Chema Rubio | 10 de julio de 2020
Bousselham quiso grabar en la tarjeta de memoria el vertedero digital de Podemos. Un móvil barato, con Android y una memoria de serie que le puede costar caro a Iglesias.
Lo de Dina Bousselham y Pablo Iglesias es de película de espías. Una asesora venida a más a la que Iglesias se lleva a Bruselas en su primer asalto al cielo. La chica entra de lleno en la turbia vida política y personal del ahora vicepresidente del Gobierno. Una existencia digital plagada de indecencias que ella decide guardar en su móvil.
Pues no.
Dina no guarda todo el armamento contra Iglesias en su móvil. Lo guarda en la tarjeta microSD de su móvil. Y esa es la noticia digital de la semana en la que hay que detenerse. Tener un móvil con ese tipo de memoria extra es normal. Hay terminales con una capacidad limitada a los que esas tarjetas les permiten guardar millones de fotos, contactos, memes, vídeos y todo ese mercadillo digital que llevamos a cuestas.
Podemos trazar un perfil de Bousselham. La tarjeta en cuestión es una Samsung microSD. Las más comunes después de SanDisk. Samsung gana más por sus componentes que por los productos que pone en los escaparates. Que le pregunten a Apple quién fabrica las pantallas de los iPhone. La capacidad era de 32GB. La de menos espacio del mercado, incluso en 2015. No más de 10€ en Amazon, si es que hay alguna. Es decir, que vendría de serie con el móvil de la asesora.
Del dispositivo podemos decir que no era de Apple. Los iPhone no tienen ranura para tarjetas, la única que tienen es para la tarjeta SIM. No son capaces de leer nada externo por las complicadas políticas de Apple para cuidar sus productos y envolvernos más en su ecosistema. Un móvil con el sistema operativo Android, abierto a todo tipo de aplicaciones más o menos fiables, con una ranura para la tarjeta SIM y otra para una microSD. Ya en 2018 llegaron los terminales con una ranura para dos SIM o SIM y microSD en la misma pestaña.
Dina en las eurocloacas de Podemos
Más cosas. Dina quería que todo lo que pasaba por ese móvil fuese a su tarjeta. Esos móviles vienen con la memoria interna como predeterminada en la mayoría de los casos y tiene que ser el usuario el que cambie las opciones e, incluso, tenga que formatear la tarjeta dentro del móvil para que empiece a leer y a grabar información.
Es raro que la asesora de Iglesias se conformase con una tarjeta con tan escasa capacidad cuando se ha sabido que el hedor de esos chats de WhatsApp y Telegram era nauseabundo por los comentarios de macho alfa del líder morado y sus compinches.
Ahora empieza una maraña de mentiras y medias verdades propias de los fontaneros de cada uno de los Gobiernos que han pasado por España. Cuentan que a Dina le roban el móvil en el Ikea de Alcorcón y que la microSD acaba en el despacho de Antonio Asensio, responsable del Grupo Zeta. Asensio se la da a Iglesias y le pide que se olvide. Pero luego aparecen copias de su contenido en casa del patrono de los albañales patrios, el comisario Villarejo. Iglesias se queda la tarjeta varios meses, porque asegura que una mujer de 24 años como Dina no debía soportar más presión de la que tenía. Él piensa por Dina. Y el feminismo calla.
Sea como fuere este laberinto digital, Iglesias entrega la microSD a Dina con un lateral deteriorado y asegura que ya estaba así. Un argumento de una madurez pasmosa. Por las imágenes, parece obra de un mechero, pero el plástico no se ha estropeado. Otra opción es el microondas, pero entonces no tendría daños externos. Lo que está claro es que, por muy inexpertos que sean en el mundillo de la tecnología, ni Bousselham ni Iglesias formatearon la tarjeta en su ordenador. Ese borrado es superficial y cualquier programa gratuito es capaz de recuperar el contenido.
También pudieron recurrir a un formato de más nivel, algo que puede hacer un Mac o simplemente eliminaron las carpetas y no formatearon. El juez quiere ir hasta el final y poner luz sobre las mentiras de la extraña pareja europea. El daño físico a la microSD puede convertirse en un daño político grave a Iglesias, que ha querido jugar al límite. Es lo malo de la tecnología, siempre hay un rastro para seguir.
La Policía Científica investiga si la tarjeta que entregó Iglesias a Bousselham fue destruida en un microondas https://t.co/GY7IkJXN3Y pic.twitter.com/UwFAhJBeXr
— Libertad Digital (@libertaddigital) June 3, 2020
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El chino de los móviles ha llegado. Se acabó el «bueno, bonito y barato». Hay que saber qué se necesita para saber qué comprar.