Elsa Tadea | 29 de enero de 2018
Un Rey preparado para reinar. Así presentaba don Juan Carlos a su hijo el día en el que sucedía lo que él mismo se había negado a prever: su abdicación. Poco antes, el Monarca –ahora emérito– había declarado que el heredero estaba capacitado para cuando le llegara la hora.
El 2 de junio de 2014, las redacciones informativas quedaban en silencio, perplejas entre los traqueteos de los teclados y las llamadas telefónicas, para escuchar lo que muchos ya rumoreaban pero que en numerosas ocasiones los miembros de la familia real habían rechazado. Ya se lo decía doña Sofía a la periodista Pilar Urbano: “¿Abdicar? ¡Nunca! El Rey no abdicará jamás (…) Se da por sobreentendido que reinará hasta la muerte. A un Rey solo debe jubilarle la muerte”. Pero la responsabilidad superaba al orgullo y la supervivencia de una Monarquía desgastada se convertía en la prioridad.
El 19 de junio de 2014, el Príncipe de Asturias, al que escuchamos por primera vez con 13 años, enviaba un mensaje de unidad ciudadana y renovación de la institución, con la esperanza de que –sin haber llegado a demostrar su papel– los españoles lo aceptaran como savia nueva en la Jefatura del Estado.
Don Juan Carlos sería recordado por su labor en la Transición española, así como en el intento de golpe de Estado con aquel mensaje cuyos destinatarios eran más los golpistas que los ciudadanos. Sin embargo, del Príncipe Felipe conocíamos poco.
Un heredero que se había preparado en los tres ejércitos, había estudiado Derecho, así como varias asignaturas de Ciencias Económicas, y, finalmente, uno de los másteres más importantes del mundo con especial hincapié en Ciencias Sociales, Ética y Estudios Multiculturales. Precisamente uno de los últimos trabajos que realiza es un informe sobre Hamas y el conflicto palestino-israelí. El profesor encargado, Michael Hudson, señaló que estaba diplomáticamente preparado para ejercer de moderador en un proceso de paz. Y es que se trata del heredero o Rey coetáneo mejor preparado, ya que cuenta con la carrera militar, una licenciatura y un posgrado.
Juan Carlos, el asesor de Felipe . Un ejemplo de lealtad a España y compromiso democrático
Más allá de los estudios, don Felipe llegó a las portadas de los periódicos, sobre todo a las revistas, por su vida amorosa. Sus noviazgos fueron cuestionados por quienes eran conscientes de que su futura esposa tendría la gran responsabilidad de ser la nueva Reina de España. Y aún más complicado, suceder a doña Sofía, quien había sabido ganarse el corazón de los españoles a través de su dedicación a los más desfavorecidos, así como su discreción en los asuntos familiares. Sin embargo, el heredero también sufrió aquella prensa que buscaba más el rumor que la noticia. Precisamente, en uno de los viajes, aún como Príncipe, pidió a los periodistas que respetasen su vida privada. Finalmente, sería doña Letizia quien conquistaría al futuro monarca. Es visible cómo, desde su enlace, la oratoria y pluma de don Felipe comenzaron a destacar.
Su labor como heredero fue ver, escuchar y crear lazos. Supo hacerlo en las numerosas tomas de posesión latinoamericanas en las que conoció a los principales jefes de Estado de las naciones hermanas de España. Desde el año 1983, ha realizado como Príncipe casi 200 viajes oficiales, visitando 60 países en representación de España. 105 de los viajes como visitas oficiales, 69 para asistir a tomas de posesión, 17 de carácter militar, 2 religiosos, 3 solidarios y otros invitados por diferentes casas reales.
No obstante, al menos como Príncipe, los últimos cuatro años del reinado de don Juan Carlos fueron los momentos más decisivos para su imagen. Los medios de comunicación se convirtieron en los transmisores del objetivo de la Casa Real: acercar la figura del Príncipe a la sociedad. Un trabajo que se realizó con especial eficacia en la etapa de Alberto Aza como jefe de la Casa del Rey (2002-2011) y Ramón Iribarren como jefe de Prensa de la Zarzuela (2010-2012). Una época aperturista y de rica información para los periodistas.
Durante los últimos cuatro años de reinado de Juan Carlos I, el monarca sufrió hasta siete operaciones. Cirugías que permitieron a don Felipe representar –que no sustituir– a su padre. Y así, convertirse en voz representante del entonces Rey a la puerta del hospital o llegando a presidir la Fiesta Nacional en 2013.
Felipe VI, un Rey que sabe estar en medio de la tormenta de una encerrona nacionalista
49 años de preparación para una breve etapa que se ha convertido en una auténtica prueba de fuego. Felipe VI ha concluido casi cuatro años en los que ha tenido una tarea de conciliación; primero, entre los políticos para formar gobierno y, finalmente, ante la crisis territorial. Ha afrontado el papel representativo de unidad y concordia que asume la Monarquía en la actualidad y no podemos negar que ha salido favorecido. Según un sondeo de SocioMétrica publicado en noviembre de 2017, la popularidad de don Felipe se ha disparado y ha mejorado los datos de los últimos 20 años.
El 30 de enero de 2018 cumple 50 años de aprendizaje y algún combate. Sin embargo, su verdadero reto no ha hecho más que empezar. Los españoles esperan aún ese instante en el que don Felipe haga historia, como lo hiciera su padre. Así, estos 50 años han sido una preparación para los verdaderos desafíos que están por llegar.
Quim Torra ha ordenado descolgar los lazos amarillos de los edificios públicos. El presidente de la Generalitat dispara para seguir haciendo ruido y se esconde tras el humo. Sánchez no da la cara y es el Poder Judicial el que defiende el Estado de derecho.