Jorge del Corral | 30 de julio de 2018
El municipio belga de Waterloo está otra vez de actualidad. Se escribió en la gran Historia de la Humanidad porque en esa localidad, a 20 kilómetros de Bruselas, Napoleón Bonaparte sufrió su última derrota militar (18 de junio de 1815), a manos de la Séptima Coalición, un combinado de tropas británicas, holandesas y alemanas, dirigidas por el duque de Wellington, y el Ejército prusiano del mariscal de campo Gebhard von Blücher. La batalla, provocada por el golpista Napoleón al invadir los Países Bajos tras su exilio en la isla de Elba, dando inicio al periodo conocido como los Cien Días, significó el final definitivo de las guerras napoleónicas.
La primera derrota en campo abierto de los Ejércitos del gabacho, que acumuló los títulos de emperador de los franceses, copríncipe de Andorra, rey de Italia y protector de la Confederación del Rin, tras ser artífice del golpe de Estado del 18 de brumario, que lo convirtió en primer cónsul de la República gala, se la infligieron los soldados españoles en Bailén (19 de julio de 1808), dirigidos por el general Francisco Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide, frente a las huestes francesas, mandadas por el general Pierre-Antoine Dupont de l’Étang.
Ahora, ese pequeño pueblo del Brabante Valón ha vuelto a la actualidad porque ha sido el lugar elegido por otro dictador y golpista, esta vez español, de Amer, en la provincia de Gerona, para fijar su residencia eventual tras huir de España: el prófugo de la Justicia y traidor de Flandes Carles Puigdemont Casamajó. Y, para seguir figurando en la pequeña historia de cada día que escriben los medios de comunicación, el Ayuntamiento de Waterloo ha nombrado ciudadano de honor de su municipio al español Roberto Martínez i Montoliu (Balaguer, Lérida, 13 de julio de 1973), exfutbolista, entrenador de fútbol y seleccionador belga desde agosto de 2016 que ha llevado a los “diablos rojos” al tercer puesto del reciente Mundial de Rusia 2018. Una proeza jamás alcanzada por el balompié belga.
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Los munícipes de Waterloo han decidido otorgar tan distinguido título a Roberto Martínez por su incuestionable éxito al frente del combinado belga y porque su hija está escolarizada en inglés en la St. John´s International School de Waterloo. Con este reconocimiento, cuya ceremonia se celebrará en fecha por decidir y una vez que Martínez lo acepte y la Unión Belga de Fútbol otorgue su aval, ya son siete los ilustres ciudadanos de honor de Waterloo: Georges Grun, Serge Lama, Maurice de Bévère (conocido como Morris), René de Obaldia, Claude-Michel Schoenberg, Francis Huster y Roberto Martínez. Un exfutbolista belga; un cantante y compositor francés; un dibujante y guionista belga, creador del célebre vaquero de cómic Lucky Luke; un poeta, escritor y dramaturgo francés, autor del libro Fuga a Waterloo (leído estos días por el felón y sus incondicionales en la mansión de la rue de l´Avocat, nº 34, alquilada a nombre del empresario Josep María Matamala, en otro tiempo contratista cuasi en exclusiva del alcalde Puigdemont mientras este presidía el Consistorio de Gerona); un productor, actor, cantante y compositor francés; un actor francés, y ahora un entrenador español. Una variada gama de profesiones y tres nacionalidades que aspira incrementar Puigdemont cuando solicite, para satisfacer su egocentrismo, que le concedan también a él el honorífico título con el que acrecentaría el brillo del galardón municipal, ya que esta vez figuraría en el escrito waterlootois la frase «Molt Honorable Carles Puigdemont Casamajó, primer presidente de la República Catalana». Nada que ver con sus antecesores.
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