Carlos Uriarte | 14 de julio de 2018
El pasado 9 y 10 de julio nos enterábamos de las dimisiones del negociador del brexit con la Unión Europea, David Davis, y el ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson. Ambos eran dos importantes ministros tories del fraccionado Gobierno de coalición británico. La principal causa: el respaldo de una salida suave del Reino Unido que defendía la primera ministra británica, Theresa May. La crisis del brexit volvía a evidenciar la fuerte división que existe en el seno del Partido Conservador británico.
Our Brexit #DealForBritain – the 12 key principles that we will use in our EU negotiations as we continue along the road to Brexit. pic.twitter.com/CJaWmEigXs
— Theresa May (@theresa_may) July 6, 2018
La respuesta a la pregunta «¿la crisis del brexit tumbará al Gobierno de Theresa May?» es un rotundo no. El Reino Unido, después del referéndum del 23 de junio de 2016, se encuentra sumergido en un Gobierno débil, caracterizado por su inestabilidad y falta de cohesión interna, con un mandato negociador de tan solo un 51,9% de los ciudadanos británicos que participaron en la consulta y con una sociedad cada vez más fracturada. La sociedad británica se encuentra desorientada por su incierto futuro fuera de la Unión Europea.
Ante esta situación, el Reino Unido no puede permitirse un nuevo proceso electoral, pues el tiempo es el que es, y este se acaba. Recordemos que el Reino Unido estará fuera de la Unión Europea el 29 de marzo de 2019. Para que estos plazos puedan cumplirse, el texto límite de acuerdo no puede ser presentado más allá de noviembre, pues deberá ser aprobado por unanimidad de los 27 Estados miembros. Una prórroga de los plazos sería posible, pero es muy improbable que se produzca, pues debería aprobarse también por unanimidad por parte de los 27.
Por tanto, habrá brexit, será soft y el Reino Unido y la Unión Europea deberemos ponernos de acuerdo, pues nos necesitamos mutuamente. La Unión Europea necesita al Reino Unido para una proyección exterior en seguridad y defensa y el Reino Unido necesita al mercado europeo. Los retos en defensa son mutuos. La mayor batalla en las negociaciones se producirá en relación al mercado interior. Theresa May defiende un mercado interior integrado para el sector agrario, pero no así para los servicios. Por otro lado, debemos destacar la falta de voluntad negociadora por parte sobre todo del negociador británico y una evidente falta de posicionamiento claro en las negociaciones.
Un ‘brexit’ sin ‘brexit’ . Reino Unido se aferra al patriotismo ante la tempestad que se avecina
Ante esta crisis de Gobierno generada por la crisis del brexit, la reacción de Theresa May para salvar el proceso negociador no se ha hecho esperar. El Reino Unido ha aprobado un libro blanco, largamente esperado, en el que solicitará formalmente a la Unión Europea un “acuerdo de asociación” posterior al brexit que incluya una “zona de libre comercio” para productos, un acuerdo flexible para servicios financieros, junto con una asociación de seguridad y una membresía continua a muchas de las agencias de la Unión Europea. Este Libro Blanco confirmaría los planes acordados por el Gabinete de Theresa May el 6 de julio y que llevó a la renuncia de los dos ministros. Dicho libro blanco propone que el Reino Unido cumplirá con el reglamento común de la UE, para proteger las cadenas de suministro en plazo (just-in-time). Así mismo, el Libro Blanco reconoce que, como árbitro de las leyes de la Unión Europea, los tribunales británicos deben hacer referencia al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, pero estipula que un árbitro independiente debe resolver cualquier disputa entre el Reino Unido y la Unión Europea.
El Libro Blanco reconoce que, como árbitro de las regulaciones de la UE, los tribunales del Reino Unido deben hacer referencia al Tribunal Europeo de Justicia, pero estipula que un árbitro independiente debe resolver cualquier disputa entre el Reino Unido y la UE. Si bien se mantiene cerca de la UE en materia de bienes, el libro blanco prevé la «libertad regulatoria» para el Reino Unido en los sectores digital y de servicios. En la aduana, el libro blanco confirma el plan del Reino Unido de un «arreglo aduanero facilitado» (FCA) que recauda aranceles de la UE en su frontera para productos destinados al mercado de la UE, mientras aplica aranceles británicos a bienes destinados al mercado de los Estados Unidos. El sistema estaría sujeto a una implementación «por fases», pero no establece un marco temporal para que esté en funcionamiento.
Politicians come and go but the problems they have created for people remain. I can only regret that the idea of #Brexit has not left with Davis and Johnson. But…who knows?
— Donald Tusk (@eucopresident) July 9, 2018
Las propuestas del Reino Unido para un régimen de inmigración post-brexit se expondrán con más detalle en otro libro blanco en el otoño, pero lo que ya este deja claro es que las nuevas reglas deben adaptarse a las necesidades de la fuerza laboral de las empresas.
En definitiva, este libro blanco que el Gobierno británico acaba de presentar busca sobre todo generar confianza a la otra parte negociadora, la Unión Europea, que se encontraba desconcertada por la indefinición y la falta de claridad de la posición británica.
A pesar de todos estos esfuerzos de la primera ministra, Theresa May, queda lejos ese leitmotiv de Global Britain que había dibujado el Gobierno británico con la crisis del brexit, al ver esta en clave de oportunidad para pensar en una política exterior y de seguridad más fuerte, más influyente y más global. Que la crisis del brexit se convierta en una oportunidad puede tener que ver con el humor británico, pero más bien parece que esto está cada vez más lejos de la realidad.