Ignacio Saavedra | 17 de diciembre de 2018
Fernando García de Cortázar reflexiona sobre el pasado, presente y futuro del catolicismo español en un libro que aúna profundidad teológica, conocimiento histórico y sentido literario.
Suscríbete a nuestro canal en iVoox
A principios de 2018, reseñábamos el libro de Charles J. Chaput Extranjeros en tierra extraña, escrito con la intención de orientar a los católicos norteamericanos, que empiezan a notar que el ambiente ha cambiado en las últimas décadas y ahora es mucho más hostil para ellos. Algo parecido, pero pensando en los católicos españoles, representa Católicos en tiempos de confusión, escrito por Fernando García de Cortázar y publicado recientemente por Encuentro.
La reflexión que Fernando García de Cortázar ofrece sobre el pasado, el presente y el futuro del catolicismo español en Católicos en tiempos de confusión es, al menos, tan apasionante como la de Chaput sobre el catolicismo norteamericano. García de Cortázar deslumbra por los conocimientos que posee desde su doble faceta de teólogo e historiador y por su prosa poética.
Católicos en tiempos de confusión está estructurado en cinco partes, cada una de las cuales consta de una docena o más de artículos breves. En la primera parte, “El catolicismo, ¿una fe en retirada?”, desenmascara la ofensiva laicista que, aparentando la defensa de la tolerancia, querría destruir el catolicismo por puro odio. Un odio que, según García de Cortázar, se debe a que “envidian, sobre todo, esa esperanza custodiada durante veinte siglos, que nació alzándose contra la tiranía y proclamando la unidad moral del género humano”.
En la segunda parte, “Los católicos, la sal de la tierra”, el autor quiere recordar, como Chaput recordaba a los católicos norteamericanos, la vigencia de la Epístola a Diogneto, en la que se dice que “los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo”. Pero, sobre todo, se dice que “tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar”. Esta es otra de las ideas que enhebran Católicos en tiempos de confusión: los católicos no deben estar tan pendientes de defenderse de los ataques laicistas como de asumir la responsabilidad de ser el motor del mundo, sin excusarse en las dificultades de un ambiente adverso para mantener su fe en la esfera privada.
El siguiente bloque de artículos lleva por título “El católico ante su propia vida”, que se abre con otra de las grandes aportaciones de este libro: una explicación diáfana de cómo el Concilio de Trento, la Reforma Católica, significó una gran defensa de la libertad humana: “Se establece el libre albedrío frente a quienes pretendían convertir la existencia humana en sumisión a una divinidad que ya había planificado su destino”. Trento no solo es, como tiende a ser percibido, un freno al progreso, sino todo lo contrario. Y este gran avance, esta victoria de la libertad humana, fue obra de teólogos españoles. Es lógico que este hacer justicia al Concilio de Trento que contiene Católicos en tiempos de confusión sea una de las constantes del libro, porque aquí se ve hasta qué punto atacar o defender a España es atacar o defender a la Iglesia Católica.
En el siguiente capítulo, “España, realidad patria y tarea”, aparece uno de los mayores motivos de orgullo para los católicos españoles: la Escuela de Salamanca, cuya importancia, según García de Cortázar, solo es comparable a la Academia fundada por Platón en Atenas.
El último capítulo se titula “De católicos en la brecha, santos cotidianos y tiempos fuertes”. Aquí, Católicos en tiempos de confusión ofrece modelos de conducta muy inspiradores y ayuda a entender la importancia de los tiempos litúrgicos. Sobre todo, la Navidad, un tiempo especialmente atractivo para un historiador por su carácter de línea de separación entre las dos eras en que se divide la historia de la humanidad. No es un libro para regalar en Navidad, pero en estos días resultará especialmente emotivo por la abundancia de reflexiones sobre la Navidad en que García de Cortázar eleva a la enésima potencia sus mejores cualidades: la profundidad teológica, el sentido de la historia y un estilo literario que pone al descubierto la jugosidad de su piedad sacerdotal.