Ramón Pi | 28 de julio de 2017
Xiskya Valladares es una religiosa de la congregación Pureza de María que se ha hecho muy conocida en Twitter, la red social de los ciento cuarenta caracteres. Nacida en León, Nicaragua, es máster en Periodismo USP-El Mundo y doctora en ciencias de la Comunicación (Universidad CEU San Pablo), licenciada en Filología Hispánica (Universidad de Barcelona), especialista en Dirección y gestión de centros educativos (Universidad de Barcelona); tiene estudios de Ciencias Religiosas (Instituto Regina Mundi, Roma, y Facultad de Teología de Granada).
Xiskya Valladares parece haber entendido bien la mentalidad del papa Francisco, cuando anima a los católicos a ir a las periferias y «formar lío». Junto al sacerdote marianista Daniel Pajuelo, fundó una organización llamada «iMisión», que agrupa a voluntarios que se dedican a propagar el Evangelio a través de las redes sociales. Tiene editado un libro titulado #arezaryadormir, en el que recoge 99 tuits a modo de pensamientos para la esperanza y el futuro, bajo el hashtag que usa por las noches en Twitter, #arezaryadormir, y en 2014 organizó en Madrid el I Congreso Internacional sobre Evangelización Digital.
Ramón Pi: La primera curiosidad fue indagar por qué escogió precisamente Twitter para su actividad en las redes sociales, cuando parece ser el foro en el que hay más dificultades para expresar alguna idea compleja o desarrollar un argumento algo más elaborado que un aforismo.
Xiskya Valladares: Yo he elegido Twitter porque es la red social más abierta. No es bidireccional, sino que comunica en abanico. Facebook es una red endogámica: yo te pido amistad, tú me tienes que aceptar y la amistad es recíproca. Eso hace que se creen como burbujas de personas que piensan igual, opinan igual y viven más o menos las mismas cosas. Eso a mí no me interesa, porque yo no quiero ir a la gente que está dentro de la Iglesia, sino a los que están fuera, y en Facebook eso es completamente imposible, porque al ver mi foto, al ver mi perfil, los que me van a solicitar amistad siempre van a ser los que piensan que van a ser afines a mi religión o a mi ideología. Twitter es la única red social que me permite poder trascender a ese grupo de personas que ya piensan como yo. El funcionamiento de Twitter es que no solamente yo puedo tener seguidores que no piensen igual, sino que al revés, al poderme ellos retuitear, el alcance de mis mensajes puede traspasar a los seguidores y eso en Facebook no pasa.
Si nuestro lenguaje es creativo y engancha con el titular que ponemos en un tuit, podemos convertir esa conversación en un diálogo interesante
Los 140 caracteres no es verdad que sean algo limitante, porque yo puedo poner, por ejemplo, un link; en esos 140 caracteres no cuentan los de los links, por tanto, tengo espacio para mi titular y un link donde yo voy a dirigir a la persona para profundizar en el tema, si es que le interesa. En segundo lugar, el papa Benedicto XVI dijo que un versículo de la Biblia era más o menos un tuit. Son esos 140 caracteres. Y un versículo de la Biblia puede cambiar una vida. Bueno, yo no pretendo cambiar vidas, pero creo que, si nuestro lenguaje es creativo y engancha con el titular que ponemos en un tuit, podemos convertir esa conversación en un diálogo interesante.
R.P.: El mundo virtual, el mundo real, la frontera difusa…
– Las redes sociales no son un traspaso de lo que escribimos en un papel, sino que son diálogo, son conversación. Y, por eso, al iniciar una conversación con un titular atractivo, la verdad es que puedo convertirlo en una conversación, que puede derivar a una conversación presencial; a mí me ha pasado muchas veces. Y, luego, eso puede abrir la conversación a otras personas que están leyendo y que no estaban como seguidores compartidos. Si yo tengo diez seguidores y mi interlocutor tiene veinte, y solo tres son seguidores comunes, la conversación alcanza a los treinta y mi mensaje llega a un público al que yo no tendría acceso de otro modo.
Y, en tercer lugar, todo eso me permite el diálogo con los que piensan diferente y tienen buena voluntad, porque obviamente es imposible entablar un diálogo con un troll o con alguien intolerante o que insulta en vez de razonar. Pero con los que tienen buena voluntad sí se puede entablar un intercambio de opiniones, aunque de él no se saque más conclusión que comprobar cuán distantes estamos.
