Antonio Olivié | 27 de marzo de 2018
La omisión de varios párrafos de una carta del Papa emérito, que tenía carácter reservado, ha provocado la dimisión del responsable de Comunicación del Vaticano, monseñor Dario Viganò, hace unos días. Dentro de la carta de aceptación de su renuncia, el papa Francisco ha recordado que aún hay dos temas pendientes en la reforma de los medios del Vaticano, dejando claro que el proceso sigue adelante.
Para entender la situación de los medios del Vaticano antes de la reforma es bueno conocer los datos. En el año 2016, la Radio Vaticana contaba con más de 400 empleados, de 60 nacionalidades distintas. Gestionaban las emisiones en numerosas lenguas para todo el mundo. En ese mismo año, en el Centro Televisivo Vaticano se integraban menos de 20 personas, la mayoría de perfil técnico. En pleno siglo XXI, cuando la presencia social de la televisión y de la imagen en vídeo es esencial, no parecía la mejor estructura para acercar el mensaje del Papa y la Santa Sede a la sociedad.
Junto a las diferencias numéricas, estaba también el problema de la duplicación de canales y contenidos. En ocasiones, se repetían las informaciones del portal web del Vaticano con las que aportaba Radio Vaticana y el periódico L’Osservatore Romano. Ahora, desde hace unos meses, gran parte de esa información se transmite en un único sitio web: VaticanNews.va.
La Secretaría para la Comunicación ha trabajado, con el impulso de monseñor Viganò, en unificar los distintos medios, que funcionaban de forma autónoma. Desde hace tres años, este organismo encuadra la Sala Stampa, que dirigen el americano Greg Burke y la española Paloma García Ovejero, la Tipografía Vaticana, Radio Vaticana, L’Osservatore Romano, el Centro Televisivo Vaticano, la Libreria Editrice Vaticana y el servicio de internet.
Para entender la diversidad de responsabilidades y de jerarquías en este entramado, hay que recordar que, tradicionalmente, la Radio Vaticana estaba encargada a la Compañía de Jesús y que la Tipografía la gestionaban los Salesianos. Un equilibrio complejo en el que la labor de unificar y trabajar con un único mando no ha sido fácil.
Si la Iglesia no comunica, otros lo harán por ella . El mundo necesita la verdad para crecer
Poner en marcha toda esta reforma ha supuesto abandonar algunas tareas en las que personas concretas se han desvivido durante años. Por eso, el hecho de limitar la programación de determinados idiomas de Radio Vaticana ha sido traumático para algunos profesionales, que no han visto con buenos ojos la integración.
En ese contexto, hay quienes podían entender que con la dimisión de Viganò se frena la integración de medios. Algo que el papa Francisco ha querido desmentir desde el primer momento. En la carta de aceptación de la renuncia, recuerda que aún están pendientes, y son inminentes, la integración de L’Osservatore Romano y de la Tipografía Vaticana.
Al margen de ese factor, en la gestión del día a día de estos medios todavía se deben pulir detalles. El nuevo portal web del Vaticano ha arrancado con fuerza, con una presentación moderna y atractiva, pero con altibajos en los distintos idiomas y con diferentes niveles de calidad en los vídeos que emite. Dentro de los medios, algunos profesionales aseguran que se han producido, como es normal cuando se hace un cambio, desequilibrios en las tareas.
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La comunicación del Vaticano es todo un desafío, que se complica con el Papa que invita a “hacer lío”. Los responsables de la comunicación de la Santa Sede deben ser capaces de gestionar una autoridad que siempre se muestra abierta a todos y que, en el encuentro personal, rompe los protocolos. Más de una vez se han visto sorprendidos por el hecho de que, sin conocimiento de la Secretaría para la Comunicación, el Papa ha recibido a periodistas que aprovechaban para grabar o escribir de esos encuentros. De esta forma, quienes gestionan la información de la Santa Sede se ven obligados a hacer equilibrios con los periodistas o medios informativos que siguen los cauces ordinarios a la hora de solicitar una entrevista o un encuentro con el Papa. El nuevo prefecto para la Comunicación deberá afrontar todas esas tareas, tan apasionantes como complejas.