Antonio de la Torre | 27 de abril de 2017
Luis Cueto y Álvarez de Sotomayor, coordinador de la Alcaldía de la ciudad de Madrid y sobrino de Manuela Carmena, quiere que Madrid sea conocida como la ‘Miami de Europa’, aunque las diferencias son abismales.
Leía una entrevista de hace unos días en la que Luis Cueto y Álvarez de Sotomayor, coordinador de la Alcaldía de Madrid -90.000 € de sueldo (más otras prebendas, supongo)-, aseguraba que “les gustaría -pienso que el plural no sería mayestático sino que incluía en él a su tía política, la alcaldesa de Madrid, que lo nombró para el cargo- que la ciudad de Madrid fuese conocida como la ‘Miami de Europa’ y que todos los iberoamericanos se sientan como en su casa”. Dos objetivos aparentemente inconexos, salvo por la cantidad de iberoamericanos -cubanos, principalmente- que residen en la ciudad americana.
Aunque sea muy por encima, comentaré algo sobre el autor de esta frase, cuyo nombramiento, tras la llegada de su tía política –Manuela Carmena– a la alcaldía, empezó con cierta polémica -sin que yo quiera decir que sea el parentesco la causa exclusiva de su nombramiento, ni mucho menos- que su partido -Ahora Madrid, franquicia de Podemos- aclaró en un informe jurídico justificando que “al tratarse de un ‘cargo directivo’ no aplicaba la norma municipal de no contratación de parientes de concejales hasta el cuarto grado”. Su currículum -licenciado en Derecho y funcionario del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado (1987)- respaldaría el nombramiento, reforzado por una trayectoria de altos cargos en la Administración Central en los Gobiernos de González y Zapatero e incluso alguno menor en los de Aznar y Rajoy -superviviente nato, don Luis Cueto-. Aunque, tal vez, el grado de “confianza” con su tía política -con la que parece que colaboraba cuando ella formaba parte de Jueces por la Democracia- pueda tener que ver con la acumulación de cargos que desde entonces recaen sobre el “sobrino” -que se autodefine como “fontanero del ayuntamiento”, pero que algunos citan como “alcalde en la sombra”-: representante municipal en IFEMA y en los consorcios de acción exterior (Casa Árabe, Sefarad, América, Asia) y vicepresidente segundo de la empresa municipal Madrid Destino, actualmente en vías de reestructuración para dejarla en sus manos, sacándola de la Concejalía de Cultura de Celia Mayer, famosa en su día por los “títeres proetarras”.
Volviendo a lo de «la ciudad de Madrid, ¿la Miami de Europa?», me gustaría resaltar algunas diferencias, no menores, entre ambas urbes que no sé si habrá tenido en cuenta el Sr. Cueto y que, a mi juicio, dificultarían esa pretensión no poco ambiciosa y, peor, su atractivo para tal fin.
En primer lugar, y lo más obvio de todo, sus características geográficas distan bastante de parecerse. Lo más cercano que encontraríamos en Madrid sería la conocida como “carretera de la playa”, que no lleva precisamente a las anchas playas de fina arena y aguas cristalinas que rodean a la ciudad norteamericana -con iguanas y escualos incluidos-, sino a los restos de lo que fue una “playita” artificial cercana al actual Hipódromo de la Zarzuela y “robada” por un embalse al río Manzanares allá por los años treinta. Claro que, como se hizo durante la Segunda República, tal vez tenga un significado especial para la actual corporación madrileña.
La segunda gran diferencia, también ligada a la geografía de ambas, sería el clima, mucho más benigno en la ciudad de Florida que en nuestra capital -pese a la humedad, huracanes y tifones- que, junto con las playas, son dos premisas indispensables para el potencial turismo, que Madrid lo tiene con otra oferta muy diferente, más relacionado con lo cultural y comercial que con lo deportivo y lúdico. Los veranos e inviernos madrileños no invitan especialmente al turismo de permanencia. Eso sí, ganamos de largo en oferta gastronómica y en excursiones cercanas a lugares de grandes raíces históricas.
