José Francisco Serrano Oceja | 18 de julio de 2018
En las primeras declaraciones del hoy cardenal Bocos, nada más enterarse de que el papa Francisco le había creado cardenal, el padre Aquilino no hacía más que insistir en que la vida religiosa no está muerta, que la vida según los carismas de la perfección cristiana tiene futuro. Y tiene razón, aunque algunos números parece que le lleven la contraria. Pero este argumento contrario es más una cuestión de perspectivas. El más o el menos no cambia la especie, que decían los clásicos. Y el padre Aquilino Bocos es un especialista en esa especie tan necesaria a la Iglesia como es el carisma y los carismas. Quizá sea esta no solo la razón, sino el carácter de la designación de este claretiano que fue superior general de su congregación en dos períodos, 1991 y 2003. Porque una Iglesia sin carismas no es Iglesia, y los carismas han nacido en la historia, se han desarrollado y perfeccionado a través del testimonio de personas singulares. El padre Aquilino, sin lugar a dudas, es una de esas personas singulares.
Cardenal Aquilino Bocos Merino, CMF ¡Enhorabuena! pic.twitter.com/v4eOPJxbk5
— Claretianos Santiago (@cmfsantiago) June 28, 2018
La birreta cardenalicia al padre Aquilino, claretiano, modelo del ser claretiano -con perdón de quien escribió hace poco una novela en la que retrataba de forma sorprendente el noviciado de los claretianos en Madrid-, es una birreta concedida a la vida religiosa y a los religiosos. Es cierto que el Papa conocía al padre Aquilino de los encuentros en Roma y América con motivo de la Unión de Superiores Generales. Y que el padre Aquilino había trabajado en la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en la elaboración de documentos teológicos de referencia. Es cierto que, según ha confesado el nuevo cardenal, habían sido muchas las horas que había hablado con el cardenal Bergoglio sobre el pasado, el presente y el futuro de la vida religiosa. El cardenal Bocos es una de las personas que más han pensando la renovación de la vida religiosa desde el Concilio Vaticano II. Y eso el Papa lo sabía. La sintonía profunda entre el Papa y el hoy cardenal Bocos radica en la apuesta por la renovación de la vida religiosa, de la vida consagrada. Esa renovación también lo es de los carismas. La relación, por tanto, entre un jesuita y un claretiano, entre jesuitas y claretianos, se ha estrechado con esta designación.
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La larga trayectoria de este hombre, que se caracteriza por la humildad y la sencillez, comienza en el vallisoletano pueblo de Canillas de Esgueva hace ochenta años. La importancia de los estudios para los religiosos no solo está contrastada en su trayectoria biográfica. Fue durante muchos años director de la revista Vida Religiosa, una publicación referente en este ámbito, fundador del Instituto de Vida Religiosa y director de la Escuela de Formación Teológico-Catequética Regina Apostolorum. Además, ha sido presidente de la FERE, la federación de los religiosos dedicados a la enseñanza.
Por último, no debemos olvidar la larga historia de presencia de cardenales claretianos en Roma, como Arcadio María Larraona y Arturo Tabera.
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