Chema Rubio | 14 de febrero de 2021
Google compró Fitbit en enero de 2021 y un mes después firma un acuerdo histórico con la NASA para que las pulseras de actividad prevengan contagios de la COVID-19.
Google compra Fitbit. La NASA cierra un acuerdo con Fitbit para dar el salto de calidad definitivo en las pulseras de actividad. Apple se queda mirando la jugada mientras decide si van por delante o van por detrás de Google en este movimiento de ajedrez.
Todo empezó en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, en enero de 2021. Uno de los miles de estudios que se están haciendo para conocer de cerca cómo funciona la COVID-19 llegó a la conclusión de que el Apple Watch podía predecir con varios días de antelación la enfermedad.
El medidor de frecuencia cardíaca es lo que abre la puerta a diagnosticar coronavirus en el dueño del Apple Watch
Dieron valor al reloj inteligente de Apple porque el hospital requería tener iPhone o Apple Watch para el estudio. Y también por aquello de que Estados Unidos cierra filas con su multinacional tecnológica de cabecera, pero la realidad es más simple. El medidor de frecuencia cardíaca es lo que abre la puerta a diagnosticar coronavirus en el dueño del Apple Watch o de cualquier otro dispositivo del mercado que mida este parámetro. Y el mercado está saturado de este tipo de aparatos. Relojes o pulseras inteligentes con unos diodos en la parte que se fija a la piel para contabilizar las pulsaciones. El Apple Watch tiene ocho luces, cuatro verdes para medir la frecuencia cardíaca y cuatro rojas para medir el oxígeno en sangre. Su corona es capaz de hacer electrocardiogramas.
Los síntomas de la COVID-19 tienden a parecerse a los de la gripe. Ese malestar comprende un aumento de pulsaciones producidas por la fatiga. Ese indicador de estrés en el paciente desataría el aviso de que puede existir un positivo. Los voluntarios tenían que ser mayores de 18 años y recibían 50 dólares a cambio de participar en el programa Warrior Watch Study.
El segundo protagonista de esta historia es Google. Los de Silicon Valley siguen sin ofrecer productos físicos de calidad. Los altavoces empiezan a entrar en el paisaje de algunos hogares, pero sus móviles, auriculares o su videoconsola Stadia se resisten. Si no pueden fabricar, hay que comprar. La oferta por Fitbit alcanzó los 2.100 millones de dólares en enero. La empresa de San Francisco (California) se puso de largo en 2007 comercializando pulseras de actividad que apenas daban la hora y que contaban los pasos en función de las sacudidas de la mano. Años después, la empresa es un referente y ha logrado sobrevivir al reloj de Apple y a la avalancha de productos chinos que hacen lo mismo y son más baratos.
El Wear OS es igual de perjudicial que Android para los dispositivos. Sistemas operativos que no tienen en cuenta dónde operan y consumen todos los recursos
Google no compró pulseras de actividad. Compró una marca que solo hace pulseras de actividad o relojes. Nada más. Y también adquirió una marca fiable con mucha penetración entre los mayores de 50 años, que se lanzaron a por ellas para controlar su salud y su forma física sin gastar mucho dinero.
Lo que haga Google con Fitbit es un misterio. Quizá potencien sus productos, quizá salgan con una nueva línea innovadora… Lo que no deben hacer es insistir en su sistema operativo para relojes inteligentes. El Wear OS es igual de perjudicial que Android para los dispositivos. Sistemas operativos que no tienen en cuenta dónde operan y consumen todos los recursos.
Un aprendiz de médico que puede salvar muchas vidas. El resto solo miden las pulsaciones. Que no está mal
Lo que importa es la salud. Ahí Apple y Google han encontrado el nuevo filón. Apple lidera la carrera. Su Series 6 mide las pulsaciones, hace electrocardiogramas y estima el oxígeno en sangre. Un aprendiz de médico que puede salvar muchas vidas. El resto solo miden las pulsaciones. Que no está mal. Es verdad que hay relojes que hacen mucho más que el de Apple. Incluso fijan franjas de rendimiento y también dan el O2 en sangre, pero es tecnología específica para hacer deporte que no compra el gran público.
Ahora la NASA adquiere cuatro mil pulseas de Fitbit y las repartirá entre empleados y 150 astronautas. El acuerdo tiene mucho titular, porque es la agencia espacial americana y la tecnológica Google, pero es un efecto de marketing perfecto para recordarle a la gente que su pulsera existe y la llevan los de la NASA.
Mientras, hospitales como el Monte Sinaí seguirán poniendo a prueba los relojes para ver si son tan inteligentes como parece. Si un dispositivo anclado a nuestra muñeca será capaz de predecir COVID-19 o cualquier otra enfermedad por sus mediciones, podremos decir que se ha dado otro pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad.
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