Chema Rubio | 24 de enero de 2021
La liga española busca en los youtubers enganchar al público más joven que prefiere los eSports y, de paso, mejorar las audiencias de una competición que se ha devaluado. En 2022 hay nueva venta de derechos y más posibilidades.
Primero fue Josep María Bartomeu y ahora Florentino Pérez. Real Madrid y Barcelona han abierto el desagüe del fútbol español, porque los números no les salen. Ni antes de la pandemia ni, mucho menos, ahora. Sus balances no son malos, pero pueden ser mejores. Los datos de las audiencias les dejan ver un bosque de árboles de los que cuelgan millones de euros. La UEFA no negocia y amenaza a los jugadores si sus clubes disputan la Superliga, pero la realidad es tozuda.
La pinza sobre la liga española tiene muchos protagonistas. Las dos locomotoras que quieren crear la Superliga de clubes. El público que ha desaparecido de las gradas por la crisis sanitaria. El público al que ya le costaba ir al fútbol antes de la pandemia. El barullo de horarios y competiciones que tiene el aficionado. Las bajas audiencias de televisión de los partidos que no sean del Real Madrid o del Barça. La falta de fichajes mediáticos. La salida de jugadores como Neymar o Cristiano Ronaldo o, quién sabe, si la de Messi. A esto hay que sumar la peligrosa brecha que se empieza a abrir con los eSports. El público joven se ha enganchado a ver el fútbol virtual y a escuchar las narraciones de caster como Ibai Llanos, Ander Cortés o Ulises Prieto.
LaLiga es la organización que gestiona el fútbol de Primera y Segunda división en España. Los encargados de ordeñar la vaca del deporte rey para sacarle todo el beneficio posible. Ellos no han visto un enemigo en los eSports. Todo lo contrario. Han abierto un canal en Twitch que ya suma 2,5 millones de seguidores, han potenciado ligas virtuales, retos, campañas promocionales, incluso han permitido a los equipos que formen una división de jugadores profesionales para competir a nivel mundial jugando al FIFA. Pasan los años y no pueden aceptar que el fútbol sea un producto para un público de más de 40 años.
La batalla por los audios de los partidos se empezó a librar hace más de una década. La SER era la única opción para escuchar los partidos, porque el fútbol pertenecía a PRISA. Con el paso de los años, el resto de las emisoras ha logrado colar sus narraciones, también en las distintas lenguas oficiales, incluso el Real Madrid ha peleado por tener su propio audio. En su caso, alegan que son los únicos que saben contar objetivamente las gestas de su equipo (y los únicos que siempre encuentran a un culpable en sus derrotas).
Ibai Llanos tuvo una audiencia en las campanadas de fin de año superior a la dupla hortera de Chicote y Pedroche
Ahora llega LaLigaCasters, donde los mejores influencers, youtubers o streamers del panorama nacional narrarán un partido por jornada. Twitch es una plataforma de streaming propiedad de Amazon donde se puede ver cómo otros juegan a videojuegos en directo, partidos de otros deportes, un programa desde el salón de una casa o las campanadas, donde el propio Llanos tuvo una audiencia superior a la dupla hortera de Chicote y Pedroche.
Pedro Bonofiglio es uno de los mejores narradores de fútbol en España. Ha dado voz a grandes partidos nacionales e internacionales en esRadio, Punto Radio, Onda Madrid, en la radio argentina TyC Sport… Su faceta más conocida es la de ser el speaker del Real Madrid de baloncesto desde hace 12 años. Una anécdota: Ettore Messina, entrenador blanco de 2009 a 2011, le agradeció en su día una milagrosa remontada gracias a su forma de meter al público en el encuentro.
Esa capacidad de interactuar con la audiencia le ha permitido dar el salto de la locución de fútbol y baloncesto al caster de eSport. La radio y la tele agonizan tal y como las conocemos. El cambio no fue fácil, «en su momento pensé que esto no era para mí, porque yo nunca había jugado a videojuegos de deporte. Cuando me encuentro con este producto, estuve a punto de cerrarme la puerta por miedo. Pero me lancé a ver qué pasaba y ahora estoy dentro de una habitación con tres monitores, auriculares, mesa de mezclas, capturadora de vídeo…».
