Elías Durán de Porras | 18 de octubre de 2017
La crisis catalana ha originado un gran debate sobre el modelo de sociedad que hemos construido en nuestra joven democracia. Diagnósticos y tratamientos para la supuesta enfermedad que sufre nuestro país los hay para todos los gustos (en caso contrario, no viviríamos en España), si bien parece que el remedio solo llegará si se reforma la Constitución. Una reforma, claro está, que para algunos sectores de la sociedad será válida solo si sirve para desarrollar aún más el modelo federal hasta hacerlo confederal, reconocer el derecho de autodeterminación, el papel de la monarquía si la hubiera, etc. Nunca, por supuesto, para recuperar para el Estado competencias relacionadas con la Sanidad, Educación y Seguridad, etc.
Me sumo al debate poniendo el acento en un derecho y deber que recoge nuestra Carta Magna: la defensa del país. Creo imprescindible abrir el debate sobre la necesidad de una vuelta del servicio militar o de un servicio a la sociedad equivalente. Sé que es un brindis al sol, hasta una boutade, aunque pocos me podrán negar, visto lo visto, que la desaparición del servicio militar privó a la nación de uno de los elementos más importantes de vertebración. La antigua mili, con todos sus defectos (derivados más de los abusos y corruptelas que de la idea en sí), tenía también virtudes, como juntar a muchachos de distinto origen y condición para hacerles ver que la defensa de su sociedad era un deber suyo, no de unos condottieri.
Cierto es que la prestación social sustitutoria había dejado casi obsoleto el servicio militar (yo la hice voluntario, ante la sorpresa general de mis amistades, que en casi su totalidad buscaron la manera de evitar aquella “mili del embarazo”), pero alguna importancia debía tener, aun cuando Jordi Pujol reclamó su desaparición en el Pacto del Majestic, 1996.
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— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) May 16, 2017
El ex secretario general de CiU Josep Antoni Duran i Lleida recordó durante la celebración del décimo aniversario de la supresión del servicio militar el papel clave que tuvo su formación política en su desaparición. “Si bien es cierto que el PP suprimió la mili cuando ya no tenía necesidad de nuestro apoyo parlamentario, aún lo es más que el acuerdo de supresión que -obviamente, no podía llevarse a cabo de un día para otro- se tomó el año 1996, en el conocido Pacto del Majestic, tantas veces maldecido por algunos sectores políticos, incluso en el seno de CiU”, escribía el político catalán en su blog.
Duran recordaba en el mismo texto que ni el PP ni el PSOE querían tomar esa medida y que incluso Felipe González la criticó porque con ella desaparecía el único elemento vertebrador de España. Pero, al final, llegó para alegría de muchos españoles, que lo consideraban un servicio estéril y propio de un país antiguo y caduco. La “mili” española desapareció pocos años después de que lo hiciera en Holanda, Bélgica, Francia e Italia. Éramos cada vez más europeos y modernos.
Pese a ello, el debate sobre la utilidad del servicio militar nunca se cerró del todo en Europa. En nuestra vecina Francia, Nicolas Sarkozy y François Hollande ya manifestaron hace unos años su interés por restablecer un servicio militar que sirviera para formar a jóvenes desempleados. Y, en la pasada campaña electoral francesa, todos los candidatos hicieron propuestas destinadas a una reintroducción parcial o total de la misma. Podríamos pensar que el interés francés se debiera a la ofensiva terrorista yihadista, pero la realidad es bien distinta. En la presentación de su programa de Defensa, Emmanuelle Macron afirmó que un servicio militar de un mes permitiría a todos los franceses “conocer a sus conciudadanos” y fomentar, de esta manera, “la cohesión y la mezcla social”. Leyendo entre líneas, es evidente que los franceses observan que entre muchos de sus jóvenes crece una gran desvinculación con su país, sobre todo entre franceses de segunda o tercera generación.
#FAS plenamente profesionales. La suspensión del servicio militar obligatorio se hace efectiva el 31 de diciembre de 2001 #40AñosDefensa pic.twitter.com/vsYhn08icG
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Soy consciente de que la vuelta del servicio militar es imposible. Casi tanto como que el título VIII de la Constitución adquiera un carácter centrípeto. Pero, huérfanos de “mili”, creo necesario que los chavales (y chavalas) comprendan su país a través de algún tipo de servicio social o de intercambio que vincule a nuestros jóvenes con lo que es su país.
Y, si no se puede a través de un servicio militar, debido al “pacifismo” reinante, hágase a través de la Educación. Vivimos dentro de un sistema educativo parcelado en compartimentos estancos que no fomenta la movilidad de estudiantes y profesorado. Hace poco, me contaba un catedrático de cierta edad que fue el último profesor que entró en su facultad procedente de una provincia distinta de donde estaba localizada la universidad. Con los estudiantes pasaba igual y cada vez había menos alumnos originarios de otra provincia.
En Secundaria ocurre lo mismo entre el profesorado. Sobre todo por el requisito del conocimiento de otras lenguas oficiales en algunas comunidades autónomas. Nadie piensa en la riqueza que puede tener para un estudiante conocer y formarse con profesorado de distintas procedencias.
? ¿En necesario que vuelva el servicio militar a España? Lo explica Leopoldo Seijas, @HumYComCEU https://t.co/L2fqWCUigG
— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) May 8, 2017
Sería necesario potenciar y premiar los intercambios de estudiantes españoles, tanto en el Bachillerato como en la universidad. Es costumbre en muchos bachilleratos hacerlo con alumnos extranjeros, pero debiera hacerse también con estudiantes de distintas regiones. Y fomentar la acogida en familia, porque la experiencia en los intercambios en EE.UU. e Inglaterra, cuando un adolescente vive con una familia y según sus normas y costumbres, enseña que los chicos comprendan mejor las particularidades de sus anfitriones.
Si es imposible volver al servicio militar o a una prestación social sustitutoria seria, que vinculen a nuestros jóvenes con unos valores comunes que les ayuden en su comprensión de lo que significa España, con toda su riqueza y pluralidad, seguiremos estancados en estereotipos que no ayudan en nada. Y, en caso de que no sea políticamente asumible, actívese un sistema paralelo en ciertos niveles educativos para que el profesorado y su alumnado conozcan y comprendan la “piel de toro”.
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