Chema Rubio | 19 de diciembre de 2020
La historia de Paco, un suscriptor de pata negra. Los 400 euros al mes que desembolsa en tarifas de todo tipo son necesarios para él. De algunos contratos ni se acuerda de año en año pero, como él dice, «merece la pena».
La vida es una tarifa plana. Un goteo constante de gasto. La sociedad de las suscripciones nos ha mutado. Ya no vivimos para trabajar, ahora trabajamos para poder vivir y pagar los aranceles de sacar el móvil del bolsillo.
Empiezo el día escuchando un pódcast de Ivoox, pero no cualquier pódcast ni de cualquier manera. Mucho mejor si es con buena calidad de audio, si el contenido es exclusivo y si no tiene publicidad. Además, puedo seguir la escucha en otro dispositivo en el mismo punto donde lo dejé. Son 9,99 euros al mes. Hay que tenerlo.
Pero mi mente necesita música. De Manolo Escobar a C. Tangana, villancicos o el hit del verano. También sin anuncios, por supuesto. Y si puedo elegir las listas y reproducirlas sin consumir datos, mejor. Merecen la pena los 9,99€ al mes. Ya llevo 20 euros y no son las 12 de la mañana. Orgullo de ser consumidor.
Sé leer, pero no tengo tiempo para coger un libro. Me suscribí a Kindle por 9,99 euros al mes, pero no me gusta esa sensación de no tener el libro en mis manos. El olor a papiro. Por las mañanas en el transporte público estoy pendiente del pódcast, pero me gustaría que José Coronado me leyese El valle del terror de Arthur Conan Doyle. Y qué hay mejor que volver a escuchar a Emilio Aragón releyendo los cuentos que contaba su padre, Miliki. Audible son otros 9,99€ al mes, pero voces como estas merecen la pena.
Sé leer, pero tengo tiempo para coger un libro. Me suscribí a Kindle por 9,99 euros al mes, pero no me gusta esa sensación de no tener el libro en mis manos
Toda la vida escribiendo en Word y rellenando Excel como para ahora tener que pasarme a herramientas gratuitas que no puedo compartir con nadie ni se cómo funcionan. Microsoft me quiere y me quiere cada mes a cambio de 7 euros. Me ofrece un montón de programas que no sé para que sirven, pero ahí están por si acaso. Teams me ha venido bien para hacer reuniones online en esta pandemia. Un dinero que merece la pena invertir. Casi 40 euros y ya estoy sentando en mi despacho.
Las series de TVE o de Antena 3 tienen demasiados anuncios y se me hace muy tarde. Ya no está de moda ver la tele en directo, como mucho el fútbol. La Casa de papel se ha pasado a Netflix y ya van dos temporadas y más de 50 capítulos. No me puedo perder House of Cards para ver cómo Netflix enterró a Kevin Spacey sin esperar a una sentencia que lo acabó exculpando de todos los cargos. Por 8 euros al mes, merece la pena. Igual que los 5 euros de Apple TV, que empezaré a pagar cuando pasen los tres meses gratis. Defender a Jacob es una obra maestra de las tramas judiciales. En HBO tengo pendiente ver el documental de mi héroe Jesús Gil y la serie Patria, aunque ya he escuchado las 21 horas del audiolibro. Buen encargo el que le hicieron a Aramburu. Por 9 euros merece la pena tener a mano un montón de series buenas. ¿Qué me hacen 62 euros en el bolsillo si puedo invertirlos en cultura?
He descubierto que los 36 euros anuales de Amazon Prime incluyen Amazon Prime Video. Un catálogo amplio de series y películas. Lo último de Santiago Segura está gracioso, pero lo bueno es que tienen la saga de Torrente. También quiero ver el documental de Fernando Torres y cómo le pasa factura a Simeone. He visto las series McMafia y Startup y merece la pena cada euro de la suscripción.
Ver la Premier League, a la vez que LaLiga y la Euroliga, a la vez que la Champions, es complicado pero imprescindible para estar al día
Los 140 euros que pago por el fútbol en Movistar+ no me llenan. Ver la Premier League, a la vez que LaLiga y la Euroliga, a la vez que la Champions, es complicado pero imprescindible para estar al día. La mejor liga del mundo, algún partido de MLS de madrugada y las motos por 9,99 euros al mes merecen la pena. Se paga y ya está. Son 75 euros en contenido de calidad.
