Pablo Muñoz Díaz | 29 de mayo de 2018
El autor habla de una etnicidad, la catalana, pero dentro de un conjunto cultural mayor que es España. Entre las subculturas y la cultura que aglutina a todas pueden existir roces de vecindad y pertenencia, pero desde una visión entre la medicina y la psicobiología del comportamiento, sin apasionamientos pese a lo que diga su título, es de agradecer una nueva visión sobre el independentismo catalán que no caiga en las manidas explicaciones de otros científicos sociales, basadas en agravios históricos de difícil argumentación.
Comienza el catedrático Adolf Tobeña la obra dando explicaciones de por qué una conferencia suya fue tal mal entendida y de la necesidad de encontrar otras explicaciones al aumento de los partidarios de que Cataluña se desgaje de España. Es sorpresivo que este fenómeno se dé en una sociedad económica y tecnológicamente avanzada con un fuerte autogobierno. ¿Por qué en esta época? y ¿cómo ha llegado a ocurrir este evento? Son cuestiones a las que alude en varios de los capítulos del libro.
Con suma precisión, se van desgranando las propensiones gregarias de los seres humanos, junto con sus vectores determinantes que hacen que tengamos “conformidad social y obediencia a la presión de los colegas y convecinos, así como fenómenos de agregación y cascada de opiniones en las redes sociales”. Así, van pasando, a través de las páginas del libro, los estudios de Solomon Asch, los experimentos de Gregory Berns, las investigaciones de Vasily Klucharev y los experimentos de arrastre memorístico del Instituto Weizmann de Tel Aviv para ver su relación con el gregarismo cohesionador.
Posteriormente, nos habla del poderosísimo poder que tienen los medios de comunicación social como canal de adoctrinamiento de las élites políticas y económicas de dicha región, a la luz de los recientes hallazgos de la neurología. Toda esta realidad social tiene su sustento en fenómenos psicológicos como el “parroquialismo”, que hace que veamos con mejores ojos a nuestros vecinos, conocidos y amigos que a los extraños, los que no se encuentran en nuestro entono etnocultural y, a la vez, que despreciemos a los que están fuera de ese ámbito. Bueno y, si creían que los seres humanos somos libres para actuar en esos aspectos, el profesor Adolf Tobeña demuestra con los resultados de estudios empíricos el papel determinante de las hormonas segregadas por el cerebro, concretamente la oxitocina, en esos comportamientos de favoritismo grupal.
“Cataluña Hoy”. Análisis transitorio sobre la deriva independentista en busca de soluciones
Los influencers catalanistas han sabido aprovechar todos estos estudios de la naturaleza humana para crear un sentimiento de autoestima en los grupos sociales catalanes por el que se piensa que cualquier tipo de expectativa es alcanzable, incluso la consecución de un nuevo Estado europeo. Con todo ello, hay que tener en cuenta la importancia de los automatismos de arrastre de opinión por la presión social que se producen de manera inadvertida por el sujeto -ciudadano en contextos de alta impregnación dogmática-.
Como ejemplo de acciones conducentes a elevar la moral poblacional podemos poner, como botón de muestra, “la vía catalana”, que recorrió los lindes de dicha región autónoma con personas entrelazadas por los brazos y que tuvo gran repercusión mediática mundial. Y, si aún quieren más ejemplos, también podrán recordar las manifestaciones masivas del 11 de septiembre. Era una exhibición en toda regla de que habían conquistado la calle y de que los espacios públicos eran suyos.
Todo este poder de los medios, al que el autor denomina “somatén mediático”, se basa en una apabullante calidad de sus programaciones, que hace que el espectador las prefiera sobre otras de carácter nacional constitucionalista y a la descalificación del adversario en los debates eligiendo a tertulianos poco avezados a los que se trata como seres marginales o exóticos. Se está consiguiendo una “sobresaturación brutal” que refuerza una obediencia mayor de la ciudadanía preconvencida para que produzca una presión social al resto de los estratos sociales.
El adoctrinamiento no acaba ahí, sino que con campañas como “cuelga de tu balcón la estelada y no la quites hasta conseguir la independencia” seguía la presión social hacia las personas más prudentes y el crecimiento de los más reaccionarios, al más puro estilo goebbelsiano. El autor vuelve a hacer un alarde de profundización y va mostrando diferentes estudios sobre el uso de la bandera en la vida cotidiana y en los espacios públicos como precursor de una identidad social independentista.
En 2012, después de estas ostentaciones de fuerza, Artur Mas perdió su base electoral mayoritaria y tuvo que acogerse a las tesis secesionistas de los partidos independentistas, cuya primera medida fue convocar un referéndum de autodeterminación para finales de 2014. En palabras del autor, “la extrema fragilidad de una España en bancarrota abrió una oportunidad para alzarse con el poder soberano por parte de élites vinculadas al gobierno autónomo catalán; amplios segmentos de las clases medias y los estamentos profesionales les siguieron en ese empeño y de ahí surge el pulso secesionista con expectativas de victoria”.
Ja he votat. Junts som imparables defensant la democràcia. pic.twitter.com/mGXf7Qj1TM
— Gerard Piqué (@3gerardpique) October 1, 2017
La crisis de 2008, junto con unos desastrosos gobiernos de izquierdas, supuso una ventana de oportunidad para el independentismo radical. Todo fue posible porque una mayoría “resistencial agazapada” permanece callada y resignada. Por su parte, el Barça ayudó a la internacionalización de las reclamaciones soberanistas. Todo ello propiciado por las élites culturales catalanas.
El Parlamento catalán fue ganando la partida al Gobierno central al dejar que este se enrocase en la imposibilidad de referéndum porque la Constitución vigente lo impedía. También supuso, erróneamente, que el nacionalismo era maleable según se mejorasen las condiciones sociales de una región y se dieran grandes ventajas a su población. Como contramedidas, el doctor Adolf Tobeña enumera las siguientes acciones, con las que termina su estudio: