Mario Arnaldo | 06 de octubre de 2018
Los usuarios de vehículos como el patinete eléctrico aumentan día a día. Para evitar graves problemas en la seguridad vial, se necesita una normativa clara y a nivel nacional.
El uso del patinete eléctrico está viviendo un verdadero auge. La aparición de diversos vehículos eléctricos con forma de patinetes (con o sin manillar) está suscitando el interés de miles de personas que consideran a estos vehículos de movilidad personal (VMP) como una alternativa ecológica al transporte público en las ciudades, especialmente para recorrer lo que se conoce como “último kilómetro” de sus trayectos cotidianos. Sin embargo, en la actualidad no está permitido circular por las aceras con monopatines, patines o aparatos similares que tengan motor, ni tampoco pueden utilizar la calzada -incluso aunque no dispusieran de aquel-, salvo que se trate de zonas, vías o partes de estas especialmente destinadas a ellos.
Es por ello que, para evitar conflictos de convivencia entre los distintos usuarios de las vías públicas, urge regular adecuadamente desde el punto de vista de la seguridad vial el uso del patinete eléctrico (uso del casco, velocidad, seguros, etc). Y también urge definir el modelo de convivencia que se desea, ya que el espacio es limitado y hay que definir desde el punto de vista de las infraestructuras si las zonas por las que se quiere autorizar el uso del patinete eléctrico se van a restar del espacio destinado a los peatones, a los vehículos a motor, a las bicicletas o, por el contrario, se les va a permitir circular por los mismos espacios que estos.
Pero hay que hacerlo con una óptica nacional, y no local, ya que, desgraciadamente, sobre este asunto España se está convirtiendo en un “reino de Taifas” y están surgiendo los mismos conflictos de convivencia que ya surgieron con el boom de las bicicletas en nuestro país. Por eso la conveniencia de aprobar una norma de aplicación en todo el territorio nacional. Y además, con carácter urgente, ya que la irrupción de numerosas empresas de alquiler -que permiten alquilar estos vehículos a través de apps para el uso compartido-, así como el espectacular incremento de las ventas a particulares, desaconsejan retrasar por más tiempo la regulación nacional del uso del patinete eléctrico.
Para evitar fraudes de ley, también sería necesario definir con claridad las características de cada vehículo, ya que, por ejemplo, resultaría incompatible con la seguridad vial el uso del patinete eléctrico por autovías, a velocidades que casi alcanzan los 100 km/h y, además, portando menores, como ha detectado recientemente la Guardia Civil en la V-23, de Valencia. Así como tampoco podría considerarse “bicicleta eléctrica” a un vehículo que se comercializa con una potencia de 12 kw y alcanza los 70 km/h, porque eso, aunque se quiera llamar “bicicleta” y lo puedan conducir personajes famosos, tiene todas las características de un ciclomotor y para conducirlo se requiere permiso de conducir, matrícula, seguro y casco.
Sin duda, la industria que pretende introducir este tipo de vehículos en el mercado está aprovechando la ausencia de una normativa adecuada en nuestro país. Pero no seamos ingenuos, porque un patinete eléctrico que puede alcanzar altas velocidades y que aspira a circular, bien por la acera, bien por la calzada, no puede considerarse un juguete, ni es una cosa de niños. El uso del patinete eléctrico entraña un riesgo, para el propio usuario y para terceros, y por eso las autoridades de tráfico deben abordar cuanto antes este asunto, para evitar que las estadísticas de accidentes en los que están involucrados estos vehículos se disparen.
Resulta inaceptable que en ciudades como Vitoria, en una semana se contabilicen tres atropellos de peatones por este tipo de vehículos aparentemente inocuos. E igualmente de inaceptables resultan los atropellos a usuarios de patinetes eléctricos, cuyas consecuencias ya se están haciendo notar en distintas ciudades españolas por ausencia de una adecuada regulación normativa de ámbito nacional. Las nuevas formas de movilidad no admiten demora, pero tampoco podemos convertir España en un “reino de Taifas” de los patinetes eléctricos.