R.P.: A veces habrá que bloquear a alguien, porque cuando se habla de religión se calientan los ánimos…
– Sí, claro, muchas veces hay que bloquear a alguna persona que solo sabe insultar. Pero los trolls no aparecen con las cuestiones de religión, es raro que eso ocurra. Sobre todo, vienen cuando trato dos temas: uno es el tema del aborto, en seguida vienen avalanchas de trolls, y el otro tema es el del lobby gay. En cuanto trato cuestiones que afectan al lobby gay o los transexuales o ese mundo, se me llena también de trolls. Pero fuera de esto no suelo tener ningún problema. Tengo mucha gente que discrepa de mí, que me cuestiona, me discute, pero con educación; no son trolls agresivos ni violentos. En cambio, estos dos grupos que he citado antes lo son. La religión no interesa hoy. El sexo, sí, pero la religión, no. Y, si te fijas, los dos temas con los que tengo trolls son los relacionados con el sexo, y no con la religión, y eso que soy monja.
R.P.: Dicen que vivimos en una sociedad «post-cristiana»…
– España, según un estudio de WIN/Gallup International, tiene un número creciente de ateos, que ya llega al 20%, y es el quinto país del mundo con mayor proporción de ateos. La media mundial es del 11%. Hay también un número creciente de personas no bautizadas y una incultura enorme. Yo lo veo con mis alumnos, que no saben cosas de cultura religiosa muy básica, como quiénes o cuántos son los evangelistas y cosas así. Y eso ocurre en España, que es uno de los países con una historia más brillante de fe católica como elemento fundamental de su personalidad nacional.
La mayoría de los jóvenes no se plantea para nada la divinidad, si existe un Dios o no existe, es que eso no entra siquiera en sus posibilidades, ni siquiera se puede decir que sean ateos…
Me temo que España es ya un país como los demás de Europa: un país con una historia y una tradición católica, pero con un número de católicos decreciente. Menos de un 70 por ciento dicen ser católicos y solo un 17 % dice ser practicante. Estos datos son muy reveladores. Yo creo que España ya es un país de misión, no es la España de hace treinta años. En Twitter ves esto con mucha claridad, porque te permite tocar lo que se está viviendo entre la gente, ¿no? Ves que aumentan bastante las ideologías ateas, han aumentado también bastante estas políticas populistas, yo no diría ni siquiera comunistas, sino populistas orientadas en contra de la tradición católica del país. Yo creo que estas cosas se palpan a la semana de estar en Twitter.
R.P.: Este cuadro indica que se abandonan rápidamente los grandes puntos de referencia, pero sin sustituirlos por nada…
– Lo estamos viendo entre los más jóvenes: son en general muy relativistas, amantes de las nuevas tecnologías de la comunicación -comprar, vender y manipular ideas- y tienen pasiones y sentimientos más acusados hacia los animales que hacia los seres humanos. Son personas de las que se ha apoderado la comodidad, ya apenas se ven aquellos jóvenes inconformistas, al menos en materias como la justicia social, por ejemplo. Fanáticos de sus youtubers, del fútbol… Esos son los jóvenes que tenemos. No sé hasta qué punto somos conscientes de ello, pero precisamente por eso yo creo que es responsabilidad muy importante de los católicos estar presentes en ese mundo, porque si no, se está abriendo un hueco para que les influyan otros tipos de presencia que no les aporta ningún valor. Yo no digo que todos los jóvenes sean así; gracias a Dios, no, pero sí que una grandísima mayoría tiene esas características. No se plantean para nada la divinidad, si existe un Dios o no existe, es que eso no entra siquiera en sus posibilidades, ni siquiera se puede decir que sean ateos…
R.P.: Sin embargo, hay realidades inesquivables, como la muerte o lo que pase más allá, si es que pasa algo…
– Pero yo no les planteo eso. La evangelización, como decía la Evangelii nuntiandi en 1975, es más cuestión de ser testigos que de ser maestros, porque la gente escucha mucho más al testigo que al maestro. Entonces, lo que hago es intentar ofrecer una lectura evangélica de la actualidad a raíz de lo que acontece día a día, intentar dialogar de tú a tú, a través de la red social y también personalmente, intentar ser coherente con lo que creo y presentar sin miedo lo que soy, que como voy vestida ya me parece que es un testimonio. Porque con palabras no se convence hoy; las palabras serían un segundo paso, porque no todo el mundo está dispuesto a tener una conversación así.