Otra de las diferencias y en la que tendría mucho que ver la ‘gestión’ del actual ayuntamiento, sería su cuidado y limpieza, casi ausentes en los dos últimos años, mientras Miami fue galardonada por la revista Forbes con el título de ‘Ciudad más limpia de Estados Unidos’
Una tercera diferencia, también de importancia, es el bilingüismo de Miami, en la que el inglés y el español -que no el castellano- son lenguas habituales en las que se entienden los que por allí andan. Desgraciadamente, España, en general, y la ciudad de Madrid, en particular, no destacan por su dominio de la lengua de Shakespeare -¡ojo!, no me refiero al entrenador del Leicester, aunque también se maneja en ese idioma. Lo aclaro para las víctimas de la LOGSE, cada día más abundantes por estos lares-.
La cuarta diferencia, importante también y en la que tendría mucho que ver la “gestión” del actual ayuntamiento, sería su cuidado y limpieza, casi ausentes en los dos últimos años, mientras Miami fue galardonada por la revista Forbes en 2008 con el título de «Ciudad más limpia de Estados Unidos” -sigue así, creo-, tras un año trabajando por la calidad del aire, los grandes espacios verdes, limpias aguas potables y calles y diversos programas de reciclaje, mientras en Madrid se cortan los árboles, se dejan vacíos los alcorques y se acumulan los restos en torno a contenedores o se provoca la contaminación del aire con absurdas medidas de restricción del tráfico.
Por último, y no menos importante, el abandono de los incentivos económicos a la inversión tampoco contribuye mucho a conferir ese carácter a Madrid. En estos dos años escasos -parece que fueron más, pero llevamos tan solo veintidós meses con este equipo-, se frenaron dos importantes proyectos relacionados directamente con el desarrollo y posible oferta de la ciudad de Madrid como ciudad internacional: la remodelación de la Plaza de España y su emblemático edificio del mismo nombre que, por la cerrazón municipal, supuso la “huida” del grupo inversor chino Wanda y su venta a un grupo murciano de cuestionada reputación -veremos cómo acaba el traspaso- y la paralización de la Operación Chamartín, que se transforma ahora en otro proyecto menor, con notable reducción de la inversión y creación de empleo.
Ahora se vuelve a hablar del proyecto de Eurovegas como variante al abandonado por el grupo Adelson por razones poco claras, pero con un tufo político ‘progresista’ sospechoso
Tal vez, si España fuera un país serio y compacto en lugar de una mezcla de intereses autonómicos, cuando no secesionistas, la propuesta debería ser conjunta para hacer de España esa Florida europea -no solo Miami- que, de no haber dejado escapar proyectos como Eurovegas, podía ser una realidad. Proyecto del que ahora se vuelve a hablar como variante al abandonado por el grupo Adelson a finales de 2013 por razones poco claras, pero con un tufo político “progresista” sospechoso. La oferta cultural, gastronómica, playera y deportiva -desde el golf al esquí- de nuestro país, combinando las condiciones de cada zona con las diferentes estaciones climatológicas, unida -si los espurios intereses partidistas no la complican- a una creciente estabilidad económica y -con muchos matices- política, constituyen un paquete de difícil alcance por ningún otro país europeo.
Claro que, tras el brexit planteado por el Reino Unido, del que España puede aprovecharse para atraer a Madrid una parte de la «City» financiera radicada en Londres y del mercado británico, no sé si son muy oportunas estas declaraciones del Sr. Cueto o sería mejor esperar al resultado de esta operación para ofertar un paquete más completo, teniendo en cuenta que Miami, además, tiene la mayor concentración de bancos internacionales de Estados Unidos.
En cuanto a los iberoamericanos, no tengo la menor duda de que en la ciudad de Madrid se encuentran como en casa, si no mejor -conozco un poco Iberoamérica-. Otra cosa sería analizar si muchos de los que vinieron aportan algo, con lo que llegó desde 2004…, pero ese es otro asunto.
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