Chema Rubio | 22 de noviembre de 2020
La fiesta del consumismo debe ser celebrada este año como nunca. La pandemia está hundiendo al comercio y fechas como esta pueden ayudar a que las cuentas de las empresas pasen de números rojos a números negros.
El Black Friday 2020 es el más necesario de la historia. Este rito americano del que nos apropiamos en 2012 ha tenido siempre esa esencia yanqui que le da a todo un toque de estar a la moda. Como si nuestras rebajas de siempre necesitaran un incentivo más.
En su día se trataba de adelantar los descuentos para empezar el periodo de ventas a finales de noviembre y «darlo todo» durante diciembre. Papa Noel y los Reyes Magos han sido siempre el dispendio social. El momento en el que las pagas extra libres de impuestos volaban a golpe de tarjetazo con regalos para toda la familia. Las grandes superficies comerciales sacaban su hoja de ruta: Black Friday, Días de Oro, Ventas Privadas y las Rebajas. Mantenían al cliente en sus escaleras mecánicas de noviembre hasta febrero. Y les aplanaban la cuesta de enero con créditos que podrían pagar en varios meses sin apenas intereses. España iba bien.
Pero la pandemia ha arrasado con todo ese sistema de ventas y descuentos. España se apagó el 14 de marzo y ya nada volverá a ser igual. Quizá, distinto, pero no igual. Las rebajas de verano fueron con cita previa, si es que la tienda de turno seguía en pie. Las ventas se desplomaron. La ropa de entretiempo sigue en los percheros y a duras penas se ha vendido la de invierno.
El Black Friday de 2020 tendrá que esperar a 2021 para que los ofendiditos del consumismo se manifiesten
El Black Friday se convierte en el plan de desescalada de la economía para este final de año 2020. Los Gobiernos autonómicos tienen que decidir qué hacer con la gente en estas fechas tan señaladas. Tradicionalmente, el puente de diciembre es un momento histórico para que el turismo nacional se acerque a la capital un par de días y compre regalos, coma en restaurantes o vaya a musicales. Si todo eso se limita por los cierres perimetrales, el Black Friday pasará a internet y al comercio electrónico.
Estos viernes negros que se celebran desde hace casi 10 años están dedicados a la tecnología. Es el primer gasto importante del periodo y el márquetin enseña sus productos más valiosos ahora que hay dinero en los bolsillos. Televisiones, ordenadores, móviles, cámaras de fotos, videoconsolas, tablets… Todo empieza en 300 euros y subiendo. Microsoft y Sony ponen a la venta a lo largo de noviembre de 2020 sus nuevas consolas a 499 euros por modelo. Apple deja para el último trimestre del año la presentación de sus nuevos iPhone, Mac, iPad o Apple Watch. Hasta la GoPro presentó en octubre el noveno modelo de su cámara deportiva por unos 400 euros.
Si el consumo aumenta este final de año gracias al Black Friday y a la Navidad, quizá no estemos tan mal en 2021
Si el consumo aumenta este final de año gracias al Black Friday y a la Navidad, quizá no estemos tan mal en 2021. Pero el consumo depende del trabajo y la caída ha sido catastrófica en lo que va de año. ERTE, bajas de autónomos, cierres de comercios, hasta el Barça ha avisado que podría entrar en concurso de acreedores. Las colas de hambre cada vez son más largas. La innecesaria «paguita» de Pablo Iglesias se convierte en ingreso vital y muy necesario del ministro José Luis Escrivá. Una cosa es vivir del cuento y otra que te ayuden a vivir para poder contarlo.
El que tenga, que gaste. En la medida de sus posibilidades y sus necesidades. El Black Friday de 2020 tendrá que esperar a 2021 para que los ofendiditos del consumismo se manifiesten. Este año toca moverse por el pequeño comercio y por las grandes empresas. Porque todas soportan el tejido empresarial de España y forman parte del paisaje económico. Porque de ellas viven miles de familias, intermediarios, transportistas y hasta medios de comunicación.
El viernes negro tiene que hacer honor a la historia de su nombre y convertir los números rojos en números negros.
Assassin’s Creed Valhalla es el decimotercer juego de la saga, que ahora transporta al jugador a la Noruega y la Inglaterra del siglo IX. Las cruzadas, el Renacimiento o la Guerra de la Independencia americana han sido los últimos escenarios de una producción que trasciende de las videoconsolas.
Microsoft pone a la venta dos nuevas consolas con características complementarias que confunden al comprador.