Eileen Crawley | 02 de diciembre de 2018
Irlanda del Norte, un país donde los católicos han sufrido injusticias durante generaciones, ha obtenido grandes beneficios por su pertenencia a la Unión Europea. Es inquietante pensar que tales iniciativas y apoyos se acaben por el brexit.
La importancia de Irlanda del Norte en el brexit es considerable. Hay asuntos que pueden resultar confusos para aquellos que no están familiarizados con la triste relación de Irlanda con el Reino Unido (RU). ¿Por qué en el documento publicado hace unas semanas se presta tanta atención al Acuerdo del Viernes Santo y la frontera del norte de Irlanda? ¿Por qué está el Partido Democrático Unionista (DUP) en Westminster tan obsesionado con este asunto que diez de sus miembros consideran retirar su apoyo al Gobierno de Theresa May? Permítanme ofrecerles mi punto de vista personal sobre esta fase del brexit.
Recuerdo mi primer contacto con el problema irlandés cuando mi hermano, estudiante de la Queen’s University de Belfast, me llevó a una manifestación en Derry (Londonderry), el 5 de octubre de 1968. Esta fue una de las manifestaciones más importantes por los derechos civiles en el norte de Irlanda, que hoy se considera como la fecha en la que empezaron «los problemas». Recuerdo haber gritado «Un hombre, un voto», y tener que salir corriendo para salvar la vida, mientras nos lanzaban ladrillos al cruzar un pequeño puente de entrada a la ciudad. Aunque soy irlandesa y católica, solo había vivido en Irlanda del Norte unos pocos años. De repente, a los 17, se me hizo consciente de las injusticias impuestas a los católicos en Irlanda del Norte durante generaciones, ganando un entendimiento de las razones por las que mis padres tuvieron que abandonar Belfast con dirección al RU, en los años 30, en busca de oportunidades no disponibles para ellos en casa.
Desde la partición de Irlanda, tras la declaración del Estado Libre de Irlanda en 1921, la población católica de los seis condados de Irlanda del Norte ha soportado discriminaciones e injusticias de parte de la Administración protestante, apoyada por el RU, lo que determinó una situación de segregación, mayores tasas de pobreza y peores posibilidades de empleo. Por tradición, los irlandeses del sur no aceptaron la división de Irlanda en dos mitades, de ahí que todos los ciudadanos de cualquier parte de Irlanda tengan derecho a un pasaporte irlandés. Que haya una frontera de 500 km con 270 cruces de carretera es un símbolo de la estrategia tradicional de «divide y vencerás» del dominador colonial británico. Nunca ha habido controles de pasaportes ni para ciudadanos británicos ni para irlandeses que cruzaran la frontera, excepto brevemente durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la frontera también fue el foco de muchos ataques y muertes durante las décadas problemáticas, cuando los puestos fronterizos estratégicos fueron reforzados con tropas de Gran Bretaña, traídas para sofocar la violencia en agosto de 1969.
A pesar del acceso del Reino Unido e Irlanda a la Unión Europea en 1973, el desmantelamiento de las fronteras con todas sus fortificaciones y puestos de guardia solo empezó en 1998, siendo bienvenido por ambas partes. Se acabó la preocupación por el contrabando de cerdos y similares. Esto explica por qué en el acuerdo del brexit se reitera «evitar unas fronteras duras», con referencia al Acuerdo del Viernes Santo de 10 de abril de 1998. Una fecha significativa en el proceso de paz, que determinó la creación de la Asamblea de Irlanda del Norte, así como acuerdos para la cooperación transfronteriza entre el norte y el sur. Luego, ¿por qué la frontera será tan problemática después del brexit?
El borrador del acuerdo del brexit dispone de un periodo transitorio, que comenzaría si no se llegara a un acuerdo sobre nuevas normas comerciales en la salida de la UE, entre el 29 de marzo de 2019 y finales de de diciembre de 2020. Durante este periodo transitorio, que no tiene aún fecha límite, se aplicaría el Backstop Agreement (Acuerdo de Respaldo). Son las condiciones de este acuerdo las que indignan al Partido Democrático Unionista (DUP).
El DUP, fundado en 1971, tiene sus raíces en el Partido Protestante Unionista y estaba vinculado estrechamente con la Iglesia Libre Presbiteriana de Ulster, que apoya la unión con el resto del Reino Unido. Tradicionalmente, se ha resistido a cooperar con la República de Irlanda, oponiéndose en un principio al Acuerdo del Viernes Santo: primero, rechazó el acuerdo del brexit (incluso antes de que fuera publicado), porque permitiría que Irlanda del Norte fuera gobernada desde Bruselas sin representación parlamentaria; ahora, por los términos del Backstop Agreement, Irlanda del Norte acabaría formando parte de la Unión Aduanera de la Unión Europea, lo mismo que el Reino Unido, pero además estaría sujeta a una variedad de requerimientos especiales de tipo aduanero, legislativos y relativos al IVA, incluyendo controles sobre alimentos, animales y plantas, aunque todavía no esté claro dónde tendrían lugar. Arlene Foster, la líder unionista (DUP), se opone a un tratamiento diferenciado entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, y sugiere que el Backstop Agreement supone fijar una frontera en el Mar de Irlanda. Así están las cosas a día de hoy.
Irlanda del Norte se ha beneficiado enormemente, gracias a las iniciativas de paz y en lo financiero, durante los años en los que ha formado parte de la Unión Europea. Los programas PEACE I, II y III han funcionando en las zonas fronterizas, reduciendo el sectarismo, centrándose en reconciliar a las comunidades y contribuyendo a un espacio social común. Los programas prestaron apoyo a las víctimas y a sus familias, ofreciendo consejo, orientación y servicios comunitarios para ayudarlas, y a los supervivientes para hacer frente al pasado en sus propios términos. La UE también ha sido de ayuda en la regeneración de áreas urbanas, rurales y fronterizas en ruinas o segregadas y peligrosas, transformándolas en espacios compartidos para dar solución a los problemas de segregación entre comunidades, manifestados en supuestos muros «de la paz» y símbolos sectarios, desarrollándolas como zonas en las que todos son bienvenidos.
El pueblo de Irlanda del Norte también se benefició de pertenecer a la UE por la inversión para el crecimiento económico y el empleo del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el Fondo Social, así como la asistencia comunitaria en lo relativo a agricultura, pesca, medio ambiente y desarrollo rural. Es inquietante pensar que tales iniciativas y apoyos se acaben por el brexit. Theresa May está reuniendo apoyos, pero su propio futuro político es incierto, como lo es el mañana, la paz y la prosperidad de Irlanda del Norte.
Quim Torra ha ordenado descolgar los lazos amarillos de los edificios públicos. El presidente de la Generalitat dispara para seguir haciendo ruido y se esconde tras el humo. Sánchez no da la cara y es el Poder Judicial el que defiende el Estado de derecho.