Jorge Solana | 14 de mayo de 2021
El vino estrella de las bodegas madrileñas Licinia tiene una elaboración especial. Un acompañante perfecto para una jornada de enoturismo. Un plan que marida de forma excelente con patrimonio, naturaleza, historia, cultura.
El enoturismo de España ha sido un sector muy castigado por la pandemia durante este último año. El turismo del vino, como otros tipos de turismo, ha sufrido la caída de los ingresos por la falta de viajes y movilidad de los ciudadanos.
Todos los que nos dedicamos de una forma u otra a este sector hemos tenido que reconvertir algunas de nuestras actividades. Y hemos recurrido en muchos aspectos a la cultura del vino, como la vuelta a ese origen que tanto necesitamos en estos días.
La cultura del vino, el consumo de vino, apreciar el vino, que el vino está de moda, ya es un hecho en nuestro país. O podríamos decir que ya es de nuevo una gran noticia. En un momento en el que no podíamos desplazarnos fuera de nuestras regiones, hemos descubierto el turismo rural, el turismo cercano, el enoturismo como algo esencial.
Licinea
Bodegas Licinia
D.O. Vinos de Madrid
Variedad: Tempranillo, cabernet sauvignon, syrah, merlot
23,50€
En este sentido, el turismo del vino, las bodegas, han encontrado a unos visitantes de cerca de sus lugares que antes no tenían. En primera persona, me gusta más viajar lejos que cerca, al menos antes. Ahora he descubierto todo lo que tengo alrededor que todavía no conozco. Me dedicaré a ello.
Una de estas experiencias, de estos viajes cercanos, la tuvimos hace unos días. El Aula Cultural del Vino de la Universidad CEU San Pablo, organizada por la sección de Actividades Culturales del Vicerrectorado de Alumnos a través de Enoturismo 360, salió de las aulas para darse un paseo cultural, patrimonial, histórico, cultural por una de las zonas de producción de vino de Madrid.
Pude, junto a un grupo numeroso de alumnos, disfrutar de un enoturismo muy cercano en Bodegas Licinia y Bodegas Mus, en Morata de Tajuña. Cercano, porque está apenas a media hora de Madrid. Toda una gran ventaja. Cercano, porque las explicaciones de uno de sus dueños, Víctor Algora, fueron de amigo. Todos y cada uno de los bodegueros de España me han demostrado que su trabajo es su pasión. En el día a día, lo transmiten al vino y a las historias que nos cuentan a los que visitamos sus bodegas.
La visita comenzó en el viñedo. Aquí es donde nace el vino. El cuidado de la vid, lo que hacemos con ella, es el preámbulo de lo que será el líquido que tendremos en la botella. La visita a la bodega y a los sistemas de elaboración se completó con una estupenda cata al aire libre. El tiempo acompañó y qué mejor manera que estos entornos al aire libre para poder liberarnos un poco y con respeto y seguridad de la situación que vivimos.
Siempre me gusta relacionar el enoturismo con todo el turismo que lo rodea. En este caso, tras la visita a la bodega, nos fuimos a dar un paseo por Chinchón. Una de las joyas del turismo de la Comunidad de Madrid. Este municipio, que es conocidísimo por su plaza, en la que se celebraban las ferias de ganado, fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1974.
Si marido Morata de Tajuña, Bodegas Licinia y Chinchón, el vino que elijo para disfrutar de un atardecer en la plaza de este municipio madrileño es Licinia. Un vino con una elaboración especial. Es el vino estrella de estas bodegas. Todas las variedades abordan sus procesos de fermentación por separado, para luego realizar un ensamblaje con tempranillo, cabernet sauvignon, syrah, merlot. Tiene un proceso de crianza de entre 15 y 18 meses en barrica de roble francés y se embotella sin un proceso de filtración.
La cultura del vino se acerca a nuestras vidas, la podemos acercar cada día. No está lejos. El enoturismo es un turismo que marida de forma excelente con patrimonio, naturaleza, historia, cultura. Aprovechemos para disfrutar de un viaje cercano, en el tiempo y en la forma.
Habla del Mar es un vino pionero, innovador, de una bodega conquistadora que ha revolucionado las formas de concebir los procesos de producción.
Swinto es un vino que nos hace levantar un poco el vuelo tras una fermentación alcohólica de 7 días, una maceración de 28 días y tras pasar 15 meses en barricas de roble francés para la fermentación maloláctica.