Luis E. Togores | 25 de marzo de 2019
El partido de Abascal exige un cambio de legislación en vista de una nueva sociedad
Las armas no matan, matan los hombres que las utilizan. El debate sobre la tenencia de armas de fuego es recurrente y antiguo. Nadie quiere reconocerlo, pero en España existen varios millones de armas de fuego legales, controladas por la Guardia Civil, en mano de los ciudadanos y la cantidad de muertos que provocan es insignificante. Resulta un mayor problema las armas no legales en manos de grupos terroristas y bandas de delincuentes españoles y extranjeros. Las Intervenciones de Armas de la Guardia Civil tienen, afortunadamente, un control absoluto sobre las armas de fuego de distinto tipo existentes en toda la geografía nacional en manos de los ciudadanos que respetan la ley.
El debate provocando por el presidente de VOX ha sido desvirtuado. Con la actual legislación española cualquier ciudadano, sin antecedentes penales, puede tener legalmente acceso a una amplia gama de armas de fuego en venta en las armerías españolas, tras conseguir las preceptivas licencias que expide la Benemérita.
Lo que ha planteado Santiago Abascal es que si alguien entra en tu casa, amenaza a tu familia y tus propiedades, emplea la fuerza contra ti, se pueda emplear las armas que legalmente se tienen –una escopeta de caza, un cuchillo de cocina o un mango de pico- para defenderte y que la ley no castigue con mayores penas al ciudadano que defiende su casa y su familia que a los delincuentes, sea cual sea el sistema, armas, etc. que haya empleado para defenderse de ellos. Recordemos que un karateca cinturón negro o un boxeador profesional, si es atacado en su casa, para emplear proporcionalmente la fuerza para defenderse de una agresión se vería obligado a escupir a los ladrones que entrasen en su vivienda, pues sus conocimientos de artes marciales serían punibles por un juez al entender que podían ser superiores a los de sus agresores. Esta situación crispa a la sociedad y preocupa a los ciudadanos corrientes, que son los que no tienen una pareja de la Guardia Civil en la puerta de su casa, ni escoltas pagados con dinero público, ni coches blindados, ni nada de nada.
Los enemigos de Abascal, los demagogos de las armas, rápidamente recuerdan lo que desgraciadamente pasa en Estados Unidos cada cierto tiempo, aunque no dicen que allí viven 372 millones de norteamericanos y que vienen de una cultura de las armas que se remontan a su Constitución de 1776, muy distinta a la nuestra, como ejemplo de lo que no debe ser en una nación como España en relación al uso y tenencia de armas.
Las cuestión que plantea Abascal sobre VOX y las armas es la seguridad que quieren y pueden tener los ciudadanos, teniendo en cuenta que nuestra Policía –una de la mejores del mundo– no puede estar siempre y en todo lugar, en una sociedad que está cambiando, que se nutre de nuevos grupos de población foráneos que vienen con culturas de violencia y de menosprecio de la vida humana muy alejados de los parámetros tradicionales de los españoles. VOX plantea el derecho legítimo, dentro de legalidad, a la propia defensa en aquellos casos en que la fuerzas de orden público no pueden dar seguridad al ciudadano. Plantea la legalización del derecho a la propia defensa por parte de una persona normal que protege a sus hijos o nietos sin que te lleven a la cárcel por un código de justicia injusto. No propone la reforma de las leyes sobre tenencia de armas, habla de que si alguien entra en tu casa y amenaza a tu familia puedas defenderla si la Policía Nacional o la Guardia Civil, que es lo deseable, no está en condiciones de hacerlo.
La nueva situación de creciente inseguridad es una realidad y frente a ella los legisladores deben hacer leyes en beneficio de los ciudadanos de su país. España es un coladero de delincuentes en crecimiento por las leyes garantistas en favor de los que incumplen las leyes, mientras se castiga con dureza extrema a los que cumplen siempre las leyes, pagan impuestos y salen todas las mañana a trabajar para llevar una nómina a sus casas. Esto es el sentir de la calle, que se indigna cuando ven que puede sufrir una enorme pena de cárcel un policía local jubilado por defender a su mujer, mientras que el grupo de jóvenes delincuentes que lo agreden y roban sale a la calle con poco más que un rapapolvos. ¡España sigue siendo uno de los países más seguros del mundo! Pero para que lo siga siendo los gobernantes deben tomar las medidas que lo garanticen y el problema no son las armas legalmente en manos de los ciudadanos, sino los delincuentes y las armas ilegales que usan y el poco rigor que la sociedad percibe con que son tratados por jueces y fiscales.
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