Cuando narraba en la radio me tenía que contener. En el mundo del caster vuelvo a ser yo, hago chistes, bromas… un espectáculoPedro Bonofiglio, caster
Desde su canal de Twitch hace narraciones de partidos de FIFA o narra baloncesto en directo con los comentarios de otros especialistas. Su voz también es la de pequeños clubes deportivos que quieren llegar a su afición retransmitiendo en streaming sus partidos. «Es un mundo distinto. Son muñecos virtuales. Cuando entré a narrar en las radios españolas, me até porque estaba rodeado de grandes nombres, mucha audiencia, especialistas… y me tenía que contener. Así fue como trabajé durante muchos años. Cuando encuentro este mundo no cambio, vuelvo a ser yo. Me río, hago chistes, bromas… hago un show, un espectáculo. Es lo que hacía en Argentina antes de llegar a España».
LaLiga quiere estrellas del streaming contando sus partidos. Es la única manera de atraer espectadores jóvenes a su producto. Se han metido en una espiral peligrosa de manosear el fútbol. Hemos dado por buena la campaña de imagen antes y después del partido. Los periodistas han permitido preguntar al dictado de la propia competición y asumen las consecuencias de salirse del guion. Ahora llega el turno de influir en el juego con una cámara especial para el aficionado que está en casa, donde los jugadores tienen la recomendación de ir primero a celebrar los goles.
Las nuevas locuciones de los partidos que hagan los youtubers o streamers de turno deberían levantar las audiencias. Y esos datos deberían dar valor al fútbol español para que la próxima venta de derechos de 2022, al menos, iguale lo pagado. Superar los más de mil millones de la Premier es imposible, porque el nivel del fútbol español ha bajado. Y esto no lo arregla la tecnología, lo arreglan los buenos fichajes. Pero siempre quedará Twitch. Amazon ya emite por esta red social un partido de Premier a la semana, por lo que pagó unos 100 millones de euros por 60 partidos.
Real Madrid y Barcelona son los equipos de los que depende el fútbol español. Su presencia en cualquier estadio supone cuadruplicar los espectadores que se ponen delante de la televisión. Un Alavés-Sevilla suma 207.000 espectadores. Un Osasuna-Real Madrid alcanza los 862.000. El último Valladolid-Elche tuvo 48.000 espectadores. Si sacamos de la ecuación a los dos grandes, nos queda un Atlético-Sevilla con 600.000 aficionados viendo ese partido entre semana. En noviembre de 2020, Movistar LaLiga congregó al 0,5% de share viendo partidos de fútbol en los que no hay público y el audio inteligente del FIFA ya no seduce igual.
Si LaLiga coarta o censura a los caster para cuidar esa falsa imagen de fútbol moderno, no durarán ni dos jornadas
En la RFEF vieron clara la jugada de la nueva Supercopa. Un torneo donde siempre estén Real Madrid y Barcelona, porque eso les asegura más de un millón de espectadores, si se emite por una plataforma de pago, y hasta siete veces más audiencia, si alguna televisión en abierto es capaz de pagar y amortizar esos partidos. La final de 2021 tuvo 1.400.000 espectadores en la final entre el Barça y el Athletic. Un millón vio la semifinal que perdió el Real Madrid ante el equipo vasco.
A esas cifras y a esos hábitos habría que sumar el tirón del caster. Ibai Llanos tiene casi cinco millones de seguidores en su canal de Twitch. Y en sus directos de más de dos horas puede tener unos 700.000. La gran pregunta es si estos tipos encajan con el gran público que ve el fútbol. Si se van a cortar o van a ir al límite, como suelen hacer, y que es la salsa de sus directos. Palabrotas, insultos, descalificaciones… todo muy hooligan. Si los coartan y los censuran para cuidar esa falsa imagen de fútbol moderno, no llegan a Semana Santa.
LaLiga sabe que el fútbol está viviendo una transición. La tecnología ya forma parte del rey de los deportes y es la única que puede captar nuevos aficionados. Pero ya no será fútbol, ni será LaLiga.
El boicot de Amazon, Google y Apple a la red social descubre un entramado de competencias desleales entre plataformas y una manera de quedar bien con los ofendidos por todo.
A Google le hemos preguntado en 2020 qué demonios era eso del coronavirus, pero también cómo se hace el café Dalgona, de qué va 365 Dni o por el suicidio de 三浦春馬.