En junio de 2020, El Corte Inglés se puso las pilas con el tema de los envíos. He comprado cosas que nunca me han llegado o que los repartidores han perdido. Ahora me aseguran que por 19,90 euros al año puedo seguir consumiendo y que los productos estarán en casa en dos horas. Otro servicio que merece la pena. Un pago así, al año, ni se nota.
Siempre me ha gustado Photoshop para editar fotos y hacer memes graciosos para compartir con mi cuñado. Adobe es la empresa que gestiona ese programa y ha sacado una versión para el iPad y para el iPhone. Me parece un poco caro pagar 60 euros al mes por editar fotos de Julio y de Pablo (Iglesias) pero, una vez metida la tarjeta, ni te acuerdas. Merece la pena.
Y todas esas fotos que hago con el móvil, las que me manda la familia o los gigas de imágenes y vídeos que se descargan automáticamente de WhatsApp me saturaron el móvil. Descubrí Dropbox y ya no tengo problemas de espacio, porque todo se sincroniza sin que yo haga nada. Me pareció barato pagar 9,99 euros al mes por tener el móvil a salvo. Llevo ya unos 100 euros entre suscripciones mensuales y anuales. No hago cuentas. Todo es necesario y me hace la vida más fácil.
He terminado el partido de mi suscripción online al FIFA y mi rival me ha escrito por privado para felicitarme. FuckU, loser, me ha dicho el primer amigo virtual que tengo
En mi tiempo libre juego a la videoconsola. Primero tenía la PlayStation y el FIFA, pero me aburrí de jugar contra la máquina y me hablaron de una suscripción mensual para jugar con frikis de todo el mundo. Pagué los 60 euros anuales, pero apenas pude terminar el primer partido. Hay mucho nivel y se pasan el balón muy rápido. Mereció la pena el desembolso para conocer el mundo del juego online, aunque no me devolvieron nada. Ahora me he pasado a la Xbox, porque me cobran lo mismo por jugar en línea, otros 60 euros anuales. Esta vez he terminado el partido y mi rival me ha escrito por privado para felicitarme. FuckU, loser, me ha dicho el primer amigo virtual que tengo. Como no me gusta ir a comprar juegos físicos para no consumir plásticos y evitar dañar el medio ambiente, me he suscrito por 12,99 euros al mes a Xbox Game Pass para jugar a tope a todo. La mayoría son juegos descatalogados o de temporadas pasadas. Hay uno de pinball que hace que merezca la pena el desembolso.
La última tarifa plana que he pagado ha sido por una agenda, libreta, planificador de Moleskine que he encontrado para el móvil. Hay que cuidar los árboles y me paso al tema digital. 14 euros al año no me suponen mucho gasto y de vez en cuando tomo notas y la utilizo.
Con todo esto de la pandemia, he decidido dejar de pagar los 55 euros mensuales del abono transportes de Madrid. Me he comprado un eléctrico con una tarifa plana baratísima. Por 250 euros al mes tengo todo menos la gasolina. Una ganga.
En un año me dejo unos 4.000 euros en abonos, sin contar con el del gimnasio, que sigo pagando pero me da cosa ir. Aproximadamente el 20% de mi sueldo anual acaba en pagos obligados de los que, a veces, ni me acuerdo que tengo activados hasta que no me llegan los cargos. Y ya es tarde. Me da la sensación de que no le saco partido a las cosas, bueno, a casi nada. Hay meses que me propongo utilizar todo pero me vence el sueño, el hambre y dijo el médico que empezaba a tener agonía emocional y estrés agudo. Eso sí, merece la pena. O eso dicen.
Assassin’s Creed Valhalla es el decimotercer juego de la saga, que ahora transporta al jugador a la Noruega y la Inglaterra del siglo IX. Las cruzadas, el Renacimiento o la Guerra de la Independencia americana han sido los últimos escenarios de una producción que trasciende de las videoconsolas.
Los 22 ministerios del Gobierno Sánchez-Iglesias han saturado los portales oficiales con páginas sin certificados de seguridad, compartidas entre sedes o sin contenido que ofrecer. Las carteras de Yolanda Díaz e Irene Montero ponen en riesgo al usuario.