Stefanie C. Müller | 04 de enero de 2018
Austria y Alemania tienen un pasado similar, pero no tienen el mismo sentido de culpa. También por ello el país vecino de los alemanes tiene más autoestima y menos complejos con su pasado. Esto explica por qué el joven Sebastian Kurz, con tan solo 31 años y, por tanto, el primer ministro más joven de Europa, militante del conservador ÖVP, haya decidido formar Gobierno para los próximos cinco años con el polémico partido del FPÖ. Este paso que ha dado Kurz sería imposible en Alemania, donde la extrema derecha está representada por el AfD, que ahora está en el Parlamento.
Por primera vez en la historia, el nuevo vicecanciller en Austria es de la extrema derecha, Heinz-Christian Strache, del FPÖ. Los dos aliados de la derecha intentan dar la sensación que Europa no tiene nada que temer: “Estamos en favor de Europa», dice Sebastian Kurz después de su primera visita a Bruselas. Este le deja claro a Jean-Claude Juncker que: “Austria quiere participar activamente en la política de la Unión Europea”. Pero también es un hecho relevante que Strache, al igual que el ministro del Interior, Herbert Kickl, y que el nuevo jefe de Comunicación del Gobierno, Alexander Höferl, tienen un pasado marcado por discursos racistas. No son pocos los que tienen miedo de lo que se presenta ahora con una sonrisa y podría convertirse pronto en un peligro para Europa. Existe un miedo latente de que la historia se repita; por ello, en el país germano este tipo de experimentos no se producen. Otros creen que es mejor incitar un Gobierno de la extrema derecha, para que se mueran en su propia salsa y no pierdan fuerza gobernando.
Por todo ello, para el economista alemán Jürgen Donges puede ser inteligente el camino que ha elegido Kurz: “Creo que este paso no va a cambiar nada en la buena relación de los dos países, Alemania y Austria. Tenemos las mismas posiciones básicas en la Unión Europea, entre ellas: no queremos una deuda común europea y tampoco optamos por una UE que sea una unión de transfer social entre los países». El programa que ha publicado el nuevo Gobierno austriaco sobre el papel también le gusta a Juncker, que vigila cada paso de Austria porque en verano 2018 este país tendrá durante seis meses el mandato del Consejo Europeo.
Sebastian Kurz, un líder joven para Austria que se plantea pactar con la extrema derecha
En una entrevista con Bild, el periódico sensacionalista y el más leído en Alemania, el joven austriaco se presenta sin complejos y muestra una actitud proeuropea con incluso una alusión a que Austria ha reconocido demasiado tarde su culpa en lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial. Sebastian Kurz, que demuestra así mucho talento político, anuncia que su país a partir de ahora quiere tomar un papel mucho más activo en la UE y hacer de puente entre Europa occidental y Europa del Este. Pero este conservador no deja ninguna duda de que una Europa fuerte no puede ser una Europa que dé asilo a todo el mundo: “Hay que garantizar las fronteras europeas e impedir que se repita una situación como la de 2015”. Kurz quiere ayudar en los países de origen y así evitar flujos migratorios masivos.
Mientras en Alemania, para evitar una coalición con la extrema derecha o un Gobierno en minoría, la canciller Angela Merkel opta otra vez por gobernar con los socialdemócratas, Sebastian Kurz tiene el valor de romper esquemas. Claramente es un experimento, no solamente por su coalición con un partido racista sino también por su juventud. Para tranquilizar a todos, también a los extranjeros que viven en Austria, les dice: “El islam es parte de Austria».
Austria gira a la derecha . Nuevo escenario en Centroeuropa frente a un formato desgastado
Mientras, el número dos de la FPÖ deja claro en una entrevista al periódico alemán Die Zeit lo contrario: “El islam no tiene nada que ver con Europa”. Johann Gudenus defiende una Europa cristiana, aunque le pasan factura sus comentarios racistas, que han provocado un gran rechazo en la sociedad; de hecho, el presidente austriaco dejó claro que no iba a permitir a Gudenus ser ministro y, por no estar, no está ni en el Gobierno actual.
De manera muy educada, diplomática y simpática, Kurz manifiesta que no tolerará ninguna actitud contra la Constitución, el Estado o Europa en su Gobierno y también ha exigido a la FPÖ una posición favorable con respecto a Israel. Así, deja también claro que los árabes residentes en su país tendrán que respetar esta posición de Austria. En la entrevista con Bild, declara que para él la religión es algo privado y se diferencia de esta manera de otros Gobiernos, sobre todo del americano.
Europa puede esperar todo de Austria en los próximos cinco años, salvo aburrimiento: conflictos entre los dos partidos de la derecha, mucha polémica y debate sobre temas calientes, como Israel y los musulmanes. Sebastian Kurz persigue, al igual que Merkel, estar en el centro de atención, con educación, pero con un claro instinto de poder.