Juan Pablo Maldonado | 01 de mayo de 2018
No en todos los países se celebra la Fiesta del Trabajo el primer día de mayo. En Estados Unidos lo hacen el primer lunes de septiembre. En más de una película hemos podido ver a los Knights of Labour, que ese día marchan por las calles de Nueva York. El Labour Day estadounidense tiene su origen en el desfile organizado en dicha ciudad por la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo en 1882 y que, con el tiempo, se fue repitiendo cada año.
En 1887, el entonces presidente de los EE.UU., Stephen Grover Cleveland, vio en aquel desfile la oportunidad de establecer una fiesta del trabajo que no coincidiese con la que desde 1886 diversas organizaciones asociadas a la Primera Internacional habían empezado a celebrar cada 1 de mayo, en conmemoración del inicio de la huelga que un año antes había tenido lugar en Chicago, en reivindicación de la jornada laboral de ocho horas. El paro desembocó cuatro días más tarde en la conocida Revuelta de Haymarket, en la que una persona sin identificar tiró una bomba a los policías que intentaban disolver la protesta. Tras un juicio que el movimiento obrero calificó de farsa, cinco de los manifestantes fueron condenados a muerte y otros tres recluidos en prisión -todos anarquistas-, a los que sus correligionarios bautizaron como los “mártires” de Chicago. La Fiesta Internacional del Trabajo tiene, pues, desde sus orígenes, el sentido de reivindicación obrera y es fiesta emblemática de la lucha de clases.
El presidente Cleveland le tomó la delantera a la Segunda Internacional, que, reunida en París en julio de 1889, acordó declarar el primero de mayo “Día Internacional de los Trabajadores”. Lo curioso es que, habiendo ocurrido aquel incidente en los Estados Unidos de América, se conmemore en casi todo el mundo como un día de fiesta, pero no en ese país, al que hay que sumar Canadá, que, al igual que su vecino del sur, celebra la fiesta del trabajo cada primer lunes de septiembre. En ambos casos, con el apoyo de los sindicatos norteamericanos, que siempre se han caracterizado por ser sindicatos de intereses y pragmáticos.
Excepción fue también la España de Franco, que, al considerar el primero de mayo subversivo, suprimió la celebración en 1937. En algunas ciudades españolas, desde finales del XIX los sindicatos de clase venían convocando manifestaciones conmemorativas de la Fiesta Internacional del Trabajo, que eran toleradas por la autoridad gubernativa. Durante la dictadura de Primo de Rivera, hasta que llegó la República, las manifestaciones –esas y todas- fueron prohibidas. Durante el franquismo, lo que se celebraba era la Fiesta de Exaltación del Trabajo. El Fuero de Trabajo (1938) hace coincidir dicha fiesta con la del alzamiento nacional: “Declarado fiesta nacional el 18 de julio, iniciación del Glorioso Alzamiento, será considerado, además, como Fiesta de Exaltación del Trabajo”. No solo se huía de la connotación revolucionaria que el primer día de mayo tenía en la España del primer tercio del siglo XX, además se identificaban “trabajo” y “alzamiento nacional”. Luego, en 1947, el Ministerio de Trabajo estableció la paga extraordinaria de 18 de julio, que empezó siendo equivalente al jornal de una semana y que acabó equiparándose al sueldo de un mes. Ese fue durante décadas el nombre que la paga extraordinaria de verano recibió. Lo que realmente se exaltaba era el trabajo, tal y como se entendía en el Fuero del Trabajo.
En 1955, Pío XII fijó en el calendario religioso el 1 de mayo como celebración de San José Obrero o Artesano: “Sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa de las penalidades y en los riesgos del trabajo”. Lo que se celebra es el trabajo, considerado algo más que medio de vida; el trabajo como realización personal, la dignidad del trabajo y el sentido armónico y fraternal de las relaciones de trabajo. Hacía coincidir así el Papa la conmemoración católica del trabajo con la fecha en que los movimientos obreros lo hacen. Sin embargo, hasta la Transición, España continuó celebrando la fiesta del 18 de julio.
En España, el 1 de mayo de 1978 se celebró la primera manifestación autorizada del Día Internacional del Trabajo durante la democracia. Y el Estatuto de los Trabajadores de 1980 fija el 1 de mayo como «Fiesta del Trabajo”. Todos los años, ese día, al mismo tiempo que las manifestaciones convocadas por los sindicatos copan la atención de los medios de comunicación, se celebra, sin hacer tanto ruido, San José Obrero. Ambas fiestas comparten jornada, pero no todos festejamos lo mismo.