Beatriz M. Berrendero | 03 de diciembre de 2018
«El Papa viste de Prada» fue un artículo de la revista Newsweek, en 2005, en el que se elogiaban las inclinaciones estéticas de Benedicto XVI. A lo largo de la historia, moda y religión han ido de la mano en numerosas ocasiones. Se trata de una relación complicada que siempre ha estado marcada por la polémica, la provocación o, incluso para algunos, la blasfemia. Aunque son muchos los diseñadores que se han atrevido a llevar el arte sacro a las pasarelas, no estamos acostumbrados a ver desfiles en los que se incorporan túnicas, crucifijos, hábitos ni otro tipo de accesorio eclesiástico.
La colección otoño-invierno 2007/2008 de Jean Paul Gaultier estuvo marcada por sus alusiones a la religión, algo que chocaba de frente con los escotes, minifaldas y accesorios de lujo que se exhibían en la misma pasarela. Pero Gaultier no ha sido el único que se ha atrevido a llevar los símbolos religiosos a la moda, también hemos podido ver diseños de Dolce & Gabbana, Thierry Mugler, John Galliano, Gianni Versace o Cristóbal Balenciaga.
En definitiva, son dos artes, el sacro y el de la moda, que hay que saber respetar si los diseñadores quieren fusionarlos, porque más de uno ha tenido que pedir disculpas por atentar contra valores y símbolos religiosos, y no solo de la religión católica. Karl Lagerfeld, uno de los modistos más influyentes del siglo XX, y quien fuera durante años el creador de los diseños de la Maison Chanel, pidió disculpas públicamente en 1994 al imán de la mezquita de París. Este entendió que la religión musulmana se había sentido ofendida tras ver desfilar a un icono de las pasarelas como es Claudia Schiffer con un corpiño en el que se exhibían varios versículos del Corán.
Moda y religión fueron la columna vertebral de la edición 2018 del MET Gala. Bajo el titulo “Cuerpos celestiales: la moda y la imaginación católica“, por primera vez en la historia se exhibieron fuera del Vaticano algunos de los elementos más valiosos de la Santa Sede. El Museo Metropolitano de Nueva York acogió decenas de piezas únicas y por su alfombra roja desfilaron celebrities vestidas con el dress code requerido para la ocasión: prendas barrocas en las que los accesorios como las alas de ángel, los halos de santidad o las lágrimas de sangre jugaron un papel muy importante.
Andrew Bolton, uno de los organizadores de la gala, puntualizó al respecto en una entrevista concedida al New York Times que “la muestra se centró en el imaginario católico como referente estético y revisa cómo artistas y diseñadores de todas las épocas se han acercado a estos elementos desde un punto de vista artístico y creativo: nunca sociológico ni teológico”.
Que fuera el Vaticano el que diera el primer paso para poner en juego su influencia en la moda detuvo las críticas de los más conservadores ante cualquier tipo de ofensa a la religión católica. El glamur eclesial tuvo la bendición del cardenal arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, presente en todos los actos de la gala.
Los católicos te perdonan, Borja, pero otra vez debes pensar antes de ofender a los creyentes