Mikel Buesa | 25 de octubre de 2018
Fue un encuentro clandestino en el caserío de Txillarre, en el mismo lugar en el que se desarrollaron los contactos entre el PSOE, ETA y Batasuna, donde se pusieron las bases de la negociación entre el Gobierno socialista y la organización terrorista que, finalmente, alargó el ciclo de violencia hasta que acabó la primera década del siglo. Se ha sabido un mes después, en efecto, de la existencia de una reunión de Zapatero y Otegi, el líder de EH Bildu. La entrevista tuvo lugar, al parecer, el pasado ocho de septiembre y, según se ha dicho por las fuentes próximas al partido de ETA, su objeto fue que los dos políticos se conocieran personalmente. También se ha señalado que la iniciativa la tomó el exetarra. Tal vez quería saludar, pasado más de un decenio, a quien le calificó como «un hombre de paz».
Pedro Sánchez y los presos de ETA . Concesiones injustificadas y triunfo “abertzale”
Sin embargo, estas explicaciones someras e inocentes resultan poco creíbles. La reunión de Zapatero y Otegi tiene, muy probablemente, un fondo de gran calado, a pesar de que tanto desde EH Bildu como desde el Gobierno de Sánchez se ha tratado de minimizarla. Para empezar, no es desdeñable el efecto legitimador que, con respecto al partido promovido por ETA, tiene el hecho de que su máximo dirigente mantenga una conversación con quien fuera el líder socialista, hoy respetado y considerado por la cúpula y las bases de su partido. Un efecto legitimador del que aún está necesitado el mundo abertzale tras el final de las actividades terroristas de ETA —que, por cierto, ahora se las quiere asimilar a un mero ejercicio político de antifranquismo, obviando el hecho de que su abandono no tuvo lugar hasta cuatro décadas después de enterrado el dictador—.
Pero hay más. La reunión de Zapatero y Otegui sirvió, seguramente, para transmitir algún mensaje esperanzador del Gobierno de Sánchez sobre los presos de ETA. Por supuesto, esto se ha desmentido por la portavoz Celaá, quien señaló que «el presidente del Gobierno no ha tenido información ni antes de la reunión ni después de la reunión», en la rueda de prensa posterior al consejo extraordinario de ministros celebrado el pasado quince de octubre. Pero no deja de ser significativo que ello coincidiera con unas declaraciones de Otegi en las que, además de evocar su encuentro de hace veinte años con los enviados por el presidente Aznar para tratar de constatar la voluntad de retirada de ETA tras la tregua acordada en el Pacto de Lizarra, se deshiciera en elogios de Zapatero porque «en su día, arriesgó por la paz en este país», a la vez que criticaba a Sánchez por su «parálisis» y por no seguir el modelo francés de acercamiento de los presos etarras al País Vasco. Otegi concluía que «Sánchez nos ha decepcionado enormemente», no sin apelar al diálogo «constructivo». Y por otra parte, también ha salido a la palestra Jesús Eguiguren recordando que, en 2006, Zapatero estudió la posibilidad de conceder indultos entre los miembros de ETA encarcelados.
Lamentablemente las relaciones entre los socialistas y el mundo abertzale son siempre un arcano que hay que descifrar a partir de lo que se dice, se desmiente y se calla. Y esta reunión de Zapatero y Otegi sigue la misma pauta. Por ello, no sería extraño que, en la actual coyuntura, en la que la debilidad del Gobierno de Sánchez se agrava día a día y en la que la negociación presupuestaria se revela crucial para su continuidad, Zapatero hubiese sido el vehículo para transmitir a EH Bildu que su voto favorable a los Presupuestos Generales del Estado será compensado con acciones positivas para los presos de ETA.
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