Ana Velasco Vidal-Abarca | 08 de abril de 2017
Cuando mi hija escuchó la noticia de que la banda ETA iba a escenificar un acto público con miles de personas ensalzándola me preguntó si pertenecer a una organización terrorista era delito. Le contesté que sí y entonces me dijo lo que cualquier persona no contaminada por el interés circunstancial piensa, ¿entonces, por qué les dejan hacer ese acto y no les detienen?
Esa es la gran cuestión ¿Por qué les dejan? ¿Por qué se tolera esta gran pantomima, esta inmensa apología del terrorismo, este folclore indecente de exaltación, bailes y fiesta? ¿Por qué tenemos que ver a los terroristas contentos, exultantes, dueños de la situación, orgullosos, lanzado soflamas a sus acólitos? ¿Así es como se celebra una derrota?
La puesta en escena de Bayona es mucho más que un insulto a las víctimas y a los españoles. Es una reivindicación orgullosa del pasado que pretende prolongarse en el futuro
La puesta en escena de Bayona es mucho más que un insulto a las víctimas y a los españoles. Es una reivindicación orgullosa del pasado que pretende prolongarse en el futuro. Es el colofón de una etapa y el inicio de otra, con las mismas personas, con los mismos asesinos queriendo controlar a la sociedad vasca. Es una jornada festiva para agradecer a ETA los servicios prestados. Para agradecerle sus crímenes.
Que ETA pretenda presentarse como una organización generosa que promueve la paz es un cruel sarcasmo pero que el Gobierno de España se lo permita es trágico. Porque la puesta en escena de Bayona no habría tenido lugar si el Gobierno español hubiese pedido al Gobierno francés que la impidiese.Sin embargo, no lo ha hecho y al no hacerlo está otorgando a la peor escoria de la sociedad una legitimidad que jamás debería tener. ¿Por qué? Otra vez esta pregunta lacerante.
¿Por qué se consiente que la iniciativa la tenga ETA? ¿Por qué las fuerzas de seguridad, francesas o españolas, o ambas, no son quienes “verifican” esa entrega de armas? ¿Por qué se permite a la banda crear a su antojo la escandalosa propaganda que se está haciendo entorno a esta farsa?
¿Por qué tenemos que ver a los terroristas contentos, exultantes, dueños de la situación, orgullosos, lanzado soflamas a sus acólitos? ¿Así es como se celebra una derrota?
Y pensar en la respuesta a tantos porqués asusta. Asusta la sospecha de que está todo pactado, que se ha negociado cada paso, cada concesión, que se está dispuesto a consentir la transformación de una banda de asesinos en una organización legal y respetable, que se está dispuesto a privar de su derecho a la justicia a las víctimas del terrorismo otorgando una impunidad disfrazada de beneficios penitenciarios a los asesinos, que se está dispuesto a pasar página y olvidar.
Los precedentes avalan este temor. En mayo de 2011 el Tribunal Constitucional, por un solo voto de diferencia legalizó a la coalición Bildu en contra del criterio del Tribunal Supremo y un año después ocurrió exactamente lo mismo con Sortu, partido que el Tribunal Supremo había considerado sucesor de Batasuna que a su vez formaba parte de ETA.
Que ETA pretenda presentarse como una organización generosa que promueve la paz es un cruel sarcasmo pero que el Gobierno de España se lo permita es trágico
Estas legalizaciones han hecho posible que en las instituciones del País Vasco se sienten centenares de proetarras y que personas condenadas por delitos de terrorismo dirijan esos partidos o sean contratadas para ocupar cargos en organismos de la administración pública.
Esas legalizaciones han hecho posible que en el Parlamento Vasco haya un diputado que fue condenado a once años de cárcel por pertenencia a banda armada y que en el Congreso de los Diputados tengamos como parlamentaria a una individua que siendo alcaldesa de Hernani pidió un aplauso para los asesinos de la T4.
Tenemos el precedente de la derogación de la doctrina Parot que a través de una interpretación más que cuestionable de una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sacó de la cárcel a 78 terroristas, los más sanguinarios, los que acumulaban más años de condena, los que habían cometido decenas de atentados y que cumplieron escasos meses por cada una de las vidas que habían arrebatado.
Estas legalizaciones han hecho posible que en el Congreso tengamos como parlamentaria a una individua que siendo alcaldesa de Hernani pidió un aplauso para los asesinos de la T4.
Tenemos el precedente, bochornoso y escandaloso, de la rueda de prensa que ofrecieron en Durango vanagloriándose de sus crímenes. Tenemos el precedente de los planes que elabora el Gobierno, como la vía Nanclares, para conceder todas las facilidades a los terroristas para que salgan de la cárcel con falsos arrepentimientos y sin colaborar con la justicia para esclarecer los más de 300 asesinatos aún sin resolver.
Y tenemos el nuevo plan que ha presentado el PNV al Gobierno para que ponga fin a la política de dispersión, acerque a los presos al País Vasco y en poco tiempo –ya buscarán una excusa o sino lo harán de tapadillo- sacarlos a todos a la calle. De hecho, en los últimos cinco años el 40 por ciento de los presos de ETA ha sido excarcelado.
Debería haber sido un escenario en el que ETA no existiera, la hubiéramos hecho desaparecer con la fuerza de la Ley y del Estado de Derecho, en el que las víctimas ocupasen el lugar que les corresponde como héroes de la democracia
Esos precedentes, las mentiras que negaron los hechos después consumados, la tolerancia y el dejar hacer, el desestimiento de quienes tienen la obligación moral de mantener el listón ético de la vida política; el hastío, el cansancio, la soledad, de quienes se sienten abandonados por los que pensaban que les representaban nos conducen a un escenario final que no es el que debería haber sido.
Un escenario en el que los terroristas ya no matan pero siguen defendiendo su proyecto político, cuentan con instrumentos para ello, se les concede honorabilidad y espacio público mientras se arrincona a las víctimas y no se las defiende cuando los que las mataron las equiparan con “otras violencias”.
Ese es el escenario al que nos avecinamos, en el que estamos ya. Un escenario en el que los asesinos bailan y cantan contentos mientras las víctimas lloran solas. Un escenario de escarnio, de indecencia, de indignidad, de injusticia, de impunidad. Un escenario que podría haber sido otro, que debería haber sido otro, el que tantos años de sufrimiento, dolor y resistencia se merecen.
El plan que ha presentado el PNV al Gobierno para acerque a los presos al País Vasco, ha provocado que en los últimos cinco años el 40 por ciento de los presos de ETA haya sido excarcelado.
Debería haber sido un escenario en el que ETA no existiera, la hubiéramos hecho desaparecer con la fuerza de la Ley y del Estado de Derecho, en el que las víctimas ocupasen el lugar que les corresponde como héroes de la democracia, en el que la verdad brillase con intensidad y todos los españoles la conociesen sin que les fuese hurtada o mancillada, en el que la justicia no se hubiese manchado nunca con el polvo del camino y fuese de verdad igual para todos, dando a cada cual lo que se merece proporcionalmente con el daño causado.
Un escenario en el que se hubiese erradicado el odio que alimenta a los terroristas y sus acólitos, en el que la libertad fuera auténtica y no se considerasen legítimas las ideas que la vulneran. Un escenario en el que no hubiera suelos éticos sino superioridad moral. Pero no, hemos renunciado a lo que nos merecemos. Por eso permitimos a ETA que baile aurreskus a sus gudaris. Qué dolor.
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