Juan Luis Jarillo Gómez | 21 de junio de 2018
Recientemente, se ha publicado un informe en el que aparece que las quejas que los abogados tienen frente a los jueces son archivadas por el Consejo General del Poder Judicial.
No hay que olvidar que la relación entre ambas partes es muy intensa y que existen miles de procedimientos al año donde tienen que convivir.
Las quejas, que son alrededor de 1.100 al año, tienen un origen muy distinto. Por un lado, aquellas que tienen que ver con el propio proceso y cómo se siente el letrado tratado en el mismo y, por otro lado, aquellas que tienen que ver con la lentitud de la tramitación de los mismos.
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El problema de todo ello es lo que conlleva un sistema que está planteado de una forma jerarquizada: no es fácil quejarte públicamente de un juez que mañana va a estar otra vez delante para juzgar un asunto.
El letrado tiene la presión de su cliente, que no entiende, por ejemplo, el retraso en tramitar y resolver un asunto o que ve que su representante no ha sido reconocido por su señoría en el proceso.
Evidentemente, existen quejas de letrados justificadas, porque es lógico y entran dentro de lo que son las relaciones humanas que se encuentran en todo proceso. Siempre digo que los jueces son mujeres y hombres que tienen problemas, se divorcian, tienen estrés o depresión, han tenido un problema grave, etc., como cualquier ciudadano, y pueden reaccionar de una forma injusta ante una pregunta o situación complicada.
Lógicamente, en el lado contrario pasa la misma situación y a veces se puede perder el respeto a su señoría porque no nos da la razón en la forma que queremos.
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Creo, sinceramente, que el sistema de resolución de los conflictos que existen en los juzgados y donde los abogados se ven a veces menospreciados o ignorados debería ser más claro y, sobre todo, más equilibrado. Debería existir un órgano en el que participasen también los abogados junto a los jueces, y que fuese el encargado de resolver las quejas de los abogados, porque a veces da la sensación de un claro corporativismo por parte del Consejo General del Poder Judicial. Si ambas partes participan en el órgano que debe resolver estas situaciones, centramos el problema, sin perjuicio de que ello no tiene por qué conllevar una mayor posibilidad de aceptar las quejas presentadas por los letrados, sino de equilibrar la situación de las partes y, al final, hacer efectivos los principios procesales a los que se deben enfrentar y que nos van a llevar a resolver siempre la situación planteada con “justicia” para ambas partes y que son los principios de audiencia, contradicción e igualdad de partes.