Arsenio Fernández de Mesa Sicre | 28 de diciembre de 2018
La Navidad es un tiempo propicio para que los cristianos comuniquemos la alegría sencilla del Evangelio a una sociedad ahogada por el consumismo. El papa Francisco nos recomendaba estos días que viviésemos la Navidad que Cristo quiere, no la que nos ofrece el mundo, de forma que supusiera la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la simplicidad sobre la abundancia, del silencio sobre el alboroto, de la oración sobre mi tiempo, de Dios sobre mi yo.
Precisamente por eso, Madrid recibe estos días a quince mil peregrinos convocados para el XLI Encuentro Europeo de Jóvenes, organizado por la comunidad ecuménica de Taizé. Esta comunidad, fundada en 1940 por el hermano Roger, tiene la oración, el trato con Dios, la intimidad con Jesucristo como pilar de su quehacer cotidiano, de su entera existencia. Y ese clima de búsqueda del Señor se orienta, ante todo, a construir una iglesia reconciliada y un mundo fraterno entre todos los hombres, particularmente entre los jóvenes.
Madrid, esta Navidad, es ciudad de acogida para esos jóvenes que, saliendo de sí mismos, en una sociedad muchas veces cegada por el individualismo y la autorreferencialidad, buscan irradiar el mundo con el mensaje evangélico. Un mensaje que es mensaje de comunión y encuentro frente a tanta división y fractura como contemplamos a diario.
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La Comunidad pretende que los peregrinos vivan esta experiencia, que se producirá desde el 28 de diciembre hasta el 1 de enero, en un ambiente cálido y familiar que les ayude a sentirse acogidos por el pueblo cristiano, tratando de evitar las aglomeraciones en fríos polideportivos. Si bien es cierto que las Navidades son fechas complicadas por la cantidad de comidas, cenas, reuniones y encuentros en las casas, tanto familias como colegios y parroquias están abriendo sus brazos para favorecer este bello encuentro de fraternidad cristiana.
Después de desayunar, los jóvenes saldrán de su lugar de residencia para participar del programa del encuentro durante toda la jornada, hasta las 22.00 horas. La jornada arranca con un rato de oración, seguida de unos grupos de reflexión y de encuentros con personas comprometidas en la comunidad local o en el barrio. Las tardes se dedicarán a talleres con diversos temas, como bíblicos, espiritualidad, compromiso social, cuestiones de la sociedad actual, Europa, arte, cultura e historia de Madrid, entre otros.
Es la “peregrinación de confianza sobre la tierra” de la que tanto hablaba el hermano Roger. Suyas son estas palabras: “Hoy más que nunca se alza una llamada a abrir caminos de confianza hasta en las noches de la humanidad. ¿Presentimos esta llamada? Los hay que, por el don de sí mismos, dan testimonio de que el ser humano no está abocado a la desesperación. Aunque estemos despojados de todo, ¿no somos llamados a transmitir, por nuestras vidas, un misterio de esperanza a nuestro alrededor?”
El cardenal don Carlos Osoro nos ha recordado, al animarnos a participar de este encuentro, que Madrid es “lugar de encuentro, de comunión y de expansión de la fe a todos los lugares de la tierra”. Esta peregrinación es un precioso momento para tender puentes evangélicos en medio de un mundo dividido y fragmentado. No perdamos la oportunidad.