Javier Varela | 07 de marzo de 2019
Mundiales, Europeos y Juegos Olímpicos que no mueven su verdadera grandeza
«He sido dos veces campeón de la NBA, he mordido medallas de oro, he subido a podios olímpicos […]. Pero lo que nunca he hecho ha sido conformarme. Es la única manera de seguir creciendo y alcanzar metas que no creías que fueran posibles”. Son palabras de Pau Gasol en su libro Bajo el aro, en el que resume lo que ha sido su vida desde que empezó a meter canastas en aquel pabellón de Sant Boi de Llobregat. Quizá leyendo esas frases se entienda mejor por qué un jugador de 39 años, con un contrato millonario, con dos anillos de la NBA, con muchas medallas en Mundiales, Europeos y Juegos Olímpicos, es capaz de hacer las maletas y poner de nuevo patas arriba su vida para seguir disfrutando del balón naranja.
Una leyenda del baloncesto que solo entiende su deporte como una forma de vida en permanente superación. Pau Gasol ha demostrado siempre –me lo dejó claro en los años en los que trabajé codo con codo con él- que es un tipo con educación, humildad y liderazgo. Unos valores que lo convierten en un deportista ejemplar, de esos que todas las madres quieren como yerno y que demuestra una pasión increíble por su deporte. Porque Pau Gasol ha ganado mucho, ha batido muchos récords y es un claro ejemplo de deportista que se levanta cuando las cosas no le marchan bien y que produce entusiasmo cuando gana y admiración cuando pierde. Un detalle que ejemplifica su verdadera grandeza, más allá de títulos.
Pau Gasol es uno de esos ejemplos de deportista al que las lesiones lo hacen más fuerte; los obstáculos, más ambicioso; los contratiempos, más persistente; y las dificultades, más completo. Siempre con el objetivo de seguir creciendo, de competir para ganar y desde el máximo de los respetos a los rivales. De otra manera no puede entenderse el éxito de un jugador de baloncesto que ya es una leyenda. Un deportista que salta a la cancha dispuesto a luchar todos los balones, a dejarlo todo en el campo y a intentar que el rival nunca crea que está derrotado. Esa es parte de su grandeza. Por eso, tras 18 temporadas en la NBA, ha decidido seguir creciendo en Milwaukee con la camiseta de los Bucks, el que será su quinto equipo tras jugar en los Grizzlies, en los Lakers, en los Bulls y en los Spurs. El cambio solo obedece a un objetivo: volver a luchar por un título.
Pau Gasol quiere ganar su tercer anillo de campeón de la NBA. Y para conseguirlo, Milwaukee es el sitio perfecto porque es una de las franquicias favoritas al título, con permiso de los Warriors. En los Bucks, Pau Gasol coincidirá con una de las sensaciones de la NBA, Giannis Antetokounmpo. Para muchos, el MVP de la mejor liga del mundo, si no existieran James Harden o Stephen Curry. Con el 17 en la camiseta, el 16 de la NBA y el 4 de la selección están retirados porque pertenecieron a Bob Lanier y Sidney Moncrief, el español luchará por ganar y dejará atrás las frustraciones que ha ido acumulando en los Spurs, donde cada vez tenía menos minutos, donde se sentía poco importante y donde luchaban por los últimos puestos con acceso a playoffs de la Conferencia Oeste. Con Milwaukee el sueño del tercer título es más real, a pesar de que en el baloncesto, como todo en la vida, no hay un camino de rosas aunque vueles en business.
Para llegar a los Bucks, Pau Gasol ha tenido que renunciar a lo que le restaba de su contrato con los Spurs -poco más de 10 millones de dólares- con los que tenía firmado hasta 2020 y negociar un nuevo sueldo hasta final de campaña, para en verano ser agente libre de nuevo y negociar su futuro en Milwaukee o en otro equipo. Cuando llegue ese momento, la decisión la tomará con el objetivo de ganar, porque por la cabeza de Pau no pasa la retirada y sí seguir jugando en la NBA, donde tiene un cartel de estrella. No nos olvidemos de que también piensa en el próximo Mundial de septiembre en China, donde ya ha dejado claro que quiere estar, y quién sabe si en Tokio 2020, donde pondría la guinda a una carrera espectacular con sus quintos Juegos y ojalá su cuarta medalla. Con sus 216 centímetros, Pau Gasol -como demostró en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres- es el mejor mástil posible para una bandera que parece haber recuperado el significado para todos los españoles y que está necesitada de buenas noticias más allá del deporte.
Y es ahí, fuera de las canchas, donde Gasol ha demostrado que también es un número uno. A sus 38 años, puede presumir de haber escrito dos libros, Pau Gasol Vida y Bajo el Aro, colabora activamente como articulista, es un lector voraz, es vicepresidente del sindicato de jugadores de la NBA y está involucrado en proyectos solidarios con diferentes hospitales oncológicos en las ciudades en las que ha jugado. Además, desde hace 15 años es embajador de UNICEF y, desde 2003, dirige junto a su hermano Marc la Fundación Gasol, con la que buscan ser un referente mundial en la lucha contra la obesidad infantil y en la promoción de hábitos saludables y el ejercicio físico. Además, lidera su propia academia de baloncesto, que cada verano desarrolla un programa dirigido por entrenadores y expertos de primer nivel e impulsa el Dream Big Challenge, un proyecto dirigido a estudiantes con el fin de que puedan crear sus propios proyectos empresariales. Y, al contrario que otros deportistas, sabe utilizar las redes sociales para sumar. Cuenta con 7,5 millones de seguidores en Twitter, 1,3 en Instagram y 4,5 en Facebook, donde su lema es «Lidera con el ejemplo«. Lo dicho, un líder dentro y fuera de la cancha.