– Eso es cuestión de la idea que se tenga de la misión. Cuando uno es plenamente consciente de la misión es como cuando se siembra. Cuando el sembrador siembra, no tiene la conciencia de estar perdiendo el tiempo por no ver los frutos de la siembra inmediatamente; sabe que un día eso va a florecer. Y, por otro lado, hoy existen herramientas informáticas que te permiten estar conectado y estar al día sin perder tiempo; por ejemplo, programación mediante bots, lecturas de RSS para que toda la información te llegue en un solo sitio y no tengas que estar navegando por la Red, etcétera. Yo me organizo bastante bien para aprovechar mi tiempo de conexión y no soy de las personas que están conectadas todo el día a la Red. Tengo muchas responsabilidades y obligaciones en la vida off line y no podría estar enganchada a internet. Pero el tiempo que estoy conectada, que viene a ser media hora o 35 minutos al día, es para dialogar, para responder. Yo no tengo tiempo de estar contestando a todo el mundo a cualquier hora, pero sí lo hago un rato por la mañana, unos quince o veinte minutos, y otro rato por la noche. Luego programo cada quince días los mensajes que quiero que se publiquen y leo los periódicos y los blogs que me interesan en feedleak que, en resumen, me los aglutina todos en uno solo. Yo creo que formarse en esas herramientas tecnológicas te ayuda a gestionar el tiempo de manera más eficaz.
R.P.: Ahora me delato como anciano en materia del mundo digital, como antepasado de mí mismo: todo eso no es tan fácil…
– A mí me ha resultado bastante fácil porque me he ido montando en estos recursos a medida que iban saliendo. Cuando se comercializó internet, yo tenía más o menos 18 años, me fui sumando a lo que salía a medida que iba saliendo y por eso no he tenido que aprenderlo todo de golpe.
Tengo muchas responsabilidades y obligaciones en la vida off line y no podría estar enganchada a internet. Pero el tiempo que estoy conectada, que viene a ser media hora o 35 minutos al día, es para dialogar, para responder
Recuerdo perfectamente cuando salió YouTube, yo fui una de las primeras usuarias, el primer año de funcionamiento; estaba en Madrid, ahora vivo en Palma de Mallorca. Además, estas herramientas funcionan más o menos todas igual, de forma que, una vez aprendida una, las demás son bastante fáciles de comprender y usar. Se ha avanzado tanto en los lenguajes informáticos que no hace falta saber programación para gestionar tu participación en una red social; ahora es más fácil que cuando la web era solo HTML.
R.P.: Cambio de escenario: un resonante choque de Xiskya con otra monja que frecuenta internet y, además, tiene algún ramalazo de activista política, la dominica tucumana residente en Barcelona, Lucía Caram.
– Lo que pasó fue que me hicieron una entrevista en Religión Confidencial para hablar de internet, de mi condición de tuitera, del congreso de evangelización digital que estábamos organizando y esas cosas. Yo no me esperaba que me fueran a preguntar por ella. Fue una pregunta entre muchas de otras cosas, pero la periodista puso justo eso en el titular. Lo que dije entonces lo mantengo: creo que es una religiosa que confunde a la gente. Se debe ser claro y ella dice cosas a veces que necesitan matizarse demasiado para que vayan en consonancia con la doctrina de la Iglesia católica. Pero no dije nada más, solamente eso, y el ruido mayor creo que lo hicieron los lectores, no yo.
R.P.: Pero ella reaccionó…
– Sí, me bloqueó en Twitter. Yo no la bloqueé a ella y no dije que me había bloqueado.
R.P.: Pues se ha publicado que lo dijiste.
– Sí, claro, la gente se dio cuenta sin que yo dijera nada y, entonces, me llamó la periodista y me lo preguntó; y yo le dije que me había bloqueado, porque era verdad.
R.P.: ¿Y sigues bloqueada?
– Sí, sí, sigo bloqueada.
R.P.: ¿Otras situaciones conflictivas?
– Con gente de Iglesia no, pero sí con otras personas, aunque no ha trascendido a la Prensa. Una vez, por ejemplo, conseguimos cerrar una cuenta de Twitter; esas personas mandaron a un montón de gente a insultar, amenazar y trollear a los católicos y yo hube de tener la cuenta quieta, en silencio, durante un tiempo para no darles pie a que continuaran, hasta que se calmaran y se tranquilizaran. Otra vez hubo una mujer, que nunca supe quién era, porque no dio la cara, y también la emprendió conmigo, insultándome y diciéndome obscenidades y vulgaridades; en esos casos, lo que hago es bloquear y ya está. Y capturar las pantallas, por si acaso hubiera que poner una denuncia.
Con los que tienen buena voluntad sí se puede entablar un intercambio de opiniones, aunque de él no se saque más conclusión que comprobar cuán distantes estamos
Aparte de estas cosas más graves, he tenido lo corriente: los trolls cuando hablo en defensa de la vida; no suelo tratar temas relacionados con el sexo, porque no quiero atraer a gente que tampoco me interesa. Pero una vez comenté en una foto que había una chica que se estaba hormonando y estaba embarazada; parecía un hombre embarazado, pero era una chica que estaba en un proceso de hormonación. Y comenté que pobre niño, porque realmente es así: en el momento en que la mujer está tomando las hormonas, el embarazo no es el más adecuado ni siquiera para el niño, porque eso le va a perjudicar y en ese sentido puse «pobre niño». Bueno, pues esa vez sí tuve una avalancha de gente del lobby gay en contra. Pero salvo en estas cuestiones sensibles para ese lobby, no suelo tener incidentes desagradables.
R.P.: ¿Y en política? ¿Nada?
– No he querido hablar de política porque creo que no es mi papel. Podría hacerlo como periodista, desde luego, pero no me parece que sea bueno para la Iglesia que una religiosa como yo se meta en esos terrenos.
R.P.: Pero un día llegarán unas elecciones, algún católico preguntará qué debe o qué puede hacer con su voto y no habrá más remedio que entrar ahí…
– Bueno, ya hubo elecciones, yo voté y la verdad es que nadie me preguntó por eso. Y si me preguntasen, les diría que cuiden de que su voto se emita en conciencia y que defienda los valores que ellos defienden, que los católicos defendemos. Obviamente, es estúpido votar a los partidos que nos quieren eliminar, que los hay.
R.P.: Dios está entre los pucheros, decía Santa Teresa, y hoy podría decirse que también anda en Twitter pese a todo…
– Sí, a mí me han ocurrido tres casos, que yo sepa. Uno es de un ateo que tenía cáncer y los últimos meses de su vida comulgaba a diario y rezaba el Rosario a diario. Otro es de un chico gay que vino a verme porque se había ido a confesar, lo habían echado del confesonario y él quería que alguien de Iglesia le dijera que Dios lo quería; era un chico gay, pero nunca había tenido una relación con nadie. Y el tercer caso es una persona que se bautizó. Una persona ya adulta. No me gusta hablar de estos casos, porque son personas que están en la Red, van a leer esto y no quiero que piensen que he traicionado su confianza. Pero sí hay historias interesantes y varias personas me han dicho que la sola aparición de una monja en las redes sociales les ha hecho volver a su época del colegio y han experimentado la necesidad de volver a su vivencia de la fe de aquellos años. Eso es bonito.
El acompañamiento verdadero es el presencial, no el de la Red. Pero la Red actúa con frecuencia como un trampolín para dar el salto a la vida presencial
Yo digo, con frecuencia, que ha de haber sacerdotes y religiosas en la Red, porque la gente lo pide. Me dicen: dígales que vengan, porque nos hace bien saber que podemos contar con una persona religiosa también aquí. Y yo lo veo, porque me piden mucho que rece por sus problemas, me cuentan sus cuitas no en público, pero sí en privado, porque todas las redes tienen una parte privada, donde no hay límite de caracteres. Y me piden consejo, ¡fíjate, en asuntos que a mí no se me ocurriría pedírselo a una monja! Por ejemplo, uno que está deprimido porque ha roto con su pareja o cosas así. Yo les doy algún consejo, pero siempre los derivo hacia alguien en la vida real: el acompañamiento verdadero es el presencial, no el de la Red. Pero la Red actúa con frecuencia como un trampolín para dar el salto a la vida presencial.
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