varias tonalidades de rojo y degradados diferentes.
El Real Madrid se salva por su blanco nuclear, al que Adidas no se atreve a meter mano. Otra cosa son las segundas y terceras equipaciones, donde también hay un sello específico. Nike sí que se atreve con la camiseta del Barça y en los últimos años ha pasado de las rayas finas al modelo arlequinado.
Igual que el dinero impreso pasa por un proceso que lo convierte en único y difícil de falsificar, las camisetas siguen esa línea para hacer frente a las copias
La tecnología ha tomado las riendas de las nuevas temporadas de moda de los equipos de fútbol. Adidas, Nike o Puma, que ha entrado fuerte en el fútbol y quizá sea el destino de Neymar, han invertido mucho dinero en que sus camisetas respeten el medio ambiente, sean ligeras, transpirables y se ajusten al contorno del jugador. Pero también en que los estampados sean únicos en cada prenda. Igual que el dinero impreso pasa por un proceso que lo convierte en único y difícil de falsificar, las camisetas siguen esa línea para hacer frente a las copias.
Desde esta temporada, los aficionados que se gasten 90 euros en una camiseta del equipo de sus amores estarán recibiendo un modelo casi único, porque los detalles de la prenda no serán iguales en otra. Las mafias seguirán con su negocio, aunque tendrán más complicado que las réplicas sean fieles al original y eso, quizá, disuada al comprador. La falsificación de la camiseta de la Juventus será el gran reto de la falsificación esta temporada, con sus líneas negras irregulares.
Camisetas feas pero originales. El negocio del fútbol hace frente a las falsificaciones a costa de robarles la estética a los clubes.
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