Guadalupe Cantarero | 26 de junio de 2017
Lord Norman Foster y Matthias Kohler, Professor of Architecture and Digital Fabrication, Swiss Federal Institute of Technology (ETH), en una conferencia del Foro Future is Now en el Teatro Real de Madrid. Inauguración de la Fundación Foster en Madrid, el pasado día 1 de junio de 2017 | Foto Cantarero ©
El pasado mes de mayo de 2017, vio la luz un artículo del El País con relación a promociones de viviendas con estructura y cerramiento de madera. No todas las comunidades en España gozan de los bosques frondosos del País Vasco ni de las maderas finlandesas que permiten distritos centenarios en Helsinki, como Käpylä, Vallila y Kumpula. Me temo que no tiene mucho sentido soñar con otro PAU de Carabanchel en maderas de iroko o teka… Es decir, el material que constituye una ciudad es parte de la historia del lugar que lo concibe. España, en general, es país de construcción en arcilla o en piedra y solo el norte escapa a lo que podríamos anhelar en madera.
Cuando se habla de anhelo, se habla de sentidos y sentimientos. La madera evoca, cosa que no hace el hormigón. La madera está viva y por ello muere. Por tanto, integrar un material como la madera en nuestras casas es adoptar un ente con vida. Emite energía propia, contiene seres vivos que la habitan y es en sí un hogar.
Conoce al puente Mistissini, una estructura de #madera laminada de 160 metros de largo en la ciudad de Quebec https://t.co/N2Wi6mWWLF pic.twitter.com/z0djvAOIaO
— Madera21 (@Madera21_corma) April 24, 2017
Para nosotros, un paseo por la calle principal de Käpylä es como caminar a través del escenario de una película, aunque seguro que un finlandés opina lo mismo si viene a pasear por la Cava Baja. Y es que siempre queremos lo que no tenemos, o deseamos ser quienes no somos, porque España tiene madera y mucha pero no hemos gozado de esa cultura en la construcción. Ya en los noventa no se estudiaban estructuras de madera en las Escuelas de Arquitectura y, sin embargo, en los años sesenta era casi lo único que se impartía, sobre todo en lo que a cubiertas se refiere, lo cual era altamente contradictorio, puesto que en esos años y posteriores la construcción era pura y dura de hormigón.
En los noventa, se empezaron a importar en España modelos de estructuras de madera laminada para cerchas de grandes luces y pocas empresas daban la opción; así pues, las teníamos que encargar a países nórdicos.En el norte de la Península sí que hay empresas trabajadoras del castaño que, como el grupo Siero, ofertaron al mercado algo singular y fueron pioneros en el tratamiento de las maderas laminadas encoladas. Pero todo ello surge de la ‘huelgona’ minera del año 34, que obligó a muchos trabajadores del carbón a reinventar su profesión. También Vizcaya y Álava proveen a grupos como Aitim, nutriéndose de maderas importadas desde Alemania y Austria; pero el concepto de construir en madera se perdió en España hace muchos años porque somos país de ladrillo (que, aunque es un material de alta transmitancia térmica, estructuralmente no da juego para grandes luces o edificaciones en altura). Por ello, el renacer de la madera en España viene de hace poco y, de hecho, la Asociación de Fabricantes de Madera Laminada de España (AFML) se fundó en Coruña hace tan solo catorce años.
Llegan a España los bloques de pisos de protección oficial de #madera https://t.co/j3ZiJ7Thla #forestal
— Ingenieros de Montes (@ingdemontes) March 30, 2017
Hace siete años, viajé a Concordia, en Argentina, para desarrollar unos proyectos de voluntariado con la Fundación Universitaria San Pablo CEU. La experiencia sirvió para poder proveer de viviendas de eucalipto a unas quinientas familias sin recursos que vivían entre barro y tablas. Para nosotros (los técnicos que participamos en el proyecto), la vivencia nos hizo comprender que en esos países donde les sobra madera la infravaloran, a tal punto de distinguir las viviendas señoriales construyéndolas con un ladrillo mal fabricado y calibrado.
El material más ecológico y lógico es siempre el que abunda en el lugar donde construimos. La colaboración directa en este proyecto fue con el INTA y, en concreto, con el ingeniero Martín Sánchez, que nos enseñó los bosques de eucalipto. Estos sobrecogen por su altura y por la energía que desprenden.
Próximamente en #Barcelona se construirá el #edificio de #madera más alto de #España!Noticias así SÍ…GRACIAS. https://t.co/T80ao18hfF? pic.twitter.com/HtKbKEcsop
— UNEmadera (@unemadera) February 20, 2017
Es la madera, como decíamos antes, un material vivo que cambia porque nace, vive y muere y transmite el encanto intrínseco del olor característico cuando se empapa o cuando se quema. A veces nos gusta una casa y no sabemos describir por qué. Esa casa seguro que contiene madera, bien sea en su carpintería, en sus celosías, en los artesonados, en los suelos o acabados, pero lo que es seguro es que conforma hogar, que implica calor, puesto que la hoguera designa el lugar en torno al cual nos reunimos para abrigarnos. Sin madera no hay fuego, sin madera no hay hoguera ni hay hogar. Por mucho que se manipule y se actualicen los medios de trabajar la madera, siempre aportará calidad y calidez, que son términos esenciales en la arquitectura